Es enfermera, cumplió 100 años y le gustaría seguir vacunando

Sociales 23 de junio de 2023 Por Leandro Barni
En su casa del centro todavía conserva el consultorio. Fue pedicura, costurera y le servía el café a los intendentes. Una vida longeva y con muchas anécdotas.
Enfermera
Carmen Pacheco con su único hijo Pedro Angel Taberna. El 3 de junio cumplió un centenario de vida.

Escoltada por sus gatos Micaela y Poroto, mirando muy de cerca la pantalla del televisor con ‘Los ocho escalones’, Carmen Pacheco pasa los días en una cama instalada en el comedor diario. En una mesa pequeña, el teléfono de línea, un calefactor y una botella con agua. En la primera sala se mantiene el consultorio tal como lo dejó hace tiempo. En la pared de ingreso a su casa ubicada en el centro, el clásico cartel numeral de loza anuncia con letras negras ‘enfermero’.

La vecina nacida en Lobos -en la casa de una partera,al igual que sus hermanos Angel Alfredo y Héctor Alberto, cumplió 100 años el 3 de junio. Casada con Pedro Benito Taberna, es madre de Pedro Angel, hoy de 74 años. Tiene una nieta (Patricia) y dos bisnietos  (Joaquín y Emilia).

Estudió enfermería en La Plata y luego pedicura en Buenos Aires. “Después de una caída, no veo bien de un ojo. Si no fuera por ese problema, seguiría vacunando. El tema es cuando hay que preparar la jeringa; no se puede volcar. No perdí la mano. Trabajé mucho también con pedicuría. Pero mi vista ya está gastada”, afirma con tono enérgico y levantando la voz por su sordera.

Pero además de dar inyectables y atender la casa, iba a ver carreras de autos, sobre todo en las que participaba el piloto local Juan Carlos Nesprías. También disfrutaba del hipódromo. “A los 18 años, ya iba a ver las carreras sola y nunca volvía con el bolsillo vacío, siempre con algún pesito. A los 13 empecé a trabajar con mis padres haciendo tambo, en dos turnos”.

Y mientras iba y venía con su maletín de enfermería, servía el café en el despacho del intendente. Fue durante las gestiones de Pedro Arín y Eduardo Estavillo.

“Cuando comencé con las inyecciones había mucha tuberculosis. Atendí todas las pestes; también, escarlatina y tifus. Mi primera clienta fue a Leonor Ponce de León de Casal, que tenía 14 años. Ella estaba afectada por las paperas resumida en el páncreas. Le di la primera inyección y la última vez que habrá sido a los 85 años. Pero me jubile de Industria, siendo costurera de fábrica”.

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