El Ciudadano de Cañuelas marcó un hito en la historia del periodismo con la primera denuncia gráfica sobre los NN en 1983

A 49 años del último golpe militar, fue clave el rol de la prensa local. El hallazgo de cadáveres inhumados en el cementerio. Los artículos de Daniel Roncoli despertaban de la censura impuesta. El recuerdo en el Día de la Memoria, Verdad y Justicia.

Interés general24/03/2025 Leandro Barni
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Tiempos oscuros. A las semanas del gobierno militar, EL CIUDADANO tuvo que parar su actividad periodística y recién a fin de 1983 la historia empezó a conocerse en estas páginas con Daniel Roncoli.

El 31 de diciembre de 1983, el semanario El Ciudadano de Cañuelas marcó un hito en la historia del periodismo local con una publicación que aún resuena y rescató el director de la biblioteca popular Sarmiento, Juan Manuel Rizzi de su archivo familiar. En su edición de esa fecha, aparecía en su tapa la primera denuncia gráfica en prensa sobre los enterramientos de personas no identificadas en el cementerio municipal de Cañuelas. Los textos estaban firmados por el periodista y posteriormente escritor Daniel Roncoli.

1983 fue un año clave para la Argentina. Con la vuelta a la democracia tras la dictadura militar (24 de marzo de 1976-10 de diciembre de 1983), comenzaban a emerger las primeras denuncias abiertas sobre violaciones a los derechos humanos perpetradas durante el régimen cívico militar. En este marco, la tapa del semanario, dedicada a los NN del cementerio de Cañuelas, no fue solo un acto de valentía periodística, sino también una pieza en la construcción de memoria colectiva en tiempos de transición.

La importancia de la denuncia radica en que abordaba un tema que seguía siendo casi tabú: los enterramientos clandestinos de personas desaparecidas. En un periodo donde los organismos de derechos humanos comenzaban a encontrar eco en una sociedad que lentamente reconocía las magnitudes del horror vivido, la publicación señalaba la existencia de tumbas de NN, sugiriendo que podrían corresponder a desaparecidos.

La primera denuncia gráfica sobre la existencia de N.N. en el cementerio municipal apareció, paradójicamente, en la misma tapa del periódico El Ciudadano Cañuelense del 31 de diciembre de 1983. A pesar de ello, el Equipo de Antropología Forense no identificaría los cuerpos de Santiago Bruschtein y María del Carmen Gualdero, embarazada, hasta 1991, dejando en evidencia la lentitud y la complejidad del proceso de búsqueda y restitución de la identidad de las víctimas del terrorismo de Estado. La historia de la masacre de Petión es un recordatorio doloroso.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) corroboró los temores planteados en aquella edición del semanario. En el cementerio municipal de Cañuelas fueron exhumados los cuerpos de Santiago Bruschtein -esposo de la reconocida activista Laura Bonaparte- y María del Carmen Gualdero, quien además se encontraba embarazada a término.

El descubrimiento de estos desaparecidos no trascendió en la Cañuelas de aquel entonces. El periódico El Ciudadano, había sido silenciado semanas antes bajo la presión del intendente de facto, el mayor Osvaldo José Peñaloza. La ausencia de emisoras de radio en la ciudad y la línea editorial del periódico parroquial, La Verdad, que evitaba los temas considerados “terrenales”, contribuyeron a mantener el silencio impuesto por la dictadura.

La verdad, fragmentada y dolorosa, comenzaría a emerger a cuentagotas recién en 1983, con la llegada de la democracia. La administración del intendente radical Jorge Domínguez emprendió una revisión exhaustiva de todas las áreas administrativas del municipio, y cuando llegó el turno del cementerio, se descubrió que, justo antes del cambio de gobierno, varios cadáveres N.N. habían sido arrojados al osario común, una gran bóveda de hormigón con una tapa estrecha, destinada habitualmente a los restos provenientes de las tumbas más antiguas. En diciembre de 1983, a pocos días de asumir el mando, Domínguez convocó a una conferencia de prensa para anunciar la trágica noticia, que fue inmediatamente replicada por agencias de noticias nacionales e internacionales.

El hallazgo de estos cuerpos representó una prueba de lo cometido por el régimen militar, siendo Bruschtein y Gualdero ejemplos de las miles de víctimas del terrorismo de Estado. Este acto no solo permitió avanzar en el proceso de justicia, sino que también dio sentido y peso a aquel atrevimiento periodístico de Roncoli y El Ciudadano.

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