Ceferino Namuncurá, modelo de santidad, convoca al turismo al rescate de su historia
A modo de historieta, una vecina aportó datos y anécdotas que recuerdan su paso por el colegio Don Bosco, de la mano de su biógrafo Luis Pedemonte. Se trata de un documento gráfico, titulado ‘Una gloria argentina ignorada’.
La figura de Ceferino Namuncurá, exponente de la cultura indígena y modelo de santidad para la niñez, vuelve a iluminar la historia local gracias al rescate de una antigua publicación salesiana. Se trata de un documento gráfico, titulado ‘Una gloria argentina ignorada’, editado por su primer biógrafo, el salesiano Luis J. Pedemonte bajo los subtítulos de ‘Exponente de una raza aborigen. Un modelo para los niños’, y publicado por Artes Gráficas Institución ‘Dr. Juan Segundo Fernández’, en 1943, tercera edición, en San Isidro. Tiene dibujos de Juan Segundo Fernández y ha sido revitalizado por María Rizzi, quien lo acercó a ‘La Vieja Herrería’, espacio de preservación cultural dirigido por Pablo Garavaglia. Este hallazgo arroja nueva luz sobre la relación de Ceferino con Uribelarrea, un enclave rural que marcó su infancia y formación espiritual.
El beato Ceferino Namuncurá, hijo de un cacique araucano nacido en Chimpay en 1886, visitó Uribelarrea en tres ocasiones, entre 1897 y 1902, aprovechando las vacaciones para residir en el Colegio Don Bosco. Estas estancias, preludio de su partida hacia Viedma en febrero de 1903 para iniciar su aspirantado, representaron un periodo significativo en su desarrollo personal y en su acercamiento a la vida religiosa.
El ingreso de Ceferino al colegio salesiano Pío IX (San Carlos) del barrio de Almagro, en septiembre de 1897, marcó el inicio de su educación formal. Su rápido progreso en la lectura, impulsado por la dedicación de los maestros del Oratorio San Francisco de Sales, ubicado frente al colegio, evidenció su inteligencia y afán de superación. Este contexto educativo fue crucial para preparar su mente y espíritu para las experiencias que viviría en Uribelarrea.
La llegada de Ceferino al pueblo turístico, el 27 de diciembre de 1897, significó una inmersión en un entorno natural que evocaba los paisajes de su infancia en la Patagonia. El campo, los animales, la libertad de la vida rural, contrastaban con la rutina del colegio en Buenos Aires y le brindaban un espacio de conexión con sus raíces y con la naturaleza.
La publicación salesiana rescatada, y difundida a través de Facebook, no solo relata estos hechos, sino que los ilustra con dibujos que representan a Ceferino colaborando en diversas tareas rurales. Se le ve montando a caballo con destreza, arriando vacas con diligencia, cazando perdices con sigilo y acompañando al carro lechero con entusiasmo. Estas imágenes, más allá de su valor estético, testimonian la integración de Ceferino en la vida cotidiana de Uribelarrea y su disposición para aprender y participar en las labores del campo.
La huella de Ceferino en Uribelarrea también quedó plasmada en la literatura. La obra ‘El santito de la toldería’ de Manuel Gálvez.
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