Los colores simbólicos de la Navidad, obsequios y otras tradiciones, todas tienen un significado y están ligados a la llegada de Jesús a este mundo.
 
Los colores tradicionales siempre fueron el ROJO, el VERDE y el DORADO por excelencia. Y no es casual. Aunque hoy en día están vinculados al consumo y a marcas en particular, a las que se le atribuyen la creación de estos símbolos, en realidad tienen un origen en la espiritualidad.

El ROJO como representación de la sangre de Jesús, la vitalidad, la vida.

El VERDE es la esperanza, la llegada de el Mesías, la vida.

El DORADO, la luz, la abundancia, la conexión con el Padre. 

Otras culturas, hace siglos, celebraban una festividad distinta. Los antiguos Celtas honraban el Acebo, un árbol que era verde y rojo, por ser perenne y creían que era la forma en la cual se mantenía hermoso durante el frio invernal. Así que cuando ellos y otras culturas celebraban el solsticio de invierno, decoraban sus casas con Acebo para atraer protección y la buena fortuna a sus familias durante el año siguiente. 

Desde este espacio vamos a buscar una manera de conectarnos con el espíritu real de esta celebración, la Navidad. Limpiar profundamente nuestro hogar, abrir puertas y ventanas para que circule la energía. Eso es algo fundamental.

Podemos rociar aceites de naranja y canela en los marcos de las puertas y ventanas para atraer la prosperidad, al igual que ducharnos con sales de baño o jabón liquido de naranja o mandarina, ¡y así incrementar nuestra energía! (Esto es útil todo el resto del año, no es exclusivo de las Fiestas).

Como otra tradicional manera de conectarnos a esta energía tan particular, podemos colocar 5 velones de los colores que representan los dones.
 
ROJO
VERDE
AMARILLO o DORADO
AZUL
BLANCO

Se ubica la vela roja en dirección sur.  Representa el amor en la familia. La vela de color verde se coloca al norte de la mesa. Representa la salud, La vela amarilla al este; representa la prosperidad. Y la azul al oeste; representa los dones del espíritu santo, la fe, la esperanza, la misericordia. Por último, la vela blanca como centro. Esta representa la conexión con cada uno de los dones. Al finalizar de ordenarlas debes decir:
 
“Amadísimo Espíritu de la Navidad, sé bienvenido nuevamente a esta casa, que tus dones de fe, caridad,  esperanza y agradecimiento residan siempre en este hogar. Gracias por todos los dones y bendiciones que nos has entregado este año. Te agradecemos lo que ya nos has concedido para el próximo año. Por obra y gracia del espíritu Padre, creador de todo lo que es. 
Que asi sea, que asi sea, que así sea. ¡Amén!”.

Luego, las personas deben escribir lo que desean para el próximo año en una lista de deseos, Luego, se enciende la vela blanca y, con ella, las demás velas en dirección de las agujas del reloj.
 
Un integrante de la familia, agradece, por cada favor recibido, de a acuerdo a cada color de las velas. 

Y al final, cada lista de deseos que han escrito, se quema. Y se dice la siguiente oración.

“Amadísimo Espíritu de la Navidad, gracias por cada una de las bendiciones que nos has entregado durante el año”.

“Gracias por cada amanecer y cada despertar, por cada sueño en la noche y cada alimento en el dia, por el aliento de vida, por la salud y el bienestar, por la prosperidad amorosa que pones en nuestras manos, por la lluvia, por la brisa y cada sonrisa, y cada beso. Sobre todo, que esta familia permanezca unida”.
“Que así sea, que así sea, que así sea. Amén”.

Deseando que el Espíritu de la Navidad esté en cada uno de ustedes y en cada hogar de este mundo, que los colme de amor, salud y prosperidad, les deseamos desde la Redacción de El Ciudadano de Cañuelas una muy Hermosa Nochebuena y muy Feliz Navidad y nos volveremos a encontrar la semana que viene.

Para poder leerlos y responder preguntas o recibir sugerencias sobre los temas que les gustaría que investiguemos, abrimos una vía de comunicación:
[email protected]

(*) Maestra de Reiki Usui, Karuna y Kundalini.
Gemoterapeuta y armonizadora. Especialista en magnetoterapia. Terapeuta péndulo hebreo.