El Tribunal Oral en lo Criminal N°5 de La Plata comenzó el juicio a tres hermanos acusados por presunta tenencia de estupefacientes con fines de comercialización y prostitución infantil. Dichos delitos ocurrieron en el barrio  de la periferia de Cañuelas, en noviembre de 2016.

Según la investigación, del entonces fiscal Fernando Cartasegna, Osvaldo, Javier y Nicolás Contreras usaban juguetes sexuales para que otros hombres sometan a las víctimas menores, en viviendas del barrio Municipal. En la causa también fue imputado Jorge Porciel.

En octubre de 2016, la División de Drogas de la Bonaerense, con efectivos locales, el grupo Halcón y la DDI La Plata, allanaron seis puntos vinculados a la supuesta venta de estupefacientes, además de la casa de Osvaldo Contreras. Se encontraron un total de 132 trozos compactos de marihuana, 77 envoltorios de cocaína y cinco balanzas de precisión, según voceros oficiales. También, indicaron que se incautaron un revólver calibre 22, chalecos con la inscripción “Policía”, una camisa y un pantalón, similares a los de las Fuerzas de seguridad y celulares. Además, hallaron elementos para tener relaciones íntimas. En esa oportunidad, se aprehendieron a 14 personas.

El caso se originó a partir de la denuncia de  una mujer que aseguraba que su hija menor había sido abusada en varias ocasiones por un hombre. Además, dijo que la chica era drogada para tener sexo con otros sujetos que le pagaban al denunciado. Sumado a eso, el fiscal los señaló por prostituir, en un rancho emplazado en el lote de su casa, al menos a cuatro chicas, con un caso acreditado y otros tres sospechosos. Las víctimas tenían entre 10 y 17 años, dos de ellas serían del barrio mencionado y las otras menores vendrían de zonas aledañas de Cañuelas.

La investigación policial arrojó que, en una de las viviendas dividida en varios sectores junto a sus parientes, recibía a diario a chicas, a pie o en bicicleta. Esta modalidad se repetía en horas de la madrugada.

De acuerdo con la investigación, los abusos habrían ocurrido durante al menos dos años. Testimonios que obran en el expediente indican que una de ellas recibía 300 pesos diarios por tener sexo con los supuestos clientes de Contreras, que se hacía llamar “Pablo”. La denuncia que permitió dar con los implicados fue realizada por la mamá de una de las víctimas.

En su relato, la mujer contó que encontró a su hija (en ese entonces de 12 años) con la ropa interior sucia y marcas en los pechos. La menor sostenía que había ido “a la casa de un tío”, invitada por este vecino, que le dieron algo para beber y después no recordó más nada.

Luego de la acusación, la señora recibió varias amenazas. “Esta noche te quemo el rancho”, le dijeron. En tanto, a la mayor de sus hijas (quien en ese momento tenía 15 años) le llegaban ofertas para prostituirse -vía WhatsApp- a 1.000 pesos por día.

Finalmente, cumpliero con la amenaza y quemaron la casilla de madera, con todas las pertenencias de la denunciante y de su familia.