La crisis pandémica mundial de la mano de dos vecinos de Cañuelas radicados en Italia

Salud - COVID-19 25 de marzo de 2020 Por El Ciudadano
A pesar de las restricciones coyunturales El Ciudadano cruzó el Atlántico y llegó al Viejo Mundo para conocer las vivencias de dos cañuelenses que residen en uno de los países europeos más afectados por el coronavirus (COVID–19).
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Emanuel Santucho junto a su compañera.

Emanuel Santucho y Francisco Morettin son dos jóvenes que nacieron y crecieron en nuestro distrito. Con dos historias de vida diferentes ambos viven en Italia desde hace unos años y hoy conviven con el avance de la pandemia en el resguardo de su hogar. Los dos coinciden que en el comienzo de la propagación del nuevo virus engendrado en China la sociedad italiana le restó importancia al contagio y a las medidas preventivas; pero que actualmente las calles y ciudades italianas son desiertos de concreto, casas y edificios.
 
Emanuel Santucho: “La vida funciona mucho más lenta, tranquila y con menos gente”    
Nació en Máximo Paz y vivió en la localidad de Alejandro Petión. Egresó del Colegio Don Bosco y hace tres años vive en un pueblo llamado Ostia Antica ubicado en la periferia de Roma, allí la expansión de la enfermedad tiene un impacto menor que en el norte de Italia. Tiene 27 años, es agricultor y apicultor. Conoció a su esposa italiana en nuestro país, se mantuvieron unidos a la distancia hasta que decidieron vivir en Europa primero en alquileres y luego junto a la familia de la mujer.   
 
–Marcelo Romero: ¿En qué situación te tocó vivir la propagación del coronavirus? 
–Emanuel Santucho: Llegué hace tres días porque estaba viajando y por suerte pudimos volver. Viajaba por la India y a principios de marzo se empezaba a conocer la situación en China. Estaba tranquilo, después hubo problemas cuando se escuchó que se estaban cerrando fronteras y ahí decidimos volver a Roma. Esto fue un poco antes que se empiece a conocer los focos del virus en el norte de Italia. 
 
–MR: ¿Fue fácil la vuelta?
–ES: Cancelaron algunos vuelos porque no habían viajes desde y hacia Italia, la única solución que tuvimos fue ir a Barcelona. Llegamos el 11 de marzo y también nos cancelaron vuelos porque Italia estaba toda cerrada. Por suerte encontramos un ferry –barco– que hacía Barcelona-Roma y pudimos llegar. Dimos vueltas casi una semana.   
 
–MR: ¿Qué notaste en los aeropuertos, en Barcelona, en el ferry?
–ES: En los aeropuertos la preocupación se nota un montón, la gente está con barbijos y con su media distancia. Había muchos argentinos queriendo volver al país y también muchos latinoamericanos. Cuando llegamos a Barcelona la vida era más normal pero se estaban tomando medidas como quedarse en casa. La gente estaba mucho en la calle hasta que empezó a hablar el presidente de España y se dieron cuenta de que no hay que menospreciar el virus y hay que tener cuidado. En el ferry nos tomaron la temperatura y nos hicieron llenar varios formularios. 
 
–MR: ¿Cómo fue la llegada a Roma?
–ES: El ferry era solo para residentes y ciudadanos italianos. Lleguamos de madrugada, hicimos una fila y un nuevo control de temperatura. La policía estaba con barbijos, cuidando la distancia de un metro y no dejan entrar personas al puerto. Un colectivo te lleva a un lugar donde te esperan tus familiares. En Roma hay muy poca gente cuando uno está acostumbrado a ver un flujo de turistas muy importante.   
 
–MR: ¿Qué viste cuando llegaste a tu casa en Ostia Antica?
–ES: Acá te tenés que mover con un documento, es una declaración que tiene un aspecto legal y tiene que decir adónde estás yendo. Podés salir por tres causas: por trabajo, porque estás volviendo a tu domicilio o por bienes –comprar en mercados o farmacias–. Cuando te paran tenés que dar ese papel y si no lo estás cumpliendo te aplican multas o vas a la cárcel. No pueden viajar más de dos personas en auto, el transporte público está limitado y por lo que cuentan, porque yo no estoy saliendo, hay poca gente en la calle. Vos podés salir pero en grupos está prohibido, no quieren que haya más de tres personas.

–MR: ¿El italiano se acostumbró a la cuarentena?
–ES: En realidad todo va cambiando muy rápido en estos tiempos. Hace diez días el italiano no estaba respetando las normas que se ponían, entonces tuvieron que tomar normas más rigurosas. Lo mismo pasó en España, Francia y va a pasar en otros países hasta que la gente empieza a darse cuenta que lo que está pasando es serio y es importante para la salud pública que cada uno se quede en casa.
 
–MR: ¿Hay desabastecimiento?
–ES: Eso pasó al principio con la paranoia; pero hay abastecimiento en el país. No hubo un límite de compra y faltaron cosas, pero ahora se encuentran los productos. Las cosas siguen funcionando, dejan entrar a los supermercados de a diez personas y afuera en la fila se respeta la distancia de un metro. La vida funciona mucho más lenta, tranquila y con menos gente que usa guantes y barbijos.   
 
–MR: ¿Tenés miedo?
–ES: Es difícil saber si sos portador o no, entonces la cabeza ‘va a mil’ pero empecé a ponerme unas rutinas, trabajar en el jardín, hacer deportes solo en el jardín, cocinar, ver poco los noticieros sino la psicosis propia crece.
 
–MR: ¿La vida familiar es normal o están distanciados?
–ES: Estamos distanciados. Más que nada por una cuestión que decidimos nosotros porque estuvimos viajando mucho y por precaución, porque mis suegros son grandes. Decidimos evitar el contacto, no nos saludamos, comemos distanciados, usamos baños distintos y lavamos la ropa en distintos momentos. 
 
Francisco Morettin: “Lo único que podés hacer es sacar la basura, ir a la farmacia o al supermercado” 
Es del barrio La Unión y actualmente vive en un pueblo de cuatro mil personas cerca de la ciudad de Firenze –Florencia– llamado Barberino Val D’Elsa junto a su compañera Martina Chiliutti, que también es cañuelense. Francisco tiene 22 años, es jugador de handball y entrenador de Inferiores del equipo Pallamano Tavarnelle. Desde el 2016 el joven desarrolla una parte de su vida en Italia jugando temporadas completas en diferentes clubes y luego regresa a Cañuelas de vacaciones. Desde septiembre de 2019 está radicado nuevamente en suelo europeo.  
 
–Marcelo Romero: Cuando surgió el coronavirus ¿estabas jugando?
–Francisco Morettin: A mediados de enero nos enteramos del coronavirus y de los primeros casos aquí en el norte. Se lo tomaba como algunos lo hacen ahora en Argentina, pero veo que hay un poco más de conciencia allí. Estaba entrenando y jugando normalmente hasta que llegó la orden de jugar los partidos sin público en las zonas afectadas. A la otra semana estábamos viajando para jugar un partido y se suspendió todo.
 
–MR: ¿Allí comenzó la cuarentena?
–FM: Sí, se paralizó todo. Nos pidieron que estemos en nuestras casas, solo había supermercados y restaurantes con poca gente. A los días cerraron todo definitivamente y ahora solo están abiertos los mercados y las farmacias.
 
–MR: ¿Tenés que salir con un permiso?
–FM: Te paran, te preguntan y tenés que tener una declaración encima. Si te movés de tu casa lo único que podés hacer es sacar la basura, ir a la farmacia o al supermercado. Luego hay motivos para salir en algunos trabajos pero con la declaración, son muy pocos los casos que podes salir y moverte. La declaración debe decir por qué te estás moviendo, si vas al supermercado o a la farmacia, tenés que poner dónde residís y la policía te pregunta dónde vas.
 
–MR: ¿El club cerró totalmente y vos estás en tu casa?
–FM: Estamos todo el día en la casa y como el club está dentro de unas instalaciones escolares cuando cerró la escuela, cerró todo. Primero se pararon los entrenamientos de las Inferiores y nosotros teníamos que ir a entrenar con un médico del club que nos tenía que medir la temperatura y luego hacerse cargo por cualquier cosa. 
  
–MR: ¿Cuál fue la reacción del italiano y cómo están las calles hoy? 
–FM: La reacción del italiano fue un poco ignorante porque decían ‘es una fiebre, no pasa nada’ y cuando empezó la cuarentena en las comunas del norte había gente que se iba de viaje o a visitar a los parientes al sur y ese fue el problema, tomar las cosas ‘a la ligera’. El virus se esparció por todos lados. De un día para el otro hubo dos mil contagiados y eso saturó el sistema sanitario. En Milán mucha gente estudiaba y en vez de quedarse ahí se volvían a sus pueblos y desparramaron el virus. Hoy las calles están vacías y la gente muy tarde entendió que hay quedarse encerrada para que baje el nivel de contagio.
 
–MR: ¿Vos estás en una zona más preocupante?
–FM: Si bien hay más que en el sur, estoy en el límite. Florencia está en la región de la Toscana y digamos que de acá para arriba si hay mucho. Digamos que estoy a 200 kilómetros del principio de la ‘zona roja’. En Milán, Bologna y Venecia está peor.
 
–MR: ¿Cómo vivís la pandemia?
–FM: Salgo lo mínimo indispensable, hoy tenía que ir al supermercado pero tenía que hacer 40 minutos de cola afuera porque entran de a siete personas. Tomo sol por la ventana y al principio yo también me lo tomé ‘a la ligera’. Cuando suspendieron el campeonato yo decía ‘no puede ser… suspender un torneo por una gripe’, pero después me di cuenta que es muy contagioso. Tener miedo a veces te sirve para tomar muchas más precauciones.
 
–MR: ¿Cómo es el día a día?
–FM: El transporte público funciona pero están vacíos porque la gente no tiene que moverse. Cada vez miró menos tele y por suerte tengo un gimnasio en casa porque yo soy un deportista y necesito moverme, pero no mucho más. 
 
–MR: ¿Con tu pareja están distanciados, tratan de no estar muy juntos?, ¿hablan con los vecinos?
–FM: Lo que pensamos fue que si uno está contagiado el otro también porque los dos estamos en la misma casa, así que estamos igual que siempre. Pero tomamos muchísimas precauciones: cuando uno sale a tirar la basura, todo el tiempo estamos con alcohol en gel y por supuesto tenemos reservas de mate. Con los vecinos hay poco contacto y nos cruzamos poco porque no hay movimiento en la calle.