La casta: ser y parecer
Argentina es un país convulsionado y Javier Milei, un Presidente que está dispuesto a pegar un volantazo sin temor a las maniobras bruscas. Entonces, podrá gustar o no el rumbo de su gobierno, pero será imposible soslayar que tiene una hoja de ruta.
También, que no le importa el costo político. Eso lo hace fascinante para sus votantes y peligroso para la oposición.
No ocurre lo mismo con la gente que ungió en el Congreso. El caso más reciente, y lamentable por cierto, es el que protagonizó Bartolomé Abdala, un peronista del riñón de los hermanos Rodríguez Saá, mutado a representante del PRO, que llegó a La Libertad Avanza, tiene una banca en el Senado y es el tercero en la línea de sucesión. Sí, en el caso de que Milei o la vicepresidente Victoria Villarruel no estén disponibles –por un viaje u otra cuestión de fuerza mayor– el país quedará en manos del puntano de 59 años.
Muy suelto de cuerpo, Abdala disparó en el programa de Jonatan Viale que tiene 20 empleados, de los cuales 13 trabajan en San Luis. “Mi deseo es ser gobernador. Y para eso necesito tener vivo el territorio”, justificó. Entre sus asesores está Mariana Rodríguez Saá, hija de Adolfo.
Milei venía a combatir a la casta, pero la tiene adentro de su propio rebaño. Conductas como las de Abdala son inaceptables. Mucho más, cuando los argentinos están haciendo un gran esfuerzo para acompañar el cambio en el medio del brutal ajuste.