El hígado y las emociones, ¿cómo nos afectan?

Es un órgano clave y, a veces, parece un armario lleno de cosas viejas que no se usan más, pero no hubo tiempo de desechar. Los síntomas más comunes de su estancamiento. La forma de tenerlo lo más limpio posible.

Salud y Bienestar 26/08/2022 Anabella Lucione (*) 
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El hígado, como un órgano que limpia tóxicos, es uno de los lugares principales del cuerpo. Puede almacenar los productos de desecho y toxinas hasta que puedan ser procesados. Es como un armario lleno de cosas viejas que no se usan más, pero no ha tenido tiempo para limpiar y desechar toda la “basura”. Problemas de hígado pueden producir síntomas físicos y emocionales.

El estado emocional y la claridad mental de una persona dependen de la libre circulación de la energía y la sangre. El hígado controla ambos factores y, por lo tanto, la estabilización del estado emocional. Un hígado sano proporciona juicio claro y decisiones firmes. 

El bloqueo de la energía del hígado crea un estado depresivo. La tendencia psíquica negativa es la cólera, que se produce como reacción a la depresión y es acompañada por crisis de irritabilidad, malhumor y violencia. Las crisis de cólera son normalmente reprimidas hasta el momento en el cual se liberan. Esta emoción se considera la más dañina, pues condiciona todas las funciones del sistema energético. Esto  se asocia con rigidez de pensamiento, furia, excesiva preocupación por los detalles, frustraciones y miedo hacia lo desconocido.

Decisiones y acciones quedan paralizadas.

De igual forma, las emociones como el coraje, la ira y la irritabilidad desequilibran las funciones del hígado, ya que son emociones que, debido a su frecuencia energética, eligen estancarse en esta área hepática específicamente.

Si tenés tendencia a criticar a los demás, a juzgar, guardás rencor y sos intolerante con los demás, tu hígado se está resintiendo.

Síntomas físicos de estancamiento:
-Dificultades para asimilar alimentos.
-Inapetencia.
-Dolores de cabeza luego de comer.
-Boca pastosa, lengua blancuzca o amarillenta.
-Sabor amargo en la boca.
-Hinchazón de vientre.
-Acumulación de gases.
-Náuseas y vértigo.
-Piel amarillenta, cutis graso y granos.
-Catarro.
-Estreñimiento, heces en forma de confites o poco consistentes y de color amarillento.
-Insomnio en las primeras horas de la noche y dificultades para despertar por la mañana.
-Picazón de piel, caspa y caída del cabello.
-Migrañas, cefaleas, dolor en la nuca.

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Los conflictos emocionales que vive una persona con problemas de hígado son los de alguien que se preocupa en exceso, que no “digiere” los acontecimientos de su alrededor. Le da miedo errar porque teme las consecuencias de sus errores. En el fondo, hay una especie de depresión inconsciente. Darse cuenta es el primer paso para salir a flote.

Son personas que reprimen y sienten amargura y tristeza. Son personas poco alegres. Disfrutan poco de la vida porque siempre están viendo defectos en ellos y en los demás. Como no saben gestionar sus emociones y desahogarse, sufren un problema hepático.

¡Dejá de querer tener la razón y comenzá a querer ser feliz!
Una nueva forma mental, donde haya más amor, alegría, tolerancia, confianza en ti mismo y en los demás, digerir bien los errores y los cambios, pueden mejorar tu hígado y tu vida en general. Al fin y al cabo, lo que debemos hacer con nuestros errores es aprender de ellos y aceptar que siempre podemos volver a comenzar. Y en ese aprender, también debemos  sanarnos, comprendiendo que tanto nuestra parte física como emocional están completamente relacionadas. Tanto que podría decirse o hacerse la pregunta: ¿Qué está primero? ¿El huevo o la gallina? ¿Qué nos afecta primero? ¿La emoción o lo que comemos y nos enferma, transformando así nuestras emociones?


(*) Maestra de Reiki Usui, Karuna y Kundalini. Gemoterapeuta y armonizadora. Especialista en magnetoterapia. Terapeuta péndulo hebreo.

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