Sector inmobiliario y gastronómico los más afectados
Desde hace años que se consagró con un espacio en el corredor de Ruta 205 al tener una aprobación con sus comidas. El restaurante ‘La Huerta’ hoy luce quieto, sin su chimenea humeante, con espacio para cualquier vehículo a partir de la pandemia del coronavirus.
En el kilómetro 64,500 espera poder volver a su ritmo. La pandemia lo ha dejado golpeado desde lo financiero como a otros de su rubro y nadie para darles una solución que los saque de esta quietud.
‘La Huerta’ que ya venía sobresaltada con la economía y recibía a cientos de comensales a diario, ahora analiza los próximos pasos. “Sigo agradeciendo a todo el personal por su comprensión, pero esto es ya muy serio”, confesó Patricia, una de las titulares del establecimiento del restaurante que se estableció en el año 2003 en ese punto del corredor gastronómico, el que se fue agrandando con los años con distintas propuestas para comer.
En Cañuelas, como en todos lados, no se conocen las personas que han quedado sin trabajo por el avance de la pandemia. Desde que surgió el decreto de la cuarentena, los locales con salones comedores son espacios fantasmas sufriendo por los daños colaterales del coronavirus.
“Estamos muy mal y preocupados. No estamos generando nada desde el 19 de marzo. Tanto nosotros como los empleados, no sabemos lo que va a seguir ocurriendo, no vemos ningún tipo de ayuda ni hemos sido convocados por alguien“, subrayó Patricia ante un llamado de este semanario.
Antes de la pandemia, decenas de viajantes, vecinos y familias solían aprovechar la modalidad del tenedor libre y el amplio menú del restaurante para unos 300 cubiertos.
Con cerca de unos 20 empleados, “la A modalidad nuestra de tenedor libre se tendrá que modificar cuando volvamos a trabajar. Esto será con un cambio y seguro que con modificaciones que llevarán otro dinero extra para afrontar los protocolos”.
Sin optar por el servicio de entrega a domicilio o de ir a retirar las comidas, la emprendedora dijo que “nuestra modalidad y estructura es muy grande para los gastos que no se soportarían. Y la gente tampoco tiene dinero, ni estamos cerca del centro y ya son muchos haciendo delivery”.
Por otro lado, comentó que “el año pasado la tuvimos que remar. El verano fue complicado y pudimos aguantarlo. Venimos con el restaurante desde el año 2006. Así que llevamos años del altibajos, pero los últimos años no fueron muy fructíferos. Y de la noche a la mañana cambió todo”.
Hasta el mes pasado el personal pudo percibir su ingreso. Pero este comercio agoniza. “No sé cómo seguir afrontado y si vamos a tener que cerrar. Está muy difícil, es triste, la venimos peleando con mi esposo (Hugo) y mi socio. Estamos siempre estudiando posibilidades y estos son días definitorios de lo que se pueda llegar a hacer”.
Pese a que está cerrado, Patricia, como su marido, se acercan al local para hacer algunas tareas menores de mantenimiento.
Sin recibir algún tipo de beneficio, el negocio se desespera al pensar cómo seguir afrontando los pagos, como una boleta de Edesur de 100 mil pesos. “Sin entrada de plata y con dos meses de atraso tenemos esa cuenta que afrontar. Estamos en un horizonte de nada. Charlando con mi esposo decíamos que es como estirar la agonía”, añadió con resignación. Solo les queda esperar un poco si ese lugar volverá a ser lo que era.
Negocios inmobiliarios: en el peor momento de la historia
Así lo manifiesta Carmelo Mastrogiovanni, el titular de Impacto. Con más de 50 años en el sector cuenta que es la primera vez en la historia en la que el ramo ha estado totalmente paralizado. Cree que es posible retomar la actividad cumpliendo con los protocolos sanitarios y que las reuniones audiovisuales sirven para iniciar un negocio inmobiliario, pero no para concretarlo. Como retomar una actividad que necesita del contacto personal.
–Rodo Herrera: ¿Cómo dirías que está la situación en tu actividad?
–Carmelo Mastrogiovanni: Estamos complicados, muy, realmente con esta situación de la pandemia, imprevista para todos, ha generado una situación te diría casi de extrema gravedad en ciertas profesiones que no podemos atender, porque no estamos flexibilizados a la apertura de nuestras inmobiliarias para atender a la gente. Llevamos 70 días sin abrir nuestras oficinas y tenemos un staff de empleados importante, que orilla las 20 personas, que llevamos muchos años, muy buena gente, tenemos para con ellos el máximo respeto, pero lamentablemente estamos preocupados y tratando de estar ocupados a ver cómo podemos salir de esta situación que nos aflige muchísimo. No solamente mi caso sino el de muchas firmas colegas que están pasando por esto, se agrava más porque nuestra función, nuestra actividad no es aislada, necesitamos siempre la asistencia de un escribano que hoy tampoco pueden actuar; del Registro de la Propiedad que ahora está un poquito más liberado. Pero cuando debe expedir los informes de dominio y división para saber en qué estado está el inmueble que se va a vender viene todo muy lento. Los agrimensores se incorporaron ahora, los abogados tampoco pueden interactuar. No tenemos circulación, no podemos mostrar un inmueble, todo eso hace que se frene esta actividad y evidentemente genera el número que vos decís, de siete operaciones en Capital Federal y acá en la zona es cero, no siete.
–RH: Esta parálisis total viene de un período económico muy magro…
–CM: Claro, pero eran dos situaciones distintas, veníamos de una complicación económica, nuestro sector venía complicado de los últimos dos años producto del parate económico que frenaba nuestra actividad. Esto ahora contribuyó a agudizarlo mucho más, porque por lo menos antes tenías la atención, la posibilidad de formalizar algún negocio, estos son contactos presenciales por más que puedas facilitar una parte, ayudarlo vía web. En algún momento hay que mirarnos a los ojos, el comprador debe visitar el inmueble, hay un punto de la operación en la que se necesita presenciar.
–RH: Se puede gestionar una reunión por Zoom o Skype, ahora, un comprador ¿toma decisiones a través de una plataforma virtual?
–CM: No, esta es una actividad netamente presencial, puede haber un acercamiento, el interesado se puede llevar una imagen de en qué consta el departamento, cómo está el estado, la ubicación, pero es imposible o inviable que lo compre sin mirarlo.
–RH: ¿Podrían eventualmente visitar un inmueble cumpliendo con algún protocolo sanitario?
–CM: Sí, nosotros compartimos el grado de riesgo que asumimos todos, pero no nos negamos a cumplir el protocolo que nos digan, eso está fuera de discusión. Cualquier negocio debe cumplir con lo que el sentido común indica que es el resguardo de la salud. Tengamos en cuenta que si hay salud va a haber negocios posteriores, sin eso no vamos a tener nada.
–RH: ¿El Estado nacional te dio ayuda para pagar sueldos?
–CM: Sí, nos ha ayudado con el pago de salarios, esperamos que también se de para este mes, pero es un paliativo, los gastos no son solamente los sueldos. Hay gastos de publicidad, de impuestos, de mantenimiento, una cantidad de gastos que uno venía ordinariamente manejándolos y lo que se frenó es la cadena de ingresos. Estamos en ingreso cero frente a una cadena de gastos que, aunque uno agradece obviamente la ayuda que hemos recibido, pero es parte de una solución sin ser el todo.
–RH: Si viniera alguien del Gobierno a preguntar cómo reponer la actividad manteniendo las normas sanitarias, ¿qué dirías?
–CM: Yo creo que las normas no están en discusión, ni para nosotros como agentes inmobiliarios ni para la gente interesada en comprar pues está en riesgo también su salud. Yo creo que se debería flexibilizar, las inmobiliarias no tenemos un flujo de cien personas por día, ojalá fuera así. Los contactos relativos, hay días que no tenemos y otros son 4 ó 5, por eso no entendemos en el caso de la actividad por qué sigue siendo tan restrictiva la situación. Me parece que, cumpliendo los protocolos exigidos por el Estado, con los que estamos perfectamente de acuerdo, y que nos dejen empezar a trabajar porque es la única manera de generar recursos, incluso para el Estado es beneficiosa. A mí no me gratifica que el Estado me ayude a pagar los sueldos, aunque obviamente lo agradecemos, pero te diría que casi me da vergüenza, aunque es una ayuda y es bienvenida. Pero la cosa pasa por algo más que este paliativo, yo hace cincuenta y un años que me dedico a esta actividad que amo y quiero tener mis propios recursos. No quiero que el Estado me asista, quiero que me cuide y me proteja pero que me deje trabajar en ese aspecto. No estoy diciendo de cualquiera manera, improvisado o desorganizado, no, con todas las precauciones que corres en juego mi salud y la de los clientes y eso no lo podemos vulnerar. Pero si nos dejan circular, si nos dejan ver los departamentos que están en venta, ahí vuelve el negocio. Ahora se va a generar un mercado netamente especulativo, la suba del dólar ha complicado muchísimo y cuando esto arranque la pregunta será cuál es el valor de las cosas. Hay gente que se va a mantener en un valor histórico y dirá si no me dan este dinero no vendo, hay otros que dicen yo vendo y voy a aggionarme a la quita que me dice más o menos el mercado. Porque esa gente tampoco tiene acceso a un crédito y si tiene por ahí puede ser caro y decide vender un activo para tratar de solucionar su situación personal. Va a haber un mercado en paralelo de necesidades, por denominarlo de alguna manera, y otro mercado histórico y va a ser muy complejo vender a valores como los que tenía. Entonces, la tendencia diría que va a ser a la baja, sería irresponsable de mi parte decir de cuánto sería en términos porcentuales.
–RH: Surgió la idea, para encontrar una solución rápida, como lo fue el bono CEDIM, ¿sirve?
–CM: Sí, claro, el mecanismo como el CEDIM es extraordinario, pero es insuficiente porque el problema es que yo quiero ver el departamento y no puedo. Después discuto en qué moneda se paga, si es con yen o dólar, y cómo, si hay financiación, de qué tipo, si no tengo una financiación bancaria por ahí te doy una propia. Pero entendamos que en un punto nos tenemos que ver la cara y para eso todo lo que es informático ayuda muchísimo pero no es el ciento por ciento. El residual de esa ayuda necesita de contactos, hay muchos temas que se tratan personalmente, desde la firma, ver si es en un banco o dónde. Es decir, necesitamos más, no es una cuestión de ir a comprar algo a la panadería, por ejemplo, que voy y vuelvo con el paquete. Nosotros estamos a veces un mes en una operación, es muy artesanal la venta en una inmobiliaria.
Rodo Herrera