Viaje a la intimidad de Chaíto Daneff

Deportes 17 de febrero de 2022 Por Jonatan Pedernera
‘Chaíto’, el nuevo dueño del cinturón latino superligero plata del Consejo Mundial de Boxeo, le abrió su casa y el baúl de los recuerdos a El Ciudadano.
Daneff en el trabajo
Claudio Daneff (cinturón verde) con sus compañeros de la fábrica donde trabaja todos los días.

Los flashes no encandilan a Claudio Daneff. Detrás del pibe de barrio de 24 años, que termina siendo campéon ante su público del día a día y que sale por TV (sus peleas son transmitidas por TyC Sports y por la misma señal en streaming para todo el mundo), hay eso, un chico común y corriente.

Por eso el deportista cañuelense no titubea en compartir su rutina con El Ciudadano, la que arranca temprano en la fábrica Interfarma y termina muy tarde en una casa donde se respira boxeo en cada rincón. Y no es para menos; su padre, Adrián, ex campeón Sudamericano, les transmitió esta pasión a ‘Chaíto´ y a su hermano Jesús, quienes continúan en guardia firme con el legado del apellido.

Daneff niño
Chaíto, con el cinturón de su padre. Soñaba con el propio y lo consiguió.

Con una inmensa alegría por este presente, que lo tiene apuntado a cruzar la frontera después del triunfo por nocaut técnico en el tercer round ante Gustavo Pereyra en el gimnasio IMEI, el boxeador camina sus recuerdos de pibe, en una época donde lo encontraba tirando guantes, jugando a la pelota en el equipo de su barrio, el Primero de Mayo, y probando suerte en el ¡básquet! en Juventud Unida. Pasen y vean… 

“Sí, me puse a practicar básquet, era muy pibe y tenía unas ganas de hacer de todo, cosas tíoicas de la edad, de un adolescente travieso. Ni siquiera recuerdo de qué jugaba, pero le ponía mucha garra cuando practicaba en Juventud y corría para todos lados, je”, evoca, entre risas, el peleador  que hace historia y que volvió luego de unos años al parqué del Vicente Politano, pero para subirse a un cuadrilátero.

No se quedó en esa travesura y transitó otra parecida con el fútbol: “También jugué a la pelota en el equipo de mi barrio, Primero de Mayo, en la Liga local. La pelota siempre estuvo presente, además, nos criamos en un barrio y una ciudad donde eso está latente y los torneos de acá siempre fueron muy pasionales. Nuestros amigos juegan representando al lugar y nosotros, cuando podemos, estamos ahí alentando o preguntando cómo salieron en tal fecha”. Pero ojo, la historia terminó ahí nomás con la redonda para darle inicio a un capítulo más relevante, entre guantes y protectores bucales. 

El chico de barrio que demostraba cosas más que interesantes en el medio de los entrenamientos de su papá, se definió por el box: “Nos criamos en ese ambiente por mi viejo, seguimos de cerca toda su carrera, los viajes, las fotos. Se codeó con los más grosos del boxeo, hasta peleó con ‘Maravilla’ Martínez y tuvo una carrera impecable. Era obvio que, en algún momento, iba a darle a la bolsa, teníamos todo a mano y siempre me gustó el entrenamiento”.

Daneff con el papá
De tal palo... Chaíto y el Pingo. Padre e hijo, unidos por sangre y pasión.

Y fue el punto de partida de una carrera que se hizo de a dos: “Arranqué de muy chico y a los 15 debuté con un empate. Mi hermano Jesús siempre me apoyó y nos transmitió esa pasión por este deporte. Gracias a Dios lo tengo en mi equipo de trabajo y además soy su fanático número 1”. Y como no podía ser de otra forma, si hay otro Daneff, se habla de boxeo: “De vernos todos los días, nuestro hermanito Juan Pablo ya le empezó a pegarle a la bolsa y pinta que va a ser buenísimo. Ojalá que mantenga ese entusiasmo, que le siga picando el bichito y que sea un gran deportista”, cuenta el púgil, quien además recibe el apoyo de su hermana mayor y cumple con la máxima del fútbol, donde se sostiene que el más chico de los hermanos es el más bueno.  

Hincha y representante del Cañuelas Fútbol Club (luce en su ropa los colores y el escudo de la institución), lleva al ´Rojo´ impregnado en cada presentación: “Cuando no estoy complicado de tiempos, me doy una vuelta por la cancha, tengo muchos amigos en ‘La 16’ (la hinchada de Cañuelas) y siempre hago fuerza por el equipo”.

Claro, es que Claudio trabaja en una fábrica de fármacos y a veces los compromisos aprietan: “Por suerte hay laburo y tengo la mejor con los jefes y mis compañeros. Es más, siempre me molestan para que tiremos guantes y me hablan cuando me ven en la tele, no se pierden una”.

Y el tema del trabajo no es menor, cuando se le pregunta a Daneff sobre cuáles son sus puntos débiles como boxeador, lo primero que piensa es en la falta de tiempo: “Me encantaría meter tres o cuatro turnos por día, al estilo de los grandes deportistas, pero a veces se complica y llego muy cansado al final del día por mi compromiso laboral”.

Pero, enseguida, aparecen las últimas alegrías, los viajes, las personalidades del deporte y los objetivos, y la cara se le transforma para poner en la tinta sus principales virtudes: “Pienso que soy un buen boxeador, estuve trabajando muy duro para hacer hincapié en mejorar y revertir mis puntos más flacos. Pero lo que más destaco de mi personalidad es la tranquilidad”. 

Cuando habla de un carácter tranquilo, no sólo se refiere a la pasividad para trabajar una pelea que pinta brava, o respecto a las provocaciones típicas que se dan en la previa o chocando los puños con la efervescencia de la gente gritando. También lo dice desde el punto de vista de una cabeza que se mostró fuerte más de una vez, algo que también recalcan los que siguen su carrera desde sus comienzos: “Luego de mis derrotas, me puse firme y con la idea de recuperar el terreno perdido. Por eso creo que, a veces, caerse hace que uno se levante con más fuerza. En mi caso, me sirvió para seguir de racha y también, para estar preparado, porque cuando uno pierde, no se termina todo ahí”. 

Y volviendo a caminar por el barrio, no se olvida de su lugar de pertenencia: “Me crié en el Primero de Mayo, ahí tengo a mis mejores amigos, y hace poco me mudé a la zona que está cerca de Las Cañas”. Siempre en Cañuelas, porque Daneff es el “pibe que pelea de Cañuelas” y Claudio no se olvida de eso: “Este es mi lugar y siempre voy a estar agradecido. Siempre que los nombro me olvido de alguno, pero en mi carrera son fundamentales mi familia, mis amigos, los colegas, la gente del gimnasio, el municipio y los dirigentes del ‘Tambero’, que siempre me apoyan”. Es que las peleas de los Daneff, al igual que las veladas del ‘Pingo’, su padre, se convirtieron en un atractivo del deporte en la ciudad y la televisión logró que el público vaya variando y se acerquen fanáticos de las distintas ciudades aledañas: Lobos, San Miguel del Monte y muchos espectadores del corredor de la Ruta 3, Virrey del Pino, Casanova, etc.  

La posibilidad de que las actuaciones se vean también en el exterior, abrió un abanico de posibilidades para que el equipo Daneff pueda combinar un desafío de nivel internacional. Justamente por eso, quienes manejan las promociones de las peleas y la organización, ya piensan en buscar una sede con más capacidad para las próximas peleas. El IMEI, la sede del club Cañuelas y Juventud Unida, pueden quedar chicos… 

Ojo, que si alguna vez salió de la ciudad de sus amores con un bolsito al hombro, fue para pelear o para ir a entrenar con Brian Castaño, el boxeador argentino más importante de la actualidad: “Lo admiro, es un tremendo boxeador y en la revancha contra Jermell Charlo voy a hacer fuerza por él. Es un ejemplo de lucha, con trabajo y esfuerzo llegó a un lugar de privilegio y tiene con qué mantenerse”, dice maravillado. “Brian es un fenómeno y tiene una humildad tremenda.  Nos invitó a mí y a todo el equipo a su gimnasio en La Matanza y nos dimos el lujo de entrenar junto a él. Desde ese momento, con mi hermano Jesús y mi viejo siempre hablamos con él y su team. Ojalá pueda hacer un poquito nomás de lo que es como profesional”.

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