Alberto Giuliano, Ingeniero Agrónomo, analiza el panorama de la región
“Después de las últimas lluvias cambió el ánimo de los productores, pero no alcanza”, dijo el profesional lobense. Se refirió, especialmente, al estado de los cultivos en el período de gruesa y destacó la visión del productor para este año.
La falta de agua en la región fue uno de los temas que más preocupó al sector agropecuario en el territorio de la Cuenca del Salado. La sequía en los partidos de Cañuelas, Lobos y Roque Pérez, entre otros, atacó a los cultivos y la ganadería de manera despiadada.
Los especialistas que recorren constantemente cada centímetro de la región tienen el termómetro de lo que pasa en la tierra y qué piensan los productores. Es el caso del Ingeniero Agrónomo Alberto Giuliano.
Consultado por El Ciudadano, el lobense de 54 años analizó pasado, presente y futuro. “Hace unos días, era otra realidad. Después de últimas lluvias cambió el ánimo de los productores, pero no alcanza mayormente a modificar el panorama. Tendría que llover muchísimo más para que eso suceda. Con los últimos 50 a 70 milímetros caídos en diferentes zonas, a mediados de enero, se pudo acumular algo más de humedad en los perfiles, con lo que los cultivos ya comenzaron a dar hojas, se ven más verdes y con otro porte”.
–¿Los anuncios de un clima más favorable para el campo ya están alentando a un año mejor?
–Según los que saben de clima, la perspectiva está en que todo tiende a normalizarse desde lo climático, a volverse un año neutro. Estas lluvias de enero y las que vendrían en febrero irían normalizando todo. Por supuesto, contando con marzo de la misma manera y abril también, donde ya nos encontraríamos con la cosecha.
Cabe recordar que el panorama que relata Giuliano es diametralmente opuesto al lapso enero-marzo 2022, cuando llovió muy poco y después no cayó una gota más. “Si nos toca este año neutro que esperamos, tenderíamos a mejorar mucho la situación. Lo que se perdió, ya está, pero con un clima mejor, la cosecha podría tender a ser buena”, aseguró.
–¿Qué sucede con el girasol?¿Por qué hay mucho más que en otros años?
–El cultivo creció un poco más que otros años, con gran demanda de semilla de girasol. Uno de los motivos del aumento tiene que ver con la superficie que se dedicó a la zona girasolera. Los productores saben que es una planta que aguanta bastante la seca. Por eso funcionó.
–¿Qué requerimientos necesita?
–El requerimiento del agua en el comienzo no es mucho y si ese cultivo es estable y se afirma, con algo más de agua que le caiga en periodo de floración, le alcanza para continuar hasta el final. Entonces, podés lograr una cosecha. Al atrasarse la siembra de maíz y de soja, muchos de los productores apostaron al girasol y les fue muy bien.
–¿Estamos en la gruesa con los cultivos de verano, que para esta zona es maíz y soja?
–Sí, se está trabajando, además, con algo de sorgo granífero, muy poco, pero lo podés encontrar en la zona, al igual que el girasol que no abunda en esta parte de la Cuenca del Salado. Después de todo esto, y viendo como viene la cosa, veremos en mayo, cuando arranque la fina, que básicamente se necesita “ya” comenzar a acumular agua en el perfil para un buen comienzo.
Otra de las cosas para no olvidar del poco productivo 2022 es que no fue bueno el periodo de la fina por falta de agua, con un invierno muy seco. En ese sentido, los cultivos de trigo no dieron lo suficiente y en aquellos lugares donde con un poco de hidratación pudieron prender, fueron víctima de las heladas tardías y fue una floja cosecha de un año olvidable.
En la zona, las últimas lluvias fueron muy desparejas, con algunos cultivos que aguantaron un poco más que otros, pero desde Cañuelas a Roque Pérez, la dificultad por la seca es pareja para todos, mal y complicada para la mayoría.
–El clima jugó una mala pasada, pero en relación a lo económico, ¿funciono el dólar soja?
–Al productor le sirvió, lo que no sabría decirte es si el mecanismo o la implementación del dólar soja a la larga sirve para lo global. En lo individual, se hizo de una moneda más por el producto y por eso se liquidó.
Para el productor, la soja es su moneda de cambio. Y no especula, sino que guarda la soja para venderla cuando es mejor y necesita esa plata. Ya sea para comprar insumos o para pagar impuestos.
–¿Cuánto puede influir que 2023 tenga elecciones para que haya cambios que beneficien al productor?
–Estamos en un año electoral que, como todos en particular, siempre inciden en las decisiones del productor, pero con lo que pasó con la seca de 2022 y lo que todavía están viviendo, ellos se olvidaron por completo de lo político y de las elecciones.
–¿El productor tienen capacidad de reinventarse ante estas adversidades?
–La capacidad y ese optimismo interno que lleva adentro es fabuloso. Sobre todo, cuando ven que el clima no los ayuda. En la Agricultura tenemos una fábrica a cielo abierto. Viendo que no iba a llover, así y todo continuaron poniendo semilla en el suelo e invirtiendo en productos. Menos mal que son así, sino fíjate que con el panorama que tenemos, no solo en lo climático sino también en lo político y económico, la verdad que no dan muchas ganas de invertir.
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