Día de la Mujer: Felipa Larrea tiene su propia calle

Fue la última esclava en tiempos coloniales. El Concejo Deliberante votó a favor de bautizar a uno de los caminos internos del Parque Industrial con el nombre de quien fuera la sirvienta, entre otros, de Bernardino Rivadavia, primer Presidente argentino.

Interés general08/03/2022 Jonatan Pedernera
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Felipa, en 1909, fotografiada por la revista ‘Caras y Caretas’.

Una de las mujeres más significativas del Siglo XIX, Felipa Larrea, tuvo relación directa con la ciudad de Cañuelas, donde decidió transcurrir sus últimos años luego de una vida cargada de trabajo y agotamiento.

Fue una de las últimas esclavas y sirvientas de la época colonial. Tras la aprobación del Concejo Deliberante, y por pedido expreso de la intendenta Marisa Fassi, una de las calles laterales del Parque Industrial recordará a la morena, quien fuera uno de los retratos de la vida en una era muy especial de la historia argentina.   

Su cara es el lienzo de una etapa. Basta con mirarla una y otra vez. La postal de agotamiento en una etapa donde los negros arribaban de contrabando, algunos -con suerte- llegaban tras viajar en condiciones nada humanas.

Nació unos días antes de la Revolución de Mayo, hija de un norteamericano esclavo, Juan Larrea, y de una africana llamada María Rodríguez. Como era costumbre en ese entonces, fue comprada por miembros de la Basílica de la Merced, uno de los templos más importantes de Buenos Aires, y a partir de ahí sirvió en las casas de algunos personajes reconocidos como Valentín Díaz, Josefa Lavalle, Marco del Pont, Joaquino Del Pino y  Bernardino Rivadavia, el primer presidente argentino. 

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El retrato de Arturo Ramos.

Y en esos tiempos, la voz de la mujer ni siquiera resonaba las casonas y en los hogares tipo chorizo (con la distribución de las piezas a lo largo de los patios internos). En ese contexto, Felipa tuvo catorce hijos, aunque algunas fuentes afirman que alumbró a once. Con toda la dura vida encima, sufrió las pérdidas de esposos, hijas y seres queridos. Y se mantuvo firme, a disposición del clero (la clase alta), que disponía cuando casarse, cuándo separarse y a dónde trasladarse para limpiar o realizar cualquier tipo de actividad que se necesitara.

Cabe recordar que los esclavos realizaban las tareas más duras y vivían en las peores condiciones. Recién podían estar libres cuando el amo decidía que ya eran viejas o débiles para las tareas domésticas. 

Y así, Felipa Larrea terminó en Cañuelas. Allí vivió acompañada por su hija Magdalena y murió a los 100 años, el 18 de enero de 1910. La morena tenaz dejó su huella en aquella ciudad, que representaba un paisaje netamente campestre, y también continuó con el legado a través de sus descendientes. En el año Bicentenario, el Municipio se encargó de reconocer ese camino, justamente, bautizando una de las calles del Polo Industrial de la Ruta 6, que se abre paso con el desarrollo de las 

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