Fue nerd en la secundaria, bajó de peso y ahora nada en aguas heladas

Deportes 19 de marzo de 2022 Por LIC. Matías Folgueira
Sebastián Ramírez se zambulle desde los 31 años y empezó la actividad por una cuestión de salud, cuando la balanza arrojaba 110 kilos. Pero descubrió un nuevo mundo que lo llevó a competir en los lagos de Bariloche y Villa La Angostura.
Nadador (1)
Ramírez y una de las medallas que ganó. El ingeniero informático cañuelense tiene pasión por la natación.

Allá por el 2013, Sebastián Ramírez pesaba 110 kilos y sintió que era hora de hacer algo por su salud.

Sin haber practicado jamás un deporte, comenzó a nadar acompañando este proceso con una reorganización integral en lo que hace a la alimentación.

Eso hizo que, por un lado, desde hace seis años posea su peso ideal. Y por el otro, que se despertara el bichito oculto de la natación, algo que  Ramírez ni sabía que existía.

Desde entonces, no sólo ha seguido nadando sino que el próximo paso fue comenzar a competir en eventos indoor para pasar luego a hacerlo en otros de aguas abiertas.

No conforme con ello, Ramírez luego incursionó en competencias de aguas abiertas en el sur del país, donde la temperatura del agua es notable inferior. Recientemente, compitió en estas mismas aguas, aunque ya sin traje de neoprene.

–¿Por qué empezaste a nadar?
–Soy el típico nerd de la secundaria, soy ingeniero en informática y nunca me gustaron los deportes. Siempre me costó aprobar educación física y en ese entonces nunca tuve un incentivo hacia un deporte que no fuera con pelota, en los que son con pelota siempre fui pésimo. Nunca hice ningún deporte hasta los 31 años, cuando con 110 kilos me propuse bajar de peso más que nada por una cuestión de salud. Desde entonces nado todos los días, salvo los domingos, aunque en verano esos días voy con otros nadadores a a San Miguel del Monte.

–¿Qué te seduce de la natación?
–Desde muy chico me fascinó el agua y creo que en ello tienen mucho que ver mis abuelos. Mi abuelo siempre me llevaba a lo hondo, teniendo desde entonces un sabor especial estar en un ámbito en el que no podía hacer pie. También me gusta el hecho de tener que combinar músculos de todo el cuerpo para poder nadar al igual que sentir que, llegado cierto momento, uno entra en un estado de soledad absoluta en el que estás solo con tus pensamientos. Esto sucede, principalmente, en aguas abiertas, ya sea en competencia o entrenamiento, pero en aguas abiertas.

–¿Cuánto tiempo pasó para que decidiste dar el primer paso hacia el mundo de la competencia?
–La primera competencia fue en aguas abiertas en la laguna de Chascomús. Fueron 1500 metros en noviembre de 2013, ocho meses después de haber empezado a nadar. Salió un artículo sobre esa competencia en El Ciudadano con una foto en la que estoy junto a los demás nadadores con los que representamos a Cañuelas. Ya había bajado de peso y logré llegar a la meta, que era el objetivo que me había propuesto. Luego, en el invierno de 2014, empecé con las competencias en natatorios y por equipos y me empezó a ir bien, comencé a lograr podios en Banfield, Monte Grande, La Plata, CABA y Adrogué. 

Nadador (2)

–Desde hace un tiempo venís incursionando en competencias de aguas abiertas. ¿Qué tiene de particular esta modalidad  por sobre las que se dan en natatorios? 
–La diferencia es similar al hecho de correr en una cinta encerrado en tu casa o en un parque. La sensación de libertad que se siente al estar en un ambiente natural es lo que me seduce.

–Incluso dentro esta variante tenés preferencia por las que tienen lugar en el sur del país, donde las temperaturas del agua son extremadamente bajas. ¿Por qué?
–En 2016, el marido de una ex compañera de trabajo se anotó en la Vuelta al Lago Espejo, carrera de 3800 metros que se desarrolló en Villa La Angostura, y me pidió que le hiciera la gamba. Fue todo un tema entrenar en Monte con traje de neopreno, básicamente porque nunca había usado uno. Pero nadar por primera vez en esas aguas absolutamente transparentes con una visibilidad increíble en la que, luego y al pasar el veril, todo se transforma en un azul infinito y profundo, por lo que no se ve nada, hizo que me explotara el cerebro.

–Más allá de aquella primera experiencia en Chascomús, ¿competiste en otros eventos de aguas abiertas que no se desarrollen en aguas heladas?
–Sí. En Chascomús, San Miguel del Monte, Lagos del Rocío (Pilar) y en octubre pasado lo hice por primera vez en río, en San Pedro. En mar aún no he incursionado, pero ya estamos viendo de hacerlo antes de que empiece el invierno.

Ramírez se lanza a lo desconocido con espíritu inquieto. Por eso dice: “Explorar diferentes variantes de tu deporte lo considero como un crecimiento. Recientemente participé por quinta vez en los 10K del Lago Espejo en Villa La Angostura. Uno busca nuevos desafíos y por eso este año corrí solo, sin un palista al lado, apostando a la concentración y a la orientación. No me fue muy bien en cuanto al tiempo, pero eso hace que redoble esfuerzos en pos de mejorar.

–En la actualidad comenzaste a explorar la variante de nadar en aguas frías, pero sin traje de neopreno. ¿Qué te genera?
–El año pasado empecé a notar que varios nadadores nadaban sin traje, lo que se conoce como NAF (nado en aguas frías), por lo que decidí incursionar en ese mundo. En ese mismo 2021 nadé en el Lago Espejo, que tiene aguas frías aunque soportables, mientras que en este 2022 ya nadé seis mil metros sin traje en otros lagos como El Correntoso y el Nahuel Huapi. La idea es, de a poco, empezar a explorar esta opción. Lo que me atrae del NAF es la libertad que te da el hecho de no usar el traje en tanto que el agua helada te despabila, es algo increíble. Nunca es tarde para descubrir un deporte.

Sebastián lo hizo hace casi una década. Y ya nada como pez en el agua.

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