La columna de Alejandro Fantino: "La esencia de Cañuelas"

Opinión 30/07/2022 Alejandro Fantino
Reloj

Cintillos Fantino

Hace unos meses, cuando decidimos casarnos con Coni y buscar lugares para ello, desde localidades, hoteles, espacios y salones, de golpe y de pronto, nos encontramos con la energía y con lo que nos pasó en Cañuelas.

También hubo un momento en que nos encontramos con ‘Fito’ Baqué, que nos llevó a conocer Cañuelas. En realidad, ya la conocíamos, pero él nos hizo entender la esencia de este lugar.

Y cuando ‘Fito’ se bajó en la estación de servicio, apareció ‘Pomelo’, un personaje muy conocido ahí, con una remera que decía: “Soy millonario en tiempo”.

Y como yo transito el mundo con ojos de curiosidad, que alguien que venía a mostrarnos un lugar para casarnos tuviera en el pecho esa frase de una profundidad ontológica enorme, me penetró en el alma. Ya no fue igual mi capacidad de observación de Cañuelas, porque el pueblo estaba ligado a eso, esencialmente. Un lugar donde el tiempo se disfruta de otra manera.

Empecé a observar la gran migración de gente que se va a Cañuelas o sus localidades de fin de semana con el objetivo de buscar una conexión con el tiempo, con la quietud, con la esencia de las cosas.

¿Y qué es la esencia? La filosofía se encarga de decir que la esencia es lo que hace que una cosa sea en sí. Una cosa es en sí cuando la esencia quiera que sea así.

Por ejemplo, la manzana. Una manzana es eso, una fruta, no la hace manzana  el color rojo o verde, si no que la hace manzana lo que es, podemos decir que su esencia de manzana.

Entonces, que hace a Cañuelas ser Cañuelas: su esencia de Cañuelas, ¿y qué es? Empezamos a mezclar distintos elementos: su tranquilidad, su quietud, su energía de su gente, la paz de sus caminos, el sabor de un plato cuando te sentás a disfrutar de un queso, un fiambre o, simplemente, una comida, mirando cómo cae el sol.

O un almacén de muchos años en el que entrás y pensás que estás penetrando en el túnel del tiempo, o las calles de empedrados... Pero básicamente hace que Cañuelas sea lo que es, es su calma. Cañuelas te calma.

Por eso la gente va a buscar a Cañuelas y nos pasó lo mismo a Coni y a mí. Sentimos en nuestro pecho que hay una energía de calma.

Cuando uno inicia un camino de unidad, en pareja, que ojalá sea para siempre, desea  que las aguas sean calmas, y nada mejor que casarnos en un lugar que sea calmo, un lugar donde el tiempo es lo que uno quiere que sea.

San Agustín, otro filósofo, decía que si le preguntan qué es el tiempo no sabría explicarlo, pero si no le preguntan, sí sabe lo que es el tiempo. Y creo que eso cabe para Cañuelas, si te preguntan lo que es Cañuelas, tal vez no puedas explicarlo. Pero si vas a Cañuelas, tal vez sí.

¿Por qué elegimos Cañuelas? Justamente por eso, porque es un lugar donde el tiempo pasa en quietud.

La posibilidad de ser millonario en tiempo, como decía la remera de ‘Pomelo’, encierra un montón de cosas porque tiene que ver con el disfrute. Cuando uno va al interior, y me pasa cada vez que voy a mi pueblo en Santa Fe, el tiempo se disfruta de otra manera. En Capital o donde uno vive, uno mira el reloj.  El despertador suena a las 8 de la mañana y cuando se vuelve a mirar, ya son las 6 de la tarde y automáticamente uno dice: “Uy, se me voló el día”. Nos pasó y nos ocurre que, en lugares como Cañuelas, se disfruta de otra manera, por supuesto trabajando, luchando por un mejor estándar de vida, pero con otra conexión con tu interior.

Además, los pueblos tienen su propia energía y no estoy hablando de algo esotérico, sino de algo que los hace ser lo que son. Volvemos a la cuestión esencial. Hay pueblos en los que no pasa absolutamente nada. Hay ciudades importantes que tienen una energía por su historia. Uno camina por Atenas, por París o por alguna ciudad históricamente fuerte en Argentina, podríamos citar Cayastá, en Santa Fe, que es históricamente poderosa, por lo menos para mí que soy santafesino, y esa energía que rodea la ciudad, te penetra.

Cuando recorrí las calles de Cañuelas me encontré con una panadería de la que estoy seguro, aun sin conocerla, que cuando uno va a pedir el pan no necesita pedirlo, que el que te está vendiendo sabe cuánto te vas a llevar. O con el carnicero, porque ‘Fito’ me hizo comprar carne. Lo miró y le dijo: “¿Llevás lo de siempre?”.

Esa frase enmarca e identifica un lugar como Cañuelas. La palabra “siempre”. Ciudades chicas como Cañuelas, comparada con mi pueblo San Vicente, tienen esa cosa mágica que se fue perdiendo lentamente en otras grandes ciudades de Argentina. El saludo mirándote a los ojos, la sensación de que te apretaron un poco de más la mano, pero te quieren comunicar de que es una fidelidad, es real, una palmada en la espalda, un saber de tu familia y que te pregunten cómo esta, bueno, esas cosas son las que disfruto en un lugar como Cañuelas.

Algunas teorías freudianas sostienen que si uno viviera en permanente estado de éxtasis, caería en la locura. La felicidad del hombre se manifiesta en los contrastes, y si no es muy pronunciado, mejor. Siempre es mejor vivir felices, pero sin un contraste que nos permita ser lastimados. La felicidad está en la permanencia de la mayor cantidad de estímulos de bienestar, no en un estímulo fuerte que después te deje vacío.

Y la sensación que nos trajimos de Cañuelas es una brisa de estímulos de tranquilidad, de felicidad. Los griegos lo llamaban ataraxia y tiene que ver con ese estado de pensamiento en la nada. Y entrás, por más que no lo quieras, en ataraxia, bienestar de alma, calma, estoy feliz encontrarme con Cañuelas, un lugar muy poderoso. Y no descarto en el futuro tener algo para escaparme ahí, donde voy a unir mi amor con Coni.

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