Interés general Leandro Barni 24/05/2025

Horacio León, el corazón solidario de Cañuelas que viaja sobre rieles por todo el país

El integrante de Tren Solidario cuenta cómo descubrió su devoción por los trenes y por la ayuda social. Llegar a pueblos abandonados, visibilizar sectores postergados y hasta Malvinas son escenarios de su búsqueda. El viaje que más lo conmovió.

Horacio León, en el tren solidario, que va de pueblo en pueblo, con donaciones.

A los 53 años, Horacio León podría definirse de muchas maneras: chofer, padre de dos hijos, aficionado al ferrocarril, fotógrafo amateur, técnico en refrigeración. Pero quizás su rasgo más distintivo sea el de ser uno de los corazones solidarios más activos de Cañuelas. Desde hace seis años, integra el Tren Solidario, un proyecto de acción social que combina la pasión por los trenes con el compromiso comunitario.

Este programa nació en 2001, impulsado por Sergio Rojas, director de la revista especializada Rieles, como respuesta a la devastación que sufrió el sistema ferroviario argentino durante los años ‘90. Con la intención de llevar ayuda humanitaria a pueblos olvidados por el servicio de pasajeros, el Tren Solidario hizo su primer viaje el 8 de abril de ese año con apenas 30 pasajeros y 90 kilos de alimentos. Hasta hace poco, se encontraba organizando su viaje número 56 de Zárate-Campana para ayudar a los afectados del temporal.

Horacio conoció el proyecto casi de casualidad, cuando el tren hizo una parada en Cañuelas y dejó donaciones para el Hogar Santa María del Rosario, una institución que él conoce desde siempre. "Me llamó la atención no haberme enterado antes. Entonces empecé a moverme", recuerda. Contactó a algunos comercios amigos para reunir donaciones y, de a poco, lo que comenzó con cuatro locales se convirtió en una red de 35 que hoy aportan entre 4.000 y 5.000 kilos de ayuda por viaje.

En cada expedición, las donaciones—ropa, alimentos, juguetes, frazadas, útiles escolares—se distribuyen en jardines, hogares de ancianos, comedores y escuelas. Todo llega a destino gracias a una logística compleja, que depende de la colaboración de empresas ferroviarias, gremios como La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, y voluntarios que ceden tiempo y recursos. En Cañuelas, por ejemplo, cuando el tren no pasa, un transporte local se encarga de llevar los aportes hasta la estación de salida.

El viaje más impactante para Horacio fue el que hicieron este verano a Bahía Blanca, luego del temporal que dejó aislada a la ciudad. “Fue un viaje de emergencia. En cuatro días organizamos todo. Cañuelas aportó 300 toneladas de las 1.200 que llevamos”, cuenta. Las donaciones se clasifican previamente en su casa: su esposa y sus hijos lavan y doblan la ropa, mientras costureras amigas arreglan lo necesario. Y agrega: “El tren me regaló mucho, pero lo que uno se lleva es más grande que todo lo que entrega.”

Pero el Tren Solidario es más que una entrega puntual: busca visibilizar que los trenes todavía pueden llegar. “Vamos a lugares donde no hay servicio para demostrar que el tren puede volver. Las vías están”, explica Horacio. Es una cruzada por la recuperación del sistema ferroviario, pero también una siembra de conciencia social.

Horacio no olvida el componente emocional de cada viaje. Habla de ancianos llorando, de chicos corriendo al tren, de la cadena humana que se forma para bajar las donaciones. “Uno aporta algo y se lleva el cariño de la gente. Es muy fuerte. Nos piden que volvamos, que no los olvidemos", destaca.

Horacio León, en la redacción de El Ciudadano, donde contó todo lo que hacen con el Tren Solidario. 

En Cañuelas, su trabajo ha hecho eco: los medios locales lo siguen y la comunidad se involucra. Gracias a su iniciativa, además de enviar donaciones, los jóvenes del Tren Solidario pintaron y reacondicionaron el hogar Santa María del Rosario. Ahora planean ayudar a otra institución local y sumar nuevas organizaciones.

Aunque su pasión ferroviaria le viene de familia—su abuelo era ferroviario y él vive a una cuadra de las vías—, Horacio admite que fue el espíritu de servicio lo que lo unió definitivamente al proyecto. Desde su juventud en Acción Católica Cañuelas y su trabajo social en los barrios, siempre entendió que el bienestar del otro también lo transforma a uno.

“Malvinas, los trenes, la solidaridad… todo tiene que ver con la identidad, con la pertenencia. El tren no es solo un medio de transporte: es una forma de conectarnos, de no olvidarnos de nadie”, dice con una gorra que lleva la bandera argentina y el mapa de las islas bordado.

Aunque trabaja en Mercedes-Benz y tiene su propio emprendimiento de refrigeración, cuando puede, se sube al tren. Si no, organiza, convoca, junta, prepara. Porque como él dice, “la solidaridad también viaja sobre rieles”.

Y Horacio es uno de esos motores invisibles que la hacen andar.

 

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