Damián Junco: con la tinta del fútbol en la piel

Deportes 13 de mayo de 2022 Por Jonatan Pedernera
Luego de trazar algunas de las páginas más gloriosas de Cañuelas FC, el ascenso de 1996 y el título en el 2000, el hijo de ‘Moyo’ se fue a jugar a Europa. Volvió a la ciudad y ahora vive de otra pasión: los tatuajes. La entrevista con El Ciudadano.
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Junco, el penúltimo abajo, en el equipo de Cañuelas que logró el ascenso en 1996.

Damián Junco nunca olvidó el pago. Tras darse el lujo de debutar en Cañuelas, el club de sus amores, dio su regreso en 2000 y, tras radicarse en España durante casi 20 años, pegó una segunda vuelta llena de novedades. Claro, el ex mediocampista, que también hizo las inferiores en Banfield, volvió a calzarse los botines con los veteranos en el Fútbol Senior, se animó al Padel y encontró su cable a tierra en los tatuajes, su actual oficio en la ciudad.  

Pero eso no fue todo, ya que Junco fue elegido para integrar el grupo ex jugadores del ‘Rojo’ que recorren los clubes del distrito en el programa de las escuelitas de fútbol por los barrios. Dentro de ese team del municipio, también están Mario Alegre, uno de los ídolos del club, y Walter Negreti, un trotamundos del Ascenso que engrosó las redes en su paso por el ‘Tambero’. Así, volvió a patear las calles de los clubes, como en su época en los clásicos barriales, donde se destacaba haciendo valer un apellido con gran historia. 

Aquellos que peinan canas cuentan que Cañuelas tuvo a su René Houseman, allá por la década del 70. Había que ser guapo para gambetear en las canchas de la D en esa época, y por ahí andaba ‘Moyo’ Junco, papá de Damián. Dice la leyenda que el puntero derecho volvía locos a los marcadores a pura gambeta y cintura, a la ida y a la vuelta. Ah, y que una vez la rompió en un amistoso contra Quilmes, pero se negó a abandonar sus compromisos en Cañuelas y dejó a los dirigentes cerveceros con las ganas. 

Este Junco, con más ida y vuelta en el mediocampo pero criterioso para pisar el área rival, festejó a lo grande y tuvo el privilegio de haber integrado los planteles que consiguieron los primeros campeonatos para el club, el ascenso a la C en 1996 (en el equipo de la ‘Vieja’ Moreno, Ciro Duarte y Luchetti) y el título de 2000, con Carlos Medina a la cabeza como técnico y con Ismael Villalba, uno de sus compañeros de fútbol en la infancia y en el barrio, destacándose en el frente de ataque. Sólo se sacó la casaca roja para jugar en J. J. Urquiza. Y a diferencia de su viejo, Damián escribió la historia en una etapa de transición, ya que marcó un surco en el ‘Viejo Cajón’ de la calle Del Carmen y en el novato estadio Arín, donde dijo presente, nada más y nada menos, que en el primer partido, ante Flandria, el 14 de septiembre de 1996. 

Pag 25 (1)Con Ever Banega. Una foto que recuerda de cuando jugaba en Saguntino.

–¿Cómo te trata el presente con este nuevo rol en las escuelas?  
–Con mucha ilusión, Adrián Monod, el encargado de Deportes del municipio de Cañuelas, confió en mí para aportar mi granito de arena en este proyecto. Está bueno que los chicos hagan deporte y puedan ir en busca de sueños, ya que en algunos lugares, alejados del centro, hay muchos padres que no cuentan con los suficientes medios para acercar a los chicos a realizar alguna actividad. 

–¿Qué recordás de tu etapa como futbolista?  
–Y... empecé de muy chiquito y tengo los mejores recuerdos. Una de las mejores cosas que viví fue haber pertenecido al plantel de Cañuelas que ascendió de la D a la C, un grupo que tiraba para adelante y con tremendos monstruos. Tuve muchas alegrías en mi vida deportiva, jugué promociones y logré otros dos ascensos en España.  

–¿Cómo te fue ahí?  
–La verdad que muy bien, estuve 19 años, jugué 10 promociones y conseguí dos ascensos. Pude vivir del fútbol y gracias a eso pude darle un buen futuro a mis hijos.  Por suerte, no me equivoqué y fue una gran decisión la de seguir mi carrera en Europa. 

–¿Te tocó enfrentar a algún jugador de élite?  
–Sí, cuando jugaba en Saguntino enfrentamos a la filial del Valencia, que estaba por ascender de la C a la B, y en esa época jugaba Isco (surgido ahí, actualmente en el Real Madrid y con experiencia en la selección española). Desde el equipo de Primera sólo le dieron permiso para que viaje y juegue contra nosotros: nos hizo cuatros goles en el arranque y para el segundo tiempo se tomó el palo para tomarse el avión y cumplir con el conjunto A. Quedé impresionado por su calidad y no me sorprendió el salto que pegó en su carrera porque lo sufrí en sus inicios y ya se veía que tenía un gran potencial.

–¿Y te topaste con algún argentino?  
–Y... justamente en ese partido fue que me encontré a Ever Banega, le comenté que éramos compatriotas y tuvo la mejor onda. De ahí me tomé esa foto con él, que dejó un gran recuerdo en su paso por el Valencia y, en general, por España.  

–¿También estuviste en Banfield en tu etapa formativa? 
–Sí, fue una época muy linda y me sirvió como experiencia. Ahí compartí equipo con Julio Barraza, quien terminó siendo uno de los referentes en ‘El Taladro’, tanto adentro como afuera de la cancha como dirigente deportivo. 

–Al regreso, ¿cómo encontraste a la ciudad de Cañuelas?  
–La realidad es que encontré todo más poblado, todo es más grande. Volví después de 8 años y vi muchos cambios para bien. La ciudad mantuvo la esencia y se ve hermosa.  

–Te diste el lujo de ponerte la camiseta albirroja en el Fútbol Senior, ¿no?  
–Sí, fue una etapa muy linda, pero corta. Volví a encontrarme con compañeros de equipos en los que jugué y con los que compartí inferiores en Cañuelas y en los torneos barriales, fue algo muy emocionante.  Además, volví a ver a muchachos a los que enfrenté hace varios años. El Senior ha crecido en todos los clubes y eso le hace muy bien a varias glorias y referentes. Sinceramente, me fui del equipo porque los horarios no me daban y soy una persona de las que se comprometen al 100%.  

Pag 25 (3)Su nueva vida. Junco es tatuador en Cañuelas.

–¿En qué momento te decidiste por los tatuajes?  
–Cuando me separé de la mamá de mis hijos. Tenía que mantener la cabeza ocupada, empecé con retratos, participé de algunos seminarios y después me tiré a los tatuajes. Arranqué con amigos y después llegaron varios pedidos, ahí me lo empecé a tomar en serio. Hoy en día vivo de esto y tengo mi propio taller. 

–¿Cuáles son los modelos más solicitados?  
–En Cañuelas, lo que más sale son nombres, frases, cosas muy sencillas y escudos del club con fechas emblemáticas. En el último campeonato me tocó hacer varios en referencias al título, mucha tinta roja, je.  

–Si te tuvieras que tatuar a un personaje emblemático del club, ¿a quién elegirías?  
–Me haría la cara de mi papá, ‘Moyito’, sin dudas. Es un símbolo de Cañuelas, todo el mundo lo conoce acá y cuentan sobre la calidad de jugador que era. Siempre va a ser mi ídolo.  

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