El Ciudadano Campo Leandro Barni 06 de mayo de 2023

La historia del viñedo inspirado en Uruguay que se instaló en Uribelarrea

Horacio Spinazzola trabaja la variedad tannat, que importó del otro lado del Río de La Plata. Además, hace enoturismo en la finca Don Atilio. Una industria que estuvo prohibida en la Provincia de Buenos Aires y que hoy da mucho rédito.

Horacio Spinazzola, el hombre que hace historia en Cañuelas, heredó una vocación y mandato.

Vitivinicultor y hacedor de vinos, así se presenta Horacio Spinazzola desde la bodega Don Atilio, en La Noria-Uribelarrea, donde se continuó con una historia familiar. Con el recuerdo del vino casero que producían en su casa a flor del piel. Se trata de un producto interrumpido por la muerte repentina de su padre, a muy joven edad. 

Pasaron varios años y este productor siempre se decía que en alguna oportunidad iba a fabricar vino. 

De viajar a Uruguay empezó a enterarse de la presencia de las uvas tannat. Luego, averiguó que, en la misma latitud, la misma altura con respecto al nivel del mar y distancia del río, lograban hacer vinos agradables y exportables del otro lado del Río de La Plata. Algo que en la provincia de Buenos Aires no se hacía. Había razones legales que impedían cultivar y producir en nuestro territorio. En 1996 se derogó una ley que prohibía la vitivinicultura bonaerense. 

En la actualidad hay un total de ocho bodegas en la Provincia. El primer viñedo se estableció en Médanos, al sur de Bahía Blanca. La finca Don Atilio, es la más cercana a la Ciudad de Buenos Aires, y empezó con una serie de pruebas en el 2011, en un predio de casi tres hectáreas. 

Y según su titular, hace tres años que tienen una producción “aceptable” en cuanto a calidad de vino y volumen. Sobre esta última cuestión, siguen implantando variedades para tener más volumen. 

“No hice mucho invento. Fue más bien extrapolar la vitivinicultura uruguaya a Uribelarrea, donde el 90 por ciento del viñedo es tannat, sobre el cual hago cortes syrah, merlot, pinot noir en el momento de la cosecha. No mezclo vino, mezclo uvas en la molienda y el proceso de elaboración es el mismo que usaban los inmigrantes y que se hacía en mi familia. No hacemos correcciones en el producto obtenido, sale tal cual, es una uva fermentada, nada de químicos, es un vino joven”, explica Spinazzola. 

“Nuestro vino tannat es el resultado de su origen, al noroeste de Francia, por las condiciones del clima y la humedad, que hacen una cascara muy gruesa, donde se ubican los taninos y la potencia del vino. Nuestro vino es como el uruguayo, como un cabernet sauvignon elevado, con más color y más cuerpo”.

Desde que florece la uva  

La vendimia en Cañuelas empieza a fines de marzo y principios de abril. Se hace a partir de las 7.30 y hasta las 11. La uva está en su punto óptimo de maduración. Se llevan las uvas a la bodega, donde se muele y usa la misma levadura del grano. Se produce la fermentación a una temperatura controlada y luego de ocho días lo trasladan a los tanques de acero inoxidable. De esa manera queda durmiendo hasta su segunda fermentación. Y se prueba luego, en Navidad, cuando también hacen el embotellado de ese vino. Esto es tanto para los tintos como para los blancos.

Asimismo, hacen un tannat rosado para el verano. 

Rosados y blancos son vinos de consumo dentro del año de elaboración. En tanto que con los tintos se consumen de años anteriores. 

Para este año lograron unas 4.500 botellas de tinto y otras 500 entre blanco y rosados. 

Y las uvas necesitan entre 200 a 300 milímetros de agua por año “en el momento oportuno”. En la zona llueven unos 1.200 milímetros anuales. Para marzo, cuando se hace la cosecha, aún las temperaturas acompañan y no llueve. Cuestión que con el agua de lluvias les alcanza. Además, se necesitan de ‘horas sol’, algo tan característico en la zona cuyana y que en nuestra provincia hay una menor cantidad. Para suplir esto, Horacio diagramó el cultivo de manera diferente que en Uruguay. Le dio una mayor distancia entre las filas para que el sol incida más horas sobre los racimos de la planta. 

Para todo ello son supervisados, controlados y acompañados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Sobre todo, para productores como el de Cañuelas, donde no hay antecedentes ni referencias de uvas cosechadas en la zona. Tanto en cuestiones sanitarias del cultivo como del funcionamiento de la bodega. La molienda es el momento más significativo para este productor. Ahí se resumen el sacrificio y la suerte de toda una temporada.

El resto son cosas que se pueden ajustar. 

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