Diego Franco, el bailarín que vuelve a su tierra con un show que es mucho más que danza

Baila desde niño, fue autodidacta del bombo y las boleadoras y fundó una compañía con proyección internacional. Después de girar con un circo en Estados Unidos, regresa a su ciudad con “Resilientes”, un espectáculo que es homenaje, testimonio y declaración de principios en el Cine Teatro.

Espectáculos10/08/2025Leandro BarniLeandro Barni
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Argendance Company se presenta con Resilientes.

Hay un escenario. El mismo de siempre. El Cine Teatro Cañuelas, que lo vio por primera vez cuando todavía no alcanzaba el metro y medio, cuando apenas era un pibe que bailaba malambo con su padre en el Ballet Cañuelas. Y hay una fecha: sábado 13 de septiembre. Diego Franco, hoy con 34 años, vuelve a ese lugar. Pero no lo hace solo, ni como aquel niño del barrio El Buen Pastor que aprendía con las boleadoras en la mano. Vuelve con todo lo que vivió, con todo lo que luchó, con lo que construyó y, sobre todo, con lo que soñó.

Vuelve con Argendance Company, la compañía de danzas que fundó hace diez años y que ahora se presenta con el espectáculo Resilientes, una obra de una hora que mezcla bombo, boleadoras, tango, canto, folklore, danza contemporánea y mucho más que técnicas: historia, memoria y fuego. Una obra dirigida por Aldana Balbuena, escrita sobre el lomo de cada bailarín que la interpreta.

Es que “Resilientes” —como él la describe— es más que un show de danza: es la vida de los que se fueron para perseguir una oportunidad. Es el reflejo de aquellos que dejan su tierra con una valija rota y una esperanza intacta. Es, también, una postal de su propia vida.

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Diego Franco en la redacción de El Ciudadano con su novia Lourdes Zungri.

Diego Franco nació en una esquina de polvo: 25 de Mayo y San Vicente. Fue a la Escuela N°3 y después al Estrada, aunque no terminó el bachillerato porque los caminos del arte lo llevaron antes. Su padre, ‘Chacho’ Franco, lo introdujo en el malambo, pero pronto se iría a Paraguay y Diego quedó bajo el ala de su hermana Alejandra, y después bajo su propio ímpetu.

Competencias, festivales, torneos. Tuvo que elegir: fútbol o danza. Eligió el bombo. Y con él en la mano se fue a bailar a Caminito, luego a los shows de Flavio Mendoza como Stravaganza Tango y Mahatma. Después vino lo más grande: “Got Talent España”, donde llegó a las semifinales en 2019, y donde un video con millones de vistas lo catapultó hacia nuevos escenarios.

Allí comenzó el ciclo del circo: Ringling Brothers, la compañía más grande del mundo. Dos años de gira por Estados Unidos, presentaciones en estadios de la NBA, microestadios. “Nos subíamos con los bombos a una plataforma. Desde ahí veías todo. Veías 15.000 personas respirando al ritmo de tu cuerpo”.

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Temporadas en el circo norteamericano Ringling Brothers.

Argendance creció mientras tanto. Hoy tiene entre 25 y 30 bailarines distribuidos por el mundo: 8 en Alemania, 5 en Canadá, 4 en Italia, otros tantos en Estados Unidos. Cuando hay una oportunidad, Diego los mueve, los arma, los manda. Como quien acomoda fichas en un tablero hecho de danza.

Resilientes, que inicia su gira nacional en Cañuelas, seguirá por Pergamino, el Teatro Regina en la Capital Federal, Junín, Córdoba y Santa Fe. La gira está armada a pulmón, como casi todo en la vida de Diego. La producción la llevan adelante Jennifer y Aldana Amuchástegui. La música, otro equipo. La coreografía está a cargo de su novia Lourdes Zungri, también bailarina, oriunda de Merlo.

“El espectáculo es un homenaje a los artistas que dejaron su casa por un sueño”, explica Diego. Cada escena del show —que por momentos recuerda a una película sin diálogos— está inspirada en la historia real de los bailarines que lo integran. Tucumanos, cordobeses, correntinos, santafesinos, bonaerenses. De distintos lugares, pero con un mismo impulso: bailar.

Hay despedidas de pueblos, cruces de miradas en avenidas grandes, silencios que dicen más que cualquier letra. Escenas simples que tocan hondo. Como cuando Diego baila con su sobrino Joel Fagúndez, de 22 años, a quien preparó desde chico y con quien compartió shows en Estados Unidos.

También su hermana Maricelia forma parte: ahora reside en Alemania y desde allí representa la bandera de la compañía.

“Ser bailarín no es sólo moverse. Es resistir”, dice Franco. Y en ese verbo está la raíz de todo: resistir cuando no hay escenario, resistir cuando hay que ensayar cinco horas, tres veces por semana, resistir cuando manejar Uber era lo único que le daba de comer. “Hoy puedo vivir del arte. Pero vengo de años de sobrevivir”.

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La función en Cañuelas de la compañía de Diego regresa a la ciudad luego de dos años.

A veces no se cuida con las comidas, confiesa. Pero siempre mantiene el ritmo. El cuerpo, su instrumento, es la herramienta con la que moldea sueños. En 2016, ganó el segundo premio más importante del Malambo, en el certamen de Laboulaye, Córdoba. Fue con un cuarteto, y luego de dos años de preparación. Allí entendió que debía crear su propia compañía. Y lo hizo.

Hoy, además de sus giras y presentaciones, trata de volver cada fin de semana a Cañuelas. Ensaya en la sociedad de fomento del barrio Primero de Mayo, con el grupo Imagen de mi Pueblo que dirige Lita, o en el bar Juana de Arco. Hasta fin de año, dice, estará por la zona. Pero ya sueña con Alemania, donde se presentará en diciembre.

 La última vez que se subió al escenario del Cine Teatro fue el 17 de junio de 2023. A sala llena. Ahora, más que un regreso, lo que prepara es un reencuentro. Con la gente, con su historia, con su ciudad.

Porque en definitiva, Resilientes no es solo el nombre del espectáculo. Es una declaración de principios. Es arte con raíz y con alma. Es, la historia sencilla de alguien que decidió bailar cuando todo a su alrededor pedía que no lo hiciera. Y que aun así, bailó.

 

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