El precio de la carne quedó en el centro de la escena desde los primeros meses del año, producto de la sequía y el adelantamiento de hacienda a faena. El protagonismo que tomó no se debilitó aun cuando los meses fueron pasando y los precios no aportaban grandes modificaciones, más allá del retraso del 40 por ciento respecto de la inflación.

Las previsiones de un aumento en el precio de la carne se esperaban recién a partir del inicio de la primavera y tanto los especialistas como los propios comercializadores de ganados especulaban con esos tiempos, aunque algo falló en la lectura de cómo se iba a desarrollar, sobre todo, en un año electoral.

A medida que el dólar se transformó en un enemigo imparable, los días posteriores a las elecciones primarias no ayudaron a parar una debacle que ya no tenía un horizonte con mejores perspectivas que la caída abrupta de la economía. La devaluación del peso puso a los productos del agro nuevamente en la preocupación de todos, pero la carne supero la barrera y aumentó en menos de 30 días prácticamente un 40%.

En el Mercado Agroganadero de Cañuelas y en la venta directa parecía no repuntar los valores hasta que las PASO mostraron otro panorama y las cosas cambiaron. La hacienda superó $900 el kilo vivo, “valores de recomposición”, apuntaron los actores del mercado de ganados y carnes. Y tuvo su efecto inmediato en las carnicerías, ya que en cuestión de días aumentaron los precios en mostradores y góndolas, alejando cada vez más al consumidor de la compra diaria. 

A todo esto, y sin mediar mayores explicaciones, solo algunos días después, los exportadores de carne recibieron la noticia de un parate en los envíos al exterior, hasta tanto se resuelvan los aumentos de precios en el consumo interno, por lo que desde la Aduana difundieron la suspensión por 15 días las exportaciones de carne, esperando lograr un acuerdo de precios”.

Rápidamente, el titular de la Secretaría de Agricultura, Juan José Bahillo, salió a desmentirlo vía Twitter. Una señal de desconcierto.

Lo cierto es que ese acuerdo para el consumo interno no llega ni al 10% de la oferta total de carne en Argentina. Solo alcanza a los grandes supermercados del AMBA, pero no al interior de Argentina. Por lo que el impacto no va a ser mayor o significativo.