Amor y genética, la importancia de nuestras abuelas

De acuerdo a la interpretación del escritor chileno Alejandro Jodorowsky, la nona materna le transmite a la nieta rasgos físicos, gestos, temperamento y hasta vivencias. La herencia del ADN y el impacto de los ancestros.

Salud y Bienestar12/08/2022 Anabella Lucione (*) 
Salud y Bienestar

Según el conocido escritor  chileno Alejandro Jodorowsky, la abuela materna cumple un rol preponderante en la vida de la mujer. Independientemente de que la hayamos conocido o no, solo basta con valorar que es la mujer que le dio la vida a nuestra madre para entender por qué es una figura importante. Vale la pena analizar algunas consideraciones del escritor y  creador de la psicomagia y psicogenealogía a la luz de conocimientos avalados por la ciencia, la genética y la epigenética.  Así, podremos evaluar si esta teoría nos puede ayudar a comprender mejor nuestra realidad familiar. 

¿Qué transmite la abuela materna?
Jodorowky explica que le transmite su carga genética a la hija y ella a la nieta. En su opinión, este particular encadenamiento genético se da solo entre generaciones de mujeres.

La nieta se parece más a la abuela materna que a la madre o a la abuela paterna. Eso se debe a que los rasgos genéticos se saltan una generación (en el caso particular de mi familia, heredamos genéticamente los ojos claros, generación por medio, en la cual no fui favorecida, pero si mi hija). La abuela materna no solo transmite los rasgos físicos, enfermedades hereditarias, gestos o temperamento. También, imprime las vivencias de cuando estuvo embarazada de su hija.

Todo lo que la abuela sintió y cómo lo vivió, queda en la impronta de cada célula de la nieta. La mujer lleva la información de la abuela materna, desde cuando estaba embarazada de su madre. Tomar conciencia de eso puede permitirle a la mujer sanar comportamientos inconscientes que frenan su autorrealización.

¿Qué dice la genética de la abuela materna? 
Las teorías de Jodorowsky no tienen base científica. Él mismo lo reconoce. Sin embargo, es interesante analizar su interpretación sobre la importancia de la abuela materna, contrastada con algunos conocimientos de la genética humana. El 50% de la herencia genética proviene de la madre y la otra mitad, del padre. El óvulo, además de aportar la herencia genética del núcleo de la célula, contiene el ADN mitocondrial que está en la membrana celular.  

El espermatozoide, en cambio, solo aporta el ADN nuclear. El espermatozoide es un núcleo celular con cola que, al fundirse con el óvulo, pierde la cola. El feto recibe el ADN nuclear de sus cuatro ancestros, mientras que solo recibe el ADN mitocondrial del lado materno. 

De igual forma, resalta otro hecho: la participación genética del padre acaba con la fecundación. La intervención genética de la madre, en cambio, continúa presente en todo el proceso de gestación. La madre gesta al feto en el interior de su cuerpo, donde hay un continuo intercambio de material genético. 

¿Por qué hay genes que solo están en la membrana mitocondrial de la célula y no en el núcleo? Esta es una pregunta aún sin respuesta. Lo que sí saben los científicos es que el ADN mitocondrial de todos los individuos es una herencia materna.

La razón por la cual en la formación del cigoto solo interviene el ADN mitocondrial de la madre constituye un reto científico todavía. No sabemos si esto fue lo que inspiró a Jodorowsky a formular su teoría de la preponderancia de la herencia de la abuela materna. 

Todos formamos parte de un sistema familiar, con reglas y mandatos inconscientes que marcan nuestras reacciones y, por ende, nuestras vidas. En el mismo instante en que somos concebidos, recibimos implícitamente un legado familiar del que no somos ni siquiera conscientes porque, entre otras cosas, está inscrito en el ADN.

Esa herencia inconsciente nos conecta con la familia. Tomar conciencia de lo que heredamos de nuestros abuelos, de alguna manera, nos libera. Las investigaciones del doctor Bruce H. Lipton, autor de ‘La biología de la creencia’, señalan que los genes y el ADN no controlan nuestra biología. 

Por el contrario, el ADN es controlado por el medio ambiente que nos rodea, lo que incluye nuestros pensamientos y creencias. El entorno incide en la evolución y el desarrollo de las células. Así, nuestra parte consciente es capaz de cambiar la programación del subconsciente que heredamos de las generaciones pasadas. Lo que desmitificaría que las enfermedades son hereditarias, indefectiblemente.

¿Y que heredamos de la abuela paterna?
La verdad es que no siempre las abuelas maternas están involucradas en el cuidado y vínculo con los nietos. Las experiencias y traumas de las abuelas y abuelos y su ADN, forman parte de la historia de los nietos. No importa si son maternos o paternos, lo importante es que los padres se den cuenta de la importancia que tienen las abuelas y los abuelos en el desarrollo emocional de los niños.

Los abuelos son una referencia fundamental en la vida de sus nietos, hayan tenido la oportunidad de conocerlos o no. Fuentes de amor incondicional que enriquecen el desarrollo de las personas.

“Herencia” es una palabra compleja porque tiene varias acepciones. Por su etimología refiere a “las cosas que están unidas o adheridas”. Desde el siglo XIX se empezó a hablar también de herencia biológica.

En un proceso legal sucesorio, cuando un juez decide sobre una herencia, los hijos tienen partes iguales: son los que reciben primero y excluyen a los parientes más alejados. La distancia te empobrece: eso es lo que la ley tiene para decir sobre los antepasados. Por otro lado, la ley de Dios ordena: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Es el cuarto mandamiento, y no dice nada acerca de honrar a tu bisabuelo y a tu bisabuela.

Por suerte, en los asuntos ancestrales no hay ley y quizás tampoco haya distancia. Para la cultura judía, el legado es una obligación moral y uno de mis conceptos favoritos en ídish es “di goldene keit”: la cadena de oro de las generaciones. 

Los humanos tenemos dos ADN. Uno es genético; el otro, espiritual. Y así como hay un inconsciente colectivo de la humanidad, creo que hay también otro de la familia. Son saberes, habilidades y vocaciones que se transmiten a los nuevos miembros, pero no con la palabra, sino a través de algo intangible que en cada generación cae en un depositario, que es quien está más permeable y lo toma.

O sea, todo lo que hacemos es un legado para nuestros nietos y bisnietos, eso quizás es un motivo más para nuevas oportunidades, aventuras y diálogos que pasaran de generación en generación, Siendo así la forma más cercana a la inmortalidad. 


(*) Maestra de Reiki Usui, Karuna y Kundalini. Gemoterapeuta y armonizadora. Especialista en magnetoterapia. Terapeuta péndulo hebreo.

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