Vibrar alto para vivir con salud y en armonía

Salud y Bienestar 15 de abril de 2022 Por PROF. Anabella Lucione
Nuestros órganos tienen una frecuencia que se mide en hercios o hertz. Y de acuerdo a la intensidad, el cuerpo puede estar sano o bajar las defensas del sistema inmunológico. El estudio del biólogo norteamericano Bruce Tainio.
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Como hemos dicho en otras notas, las frecuencias se miden en hercios o Hertz (Hz). Un hercio es una unidad física usada para medir la frecuencia de ondas y vibraciones y equivale a un ciclo por segundo, un Mega Hercio (MHz) es igual a un millón de hercios.

Entre más alta es la frecuencia más rápido vibra la onda creando vida, pero cuando la frecuencia es baja, la vibración es más lenta.

Esto tampoco es magia pues lo podemos comprobar con situaciones tan sencillas como la frecuencia cardíaca que es el número de veces por minuto que nuestro corazón late.

Así, todos nuestros órganos tienen una frecuencia y esto ha sido comprobado en 1992 por Bruce Tainio. El biólogo norteamericano llevó a cabo el estudio de la frecuencia vibratoria del cuerpo humano y concluyó que un cuerpo sano tiene una frecuencia durante el día de 62 a 72 MHz. En cambio, cuando se reduce la frecuencia vibratoria de una persona, el sistema inmunológico se ve comprometido.

Si la frecuencia disminuye a 58 MHz, aparecen los síntomas del resfriado o la gripe. En una frecuencia de 55 MHz  empiezan las infecciones virales. A 42 MHz sobreviene el cáncer y a los 20 MHz se inicia la muerte. (N. de la R.: Bibliografía kianilatinoamerica.com).

Todo lo que comemos, ingerimos, inhalamos y nos untamos en nuestra piel tiene una frecuencia que afecta a nuestro cuerpo físico. Por ejemplo, los vegetales frescos tienen una frecuencia de 15 MHz, las hortalizas de 12 a 22 MHz y hay alimentos que están por encima de los 50 MHz, como el cacao, el limón y el alga espirulina.

En cambio, los productos procesados, con químicos tóxicos y de origen animal, tienen una frecuencia muy baja que afecta nuestra vibración FÍSICA y ENERGÉTICA, pues los alimentos son la fuente de donde nuestro cuerpo obtiene los nutrientes necesarios para generar ENERGÍA.

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Por su parte, los ingredientes de los cosméticos que utilizamos se absorben en mayor o menor medida por la piel. De manera que también nutren o intoxican a tu organismo, suben o bajan tu vibración, de ahí la importancia de preferir cosméticos naturales, frescos, orgánicos y biológicos.

Asimismo, cada enfermedad tiene una frecuencia y ciertas frecuencias evitan el desarrollo de la enfermedad y aniquilan virus y bacterias, lo cual fue comprobado por el Dr. Royal Rife en los años treinta.

Ahora bien, nuestra frecuencia vibratoria no sólo depende de nuestro cuerpo físico sino también de nuestros “otros cuerpos”. Así como “vibran” los alimentos también lo hacen los pensamientos y, por ende, las emociones, las acciones, las palabras e intenciones (recuerda que los cuerpos SUPERIORES controlan a los cuerpos INFERIORES).

La relación mente, emociones y cuerpo está científicamente comprobada por muchos estudios, así que decir que “tus pensamientos se convierten en tu realidad” no es sólo un decir, de la nueva era sino una certeza científica.

Visión, pensamientos, emociones y vibración
Nuestros pensamientos son producto de nuestra percepción, es decir, de nuestra forma de ver las cosas, nuestra visión  o nuestra consciencia (aquello de lo que nos damos o no nos damos cuenta). Por su parte, las emociones son reacciones que nuestro cuerpo produce como consecuencia de los pensamientos y cada emoción tiene una diferente frecuencia vibratoria.

Como ves la vibración y la frecuencia son temas de vital importancia en nuestra vida porque literalmente TODO ES ENERGÍA.  

Así que VIBRA ALTO y resuena en la frecuencia del AMOR y la ABUNDANCIA, pero sobre todo, la paz mental, física y espiritual.

(*) Maestra de Reiki Usui, Karuna y Kundalini. Gemoterapeuta y armonizadora. Especialista en magnetoterapia. Terapeuta péndulo hebreo.

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