Ángel Carmelo Covaro

Sociales 11 de mayo de 2020 Por El Ciudadano
Angel Covaro
‘Angelito’, como se lo conocía en Vicente Casares y en uno de sus vehículos antiguos.

Distintas expresiones de dolor despertó el fallecimiento de Angel Covaro, ocurrido el 24 de abril; un vecino caracterizado de Vicente Casares, que desarrolló una carrera en sus actividades comerciales y vecinales. Desde esa localidad promovió siempre por ese sector de nuestro distrito y el bienestar de sus habitantes.
‘Angelito’, como lo llamaban en sus entornos sociales más cercanos, había nacido el 16 de julio de 1951.
Repartió las pasiones por el coleccionismo en su casa, donde albergó decenas de todo tipo de cosas, pero también por la herrería y las soldaduras.
De todos los ámbitos en los que participó formó relaciones de mucho afecto y duraderas. Además dejó un sello de ciudadano honesto y comprometido. Siempre sintió una gran pertenencia a su localidad y a su gente, ya sea aquellos con los que compartió extensas reuniones con sus vecinos o comerciantes a que se vinculaba.
Fue radioaficionado, transportista, canillita, comerciante y fundador de lo que en el futuro sería la Asociación de Vehículos Antiguos de Cañuelas (AVAC), por lo que tenía algunas motos y rodados muy especiales. Al respecto, Héctor ‘Nino’ Rivarola había compartido carreras zonales y espectáculos. “En esos encuentros que participábamos usábamos agua de Casares, que era de pozo, la que cargaba en bidones para los mates amargos y así tener un sabor más especial”, recordó el ex intendente de Cañuelas.
Dueño de un carácter optimista, jocoso, apegado al hábito de hacer bromas, donde él se reunía con familia o amigos no faltaban sus chistes. Se había ganado el mote de psicólogo. “Era la oreja de muchos vecinos de Casares, con los que tenía mucha llegada. Era realmente un personaje y un ser bondadoso”, rememoró Rivarola.
Tenía cierta vocación artística por lo que juntaba distintos objetos y hasta llegó a enseñar a algunos chicos los principios de la soldadura.
Era frecuente verlo pasar con algún auto antiguo que había armado y salir por su pueblo con niños a modo de paseo. Tenía como preferencia los amplios espacios verdes de Casares y había dispuesto algunos juegos frente a su casa, en un espacio a ‘préstamo’ por Vialidad, frente al paso a nivel. 
Transmitió la enseñanza de ser buena persona, un tipo solidario con sus familiares, vecinos y amigos, de buen corazón y gran respeto por el otro.
A su Casares le dedicó gran parte de su vida, sus horas, su sueño. Dejó una huella en lo que emprendió, no pasó desapercibido, desde el rol de trabajador hasta el de vecino.
Se había casado con Graciela Larrosa   –fallecida el año pasado–, quien había sido ‘la’ odontóloga de Casares, hija de Manuel Larrosa, un histórico farmacéutico de esa localidad. Fruto de esa unión tuvo dos hijas, y también cumplió el rol de abuelo  con una nieta.
Su entorno destacó que ‘Angelito’ se encontraba afectado hacía un corto tiempo, por lo que estuvo internado en el Hospital Marzetti.

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