Está varado en Perú, su familia lo espera en Máximo Paz

Salud - COVID-19 13 de junio de 2020 Por El Ciudadano
Partió con su compañera a conocer Sudamérica, quisieron volver al país pero por la pandemia cerraron la frontera y no tiene dinero para el vuelo de repatriación. Dos hijos, de siete y cinco años, lo esperan en Cañuelas.
dario y famili en Perú
Darío junto a su actual familia en uno de sus viajes.

Desde que comen­zó la crisis sani­taria mundial del coronavirus, Darío Monte­ros está varado en la ciudad de Lima, Perú, sin poder reencontrarse con sus dos hijos que viven en el barrio La Torre de la localidad de Máximo Paz. 

Darío, de 25 años, es ar­tesano, malabarista y artis­ta callejero. En septiembre del año pasado, junto a su actual pareja e hijo, inició un viaje como mochilero por Sudamérica que debió finalizar meses atrás cuan­do planeaba regresar a la Argentina. El obstáculo surgió al iniciar la pande­mia internacional ya que Perú clausuró sus fronteras terrestres y les impidió la vuelta. La única forma de volver es vía aérea pero el joven no puede recaudar el dinero por la prohibición de trabajar en la calle. 

Sus hijos, Xiomara de siete años y Dante de cin­co, sus abuelos, padres, hermanos y tíos viven en distintos barrios de Máxi­mo Paz pero él se mudó a Glew –partido de Almiran­te Brow– hace unos pocos años para emprender una nueva relación. 

“Tenía planes de volver a Argentina, de hecho es­taba en Lima reuniendo el dinero y estaba a punto de partir la misma semana que empezó la cuarentena y entonces nos quedamos varados aquí en la capital de Perú –Lima–. Nos que­damos sin ahorros y pasa­mos algunas situaciones, lo cierto es que estamos va­rados y no se puede volver porque están las fronteras cerradas y dicen que van a estar así hasta octubre o noviembre”, relató Darío a El Ciudadano. 

Según el malabarista, los vuelos humanitarios se pagan alrededor de 200 dólares y sus familiares en Argentina le dijeron que el pasaje por Aerolíneas Argentinas cuesta entre 20 y 24 mil pesos. 

“Por tierra no hay manera de cruzar la frontera ni en Perú ni en Bolivia ni en Argentina. Nuestro trabajo nos permite ejercerlo en cualquier parte y salimos de viaje por conocimiento, pegamos una vuelta por Bolivia, de ahí pasamos a Perú e íbamos a Ecuador pero empezó una crisis económica en Sudamérica, en Bolivia nos agarró un golpe de estado, Perú tam­bién se puso bravo, en Chile hay protestas, es como que Sudamérica se puso bravo”, repasó el artista. 

Sin poder vivir del arte callejero o de la venta de artesanías la familia con­siguió hospedarse en una casa en una chacra cercana al centro peruano a cambio de trabajo; así que por el tiempo que dure la cuaren­tena tienen donde vivir. No obstante, reconoció que les cuesta reunir dinero para los gastos diarios. “La calle está brava, hay mu­cho militar y hay lugares donde directamente no se puede trabajar porque te corren. Nuestro trabajo se basa en reunir gente, en hacer un show y de repente todo está prohibido. En la tele le dicen a la gente que no usen pulseras, collares y mantener la distancia; eso impide mi trabajo de artesano. La gente no se te acerca y directamente te trata como un ‘microbio’, ni te quieren hablar”. 

A pesar de demostrar tranquilidad Darío explicó, “tengo que volver porque la madre –de sus hijos en Máximo Paz– está com­plicada con el tema de la cuarentena, yo ya no le estoy mandando dinero y los nenes me extrañan. Les dije que estaba volviendo y está todo parado, cuando tengo un teléfono cerca hablamos. Los chicos ya entienden todo y mi nene está por cumplir seis la próxima semana. Van a primer y segundo grado, entienden de fronteras, en­tienden que estoy lejos, en otro país y que no se puede volver por el coronavirus, entienden todo”. 

El dueño de la casa en donde residen temporal­mente los argentinos com­prendió la situación y les permitió refugiar a otros viajeros que están atrave­sando la misma circuns­tancia, así que comparten el lugar con varados de la Ciudad de Buenos Aires y Jujuy. El artesano se co­municó con la Embajada Argentina en Perú, pero cuando comenzó la circu­lación del virus “directa­mente cerró sus puertas, solo atendían por teléfono y redes sociales. Hicieron un censo, empezaron a llamar a los que tenían vuelos pagos. Viajaron los que tenían reserva o el viaje pago. Los que queda­mos desamparados todavía no tuvimos respuestas; algunos consiguieron la repatriación pero no tanto los que están en Lima. Supuestamente estamos en una lista de espera pero ya pasó un tiempo importante, para volver hay que pagar sino no volvemos”. 

Por el momento su única opción es esperar que se liberen los cruces interna­cionales o que surja alguna especie de milagro para retornar al país y volver a ver a sus niños maximopa­ceños. “Si existe la posibi­lidad volvería como sea, en un momento dijeron que no se puede tener exceso de equipaje así que dejaría materiales con tal de volver rápido. Ojalá que con este aporte –nota– se pueda ac­tivar lo que son los trámites con la Embajada, creo que solo en Lima hay más de mil argentinos varados de todo tipo de estatus social que por alguna cosa se quedaron acá y el Estado los dejó tirados”.


Marcelo Romero
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