
Entre lágrimas, alegría y amor por la pelota un testigo recordó la era dorada del 10. “Aún siendo un pibito tuve la certeza que lo que estaba viendo era la fugacidad hecha futbolista, esto quiere decir que es irrepetible, que cada cosa que hizo no la iba a volver a ver, ni siquiera por Él mismo porque se reinventaba cada partido”.