Agustina luchó por su identidad y descubrió que tiene 7 hermanos

Actualidad 06 de febrero de 2022 Por Leandro Barni
Nació en Cañuelas, pero a los 6 meses fue adoptada por un matriomonio marplatense. Durante varios años buscó a su madre biológica, que falleció en 2018. Se enteró que su nombre original era Mariana y que tiene una familia numerosa.
Agustina con sus plantas del emprendemiento
Emprendedora. Agustina ya se encuentra en la etapa de comprobar con un ADN lo que le dicen los papeles.

Pasó 39 años intentando seguir las pistas de su identidad. Y desde hace unos días, su vida tiene más sentido. Agustina Laura Di Rossi, quien nació en Cañuelas y con apenas cinco meses fue adoptada por un camionero en Mar del Plata, descubrió que su madre biológica, a la que buscaba desesperadamente, murió. También, algo inesperado: tiene siete hermanos, todos residentes en estas tierras.

Este increíble caso, difundido por El Ciudadano en su edición del 8 de enero, comenzó el 10 de noviembre de 1982, en el hospital Mitre (actualmente, Marzetti), cuando nació y fue bautizada Mariana Flores, con un peso de 2, 800 kg. Su madre, una adolescente de unos 15 o 16 años, luego se la entregó a una pareja de Cañuelas y luego fue adoptada por un matrimonio de Mar del Plata, que la inscribió con su actual nombre, le dio un hogar y el amor de una familia. 

agustina con sus hijas
Agustina con sus dos hijas, motores de la búsqueda de su identidad.

Agustina se viene mostrando entera y contenta con todo lo encarado desde finales del año pasado, cuando quiso conocer todo su historial médico y legal porque no tenía la información suficiente de quién era y cómo es que había aparecido en La Feliz.

No obstante, sus padres adoptivos nunca le ocultaron los datos.  Finalmente, durante enero, autoridades municipales del hospital Marzetti y del gobierno local tomaron el caso y la ayudaron a determinar su identidad. Y hasta se revisaron las bases de datos que determinaron que sus hermanos están en Cañuelas. 

Agustina le dijo a El Ciudadano: “Ya depuraron la historia clínica de mi madre biológica, Graciela Flores, quien falleció en 2018. De ese modo se pudo llegar al número de documento y coincidir con mis hermanos, que son varios. Ahora estoy averiguando cómo hacerme el test de ADN, que tiene un costo bastante elevado en Mar del Plata. Son unos 40 mil pesos. Se retrasó un poco todo porque el libro del año 1982 no estaba disponible y hubo que hacer un pedido a la central del Registro en La Plata. Además, mi partida nacimiento se destruyó con la nueva que se hizo en Mar del Plata”.

Sobre su padre biológico no tiene tantos datos, pero supone que también falleció. 

Agustina está decidida a recuperar toda la información de su pasado, más allá de lo que pueda suceder con las identidades de sus “nuevos” hermanos (seis mujeres y un varón). Se siente preparada emocionalmente para el encuentro. Y si todo anda bien, sumará a su vida a sus parientes.

 Nunca dejó de contar y preguntarle a todo el mundo quién es. “Tuve contacto con dos mujeres que podrían ser dos de mis hermanas en Cañuelas, algunas más ansiosas que yo. Y una de ellas va a viajar para encontrarnos en Mar del Plata y hacernos el ADN”, relató esta madre de dos chicas, casada y con un esposo con el que tiene un emprendimiento de venta de plantas y repostería, además de una panadería.

agustin y familia
El matrimonio marplatense que la adoptó en una escena familiar.

- ¿Y qué pudiste reconstruir de tu mamá?

-Era hincha de Independiente, como yo. Y también, cocinera, que ha sido mi trabajo durante muchos años y mi pasión. 

- ¿Qué nombre te puso tu madre?

-Me registraron como Mariana Flores.  Con ese dato, más dónde y cuándo había nacido, pude rastrear mi identidad y ayudar a la búsqueda. 

- ¿Cuándo te vas a ver con alguno de tus hermanos y dónde están?

-Estamos esperando juntar el dinero para el ADN. Tiene un costo de 40 mil pesos. Y luego, si hay más personas, son otros 15 mil. No sé la demora del laboratorio.  Pero ya estuve esperando tantos años que unas semanas más no es significativo. Somos ocho y si lo hacemos con todos es muchísima plata. Pero tengo mucha ilusión, esperanza y arrancar otro capítulo. Mi madre biológica siempre se quedó en Cañuelas y están todos allá. Pero Camila, que está unos días con vacaciones y no tiene hijos, puede venir en unos días a Mar del Plata.

- ¿Pudiste ver fotos de tus nuevos familiares?

-Sí, me estalló el Whatsapp de imágenes. Empezamos a hablar y a conocer a varios de ellos. Me quedan algunos por conocer. Es una cuestión de tiempo y de ver cómo nos podemos llevarnos.  Pero, al menos, ya dejar la incertidumbre atrás es un alivio. 

- ¿Y ellos están en una búsqueda como la tuya?

-No. Ellos manejaban sus versiones, pero nada seguro. Y sin los datos como los que manejaba yo, que no eran muchos, pero sí suficientes para descubrir la verdad. Cuando nos veamos en persona se sabrán más cosas. Entre ellos se tratan, son unidos, son trabajadores, gente sencilla, como yo. Siempre les dije que hice esto desde el lado del amor. Quizás no nos veamos luego y no crezca nada entre nosotros, o seremos los más compinches y nos querremos. Por ahora, llegamos a buen puerto. 

- ¿Tuviste la necesidad de ser asistida por alguna terapia?

-No, de chica supe que era adoptada. Siendo más grande, en la adolescencia, la historia, los datos, los completé luego. Ya sabía de dónde venía, pero siendo madre por primera vez, mientras bañaba a mi hija y se le cayó el ombligo, se me vino la pregunta de saber más. Y con mi segunda hija se me hizo más evidente conocer la identidad. Para ese entonces, mi padre adoptivo ya había fallecido.

Pasaron casi cuatro décadas. Y gracias a su inquietud y valor, además del acompañamiento de su madre y familia adoptiva, pudo recuperar su verdadera identidad. 

Te puede interesar