La psicóloga uribeña que recorrió Angola y lo contó en un libro

Jorgelina Marcos recogió sus historias y las de unos compañeros cañuelenses en un viaje que hizo hace una década. Luego de un taller literario en la Biblioteca Sarmiento se publican las vivencias sobre Africa tras cumplir una misión humanitaria con los salesianos.

El libro Tambula (Luvina Editorial) responde a preguntas que se hacía Jorgelina y otras que le hicieron durante años.

La vecina de Uribelarrea recorrió durante un poco más de año y medio cientos de kilómetros por un sector de Africa y fue juntando historias que no estarán en los portales de noticias tradicionales.  Carencias, crisis, epidemias, de las que nos enteramos de vez en cuando. Y notó que siempre le hacían preguntas de esa aventura africana. Hasta que a finales de 2018 se anotó en los talleres de Narrativa de Claudia Cortalezzi en la Biblioteca Popular Sarmiento, para empezar a desandar ese horizonte de sabana africana. Y empezó a clavar la mirada en sus notas de lo que iban surtiendo de sus memorias. Una forma de responder algunas de las preguntas de sus conocidos empezaban a despejarse, otras cuestionaban algunos recuerdos.  Los efectos fueron rápidos, había muchas preguntas. Y una forma de responder a algunas de esas cuestiones fue embarcarse en otra aventura, la de la edición de un libro, que lo tiene, pero transitando la pandemia y llegando (por ahora) por pedidos.  
“Cuando volví no me sentía preparada para un recuento. Dejé pasar varios años, me preguntaban las personas, algunas cosas me acordaba, otras menos y empecé ese taller para contar entre los alumnos y ver si probaba por algo más. Mi experiencia con la palabra escrita había sido pasar por La Palabra de Ezeiza y con mi hermano Chepa, además de algún cuento, pero no otra cosa. Hasta que ya en el taller me organicé para hacer tipo capítulos y de manera cronológica. Fue así que nació esto de Tambula, que significa ofertorio u ofrenda, en uno de los 25 dialectos que se hablan allá y se puede usar en una misa”, explica la psicóloga del hospital Dardo Rocha Jorgelina.     
La travesía de Marcos empezó en abril de 2010 hasta agosto de 2011.  Entre vehículos 4x4, con caminos semidestruidos, centros de refugiados, actos de corrupción, escenarios de guerras, campos minados, desempleo, paludismo o fiebre amarilla, bandas armadas, grandes mosquitos y desiertos.   
“No quería olvidarme de algunas cosas, no seguir repitiendo a otros y de alguna manera es un cierre de la experiencia, con lo más significativo y además hacerme como un regalo”, define Jorgelina, de 36 años, que hizo el viaje con otros jóvenes del distrito: Mayra Spinelli, Alejandro Aparicio y Julieta Gamardo, todos ellos egresados de la Escuela Agrotécnica Salesiana Don Bosco de Uribelarrea.   


En la región subsahariana del continente negro, la cañuelense viajó hace diez años con otros tres vecinos para asistir en materia de educación y salud. 

La profesional estaba a cargo de sus compañeros cañuelenses que, y en Angola cumplía la función de encargada de una escuela con pupilos, provenientes de aldeas. “Era un proyecto de escuela con casa con chicos con capacidad para 120 alumnos. Era con profesores y voluntarios de misioneros del Don Bosco, donde me formé como Técnica en Producción Agropecuaria”. Se fue con su flamante título de Psicóloga de la UBA. “Podía estar más tiempo, pero por problemas de salud decidí regresar”, destacó. Padeció paludismo en seis ocasiones y fiebre tifoidea otras tantas.  
Con unas diez vacunas se preparó para tomar el vuelo que la llevó a Sudáfrica y luego de una escala a Angola. Por la mañana trabajaba en la huerta con los alumnos, en la tarde era preceptora y luego hacía unas tareas de acompañamiento y hasta sanitarias de los estudiantes. “Era trabajar todos los días, desde muy temprano”, aclara.  
A una década del desafío, de saldar una deuda con los recuerdos y los diálogos, Marcos sostiene: “Me gustaría volver para ver cómo está la casa, donde fue ampliada por nosotros su zona de producción, además sembramos. También sería bueno ver a los chicos en su evolución y hasta seguir con la experiencia”.   
Alejados del mundo de las pantallas, “es muy impactante las creencias que tienen, la cultura tan distinta, el uso del agua y de la electricidad, la falta de confort, las enfermedades, los blancos no son tan bien vistos. Están más modernizados pero muy carecidos”.     
En 17 capítulos, con un prólogo de su autora, más algunos dibujos elaborados por sus familiares, en algo más de cien páginas, nos revela lo que hizo finalmente allá lejos.    
Lamentablemente no hay fecha para su presentación. Se había planeado para abril, pero la pandemia lo postergó hasta nuevo aviso. Para conseguir un ejemplar editado por Luvina, con el arte de tapa de Clara Martínez Tanoira, se puede escribir a Jorgelina: jorgelinamarcos@yahoo.com.ar


Leandro Barni – leandrob@elciudadano.com.ar

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