Marita Bustos, una vanguardista del deporte que se brinda por la comunidad

Desde el 2015 es la directora de la colonia municipal en el barrio Libertad. Intentó ser yoqueta, se recibió de árbitro de fútbol y jugó al fútbol femenino antes de llamadas inclusiones y del género.

Marita no fue autorizada a los caballos de carrera pero nada impidió seguir con otros deportes.

No le interesa que le digan que fue una adelantada a su tiempo. Pero a fines de los años ‘80 en Cañuelas eran miradas como raras. Jugar al fútbol y pretender dirigir fútbol, parece que solo es cosa de ahora. De cuerpo pequeño y musculoso, con pelo corto y tintes dorados, sus músculos significan su tesoro. Y desde hace casi seis años el espejo de agua como es la pileta del barrio Libertad es su fuente diaria de energías y pasiones.
“Lucho para el deporte y que los chicos tengan un futuro. El deporte es salud, te saca de problemas, te descarga”, jura. Y es tal su convencimiento que agradece a Dios que cada jornada en la pileta pública del barrio Libertad se lleve con total normalidad. Pero antes de acercarse desde su casa en la avenida Libertad se subió a eso de las 7 de la mañana con unas sogas a un árbol o el techo, golpeó una bolsa de arena, levantó pesas o corrió en el extenso patio del hogar que comparte con su marido Fernando Daniel Etchadoy. Para esto se hizo un desayuno con proteínas y hasta comió una tortilla de avena y banana.

Con un barbijo negro y un bordado de ‘Marita gym’, remera blanca de la Municipalidad de Cañuelas, recibe a este cronista en el quincho de la pileta municipal. Es María del Carmen Bustos, de 54 años, nacida en Cañuelas el 25 de enero de 1966. Es la única mujer de los dos hijos (junto con Omar) de María Genaro y de Atilio Bustos que le dieron rienda suelta a su camino de los deportes. Con estudios en la Escuela 15 y la nocturna de la 1, se anotaba en sus tiempos libres en la primera cancha de tenis de ‘el Cajón’, padle en el Club Estudiantes, fútbol femenino en el Peluffo y San Ignacio. Luego vino algo de atletismo y el boxeo hasta llegar a ser entrenadora. También entra en su cuerpo compacto algo de defensa personal.  
Con su hombre crió a Fernando, un hijo biológico de su marido, con quien no tuvo descendencia.
Siendo una adolescente no daba el típico perfil en una ciudad chica. Siempre se la conoció como Marita y fue popular por convertirse en la primera árbitra de fútbol femenino en Cañuelas para finales del año 80. En el Club San Martín recibió el curso dirigido por el rígido árbitro Javier Castrili y era la única estudiante femenina. A pesar de lograr el certificado, la vergüenza la venció y nunca tomó en serio un partido, salvo algún que otro amistoso. Es fanática de River Plate.  

Sin formación periodística ayudó con notas a su esposo Daniel con el portal CañuelasNoticias. Encaró a la entonces Marisa Fassi jefe de Gabinete que iba a correr y la funcionaria después de la nota la convocó a una audiencia. Mantuvo la charla y luego debía llevarle un proyecto de trabajo vinculado a los deportes.  Marita ya dictaba gimnasia a los afiliados de PAMI Cañuelas y en un geriátrico privado. También hizo actividades con el desaparecido grupo SOL. Marisa la convocó entonces como profesora en la Casa del Niño. Al surgir la instalación de la pileta en el Libertad en el año 2015, Fassi pensó en ella para ser la directora de ese predio. Al finalizar las temporadas de verano dicta talleres municipales deportivos y recreativos. Pero también organiza actividades para niños en la plaza del Libertad. 
A tono con algunos familiares de su padre, se familiarizó con los caballos, por lo que llegó a tener algunos de carrera con su tío y el papá. Su sueño era ser yoqueta. Contaba con el peso y la altura. Alentada por el padre de Marisa Fassi, ‘el nene’ Fassi, no consiguió que su madre la autorice. Era una menor de edad. Y en General Las Heras, por un accidente con un animal la alejó por un tiempo de las carreras.
Decidida a conocer más deportes, le pidió a su esposo que le enseñe además algunas nociones de karate. Para ella siempre hay un aprendizaje constante, aún cuando algunas circunstancias no las hacen llevaderas en el barrio de la pileta, donde a veces con su equipo de trabajo se encuentran con restos de basuras o juntadas de chicos en la plaza a punto de descontrolarse.
En estas décadas el deporte para ella nunca fue pensado como un club de varones. Pese al desarrollo y la militancia por la conquista de derechos, relativiza un poco y afirma: “Acepto las posturas feministas, no milito, en algunas cosas no me meto”, para luego afirmar que “no soy pionera, ya había mujeres locas como yo haciendo cosas”. 
Enérgica, sin demostrar preocupaciones, a veces terca, tiene también una veta solidaria, participando de algún operativo de vacunas, juntando ropa para un merendero, o formando una mini biblioteca en la pileta. El deporte siempre le da la razón y siempre entrena. 


Leandro Barni – leandrob@elciudadano.com.ar

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