“Fue una ruleta rusa, un destino horrible para ella y la familia”

Policiales 18 de septiembre de 2021 Por El Ciudadano
Alberto ‘Chajá’ Porciel, concejal con mandato cumplido, trabajador de la Anses, hace un año tuvo que enterrar a su mujer Mirta Barcia, víctima de un ataque por robo en la puerta de la casa de la hermana, en cercanías al Molino. Hoy trata de continuar con su vida mientras espera el juicio oral de los tres acusados.
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Foto archivo.

Hace un año que las cosas que eran de Mirta siguen en su lugar. Pero ella ya no está. Desde sus prendas de vestir hasta sus instrumentos musicales. Casada con Alberto ‘Chajá’ Porciel, durante 46 años; trabajó como docente y empleada municipal. Estaba a punto de iniciar la jubilación. Y una noche se despedía de su hermana, allá por la planta del Molino Cañuelas. Por calle Vicente Casares venían un par de muchachos. Las mujeres escucharon unos gritos de esos jóvenes que se les vinieron encima. Manotazos, un destornillador, una lezna, quizás también un arma de fuego.  Mirta herida y estos chicos huyendo. Fue todo muy rápido. Llegó ‘Chajá’ y se la llevó a toda velocidad con sus hijos en su auto al Hospital Marzetti. Vio que todo un operativo se desplegaba para salvarla. Enseguida malas caras y dolor. Sus recuerdos no se interrumpen y las lágrimas tampoco. A un año del homicidio de Mirta Barcia, ‘Chajá’ le dice, sin medias tintas, a El Ciudadano, que, a partir de entonces, trata de mantenerse con sus actividades y rutinas, a pesar de tener que convivir con el dolor. 
Tras el homicidio ocurrido el 8 de septiembre de 2020, perdió a la compañera de su vida, desde la adolescencia que se conocieron que nada los había separado. Ambos con planes para retirarse de la actividad laboral. “Sigo con mis cosas y trato de no frenar. Pero todos los días para mí son 8 de septiembre”, confiesa ‘Chajá’, de 64 años, en la redacción. “Es fuerte…”, “me pegaste en el ángulo con la pregunta. La recuerdo todos los días”, dice con emoción y sacando un papel descartable de un bolsillo. Y vuelve a arrancar: “Hasta que no les den lo que tenga que merecer esta gente y descanse en paz Mirta, no voy a estar tranquilo. Falta todavía una última pericia de balística en la ropa de Mirta y que la causa sea elevada a juicio oral”.  

MIRTA BARCIA UN AÑOAlberto Porciel, mientras sigue con una situación personal dolorosa, aguarda un veredicto judicial.  

De tres jóvenes que habían sido apresados, uno de ellos fue excarcelado, Alan Gabriel Arrieta. Consiguió salir, aunque sigue ligado al expediente por ‘encubrimiento agravado’. Le encontraron la tarjeta del teléfono celular que le robaron a Mirta. Siguen detenidos los vecinos Leonardo Ezequiel Quinteros y Juan Pedro Corvalán, por ‘homicidio por el concurso premeditado de dos personas y criminis causa, agravado por el empleo de arma de fuego y blanca’. Les cabría la pena de reclusión perpetua.  
Iniciado su trámite jubilatorio, Chajá sigue manejando la bicicleta por unos 20 kilómetros como actividad deportiva, jugando a la paleta tres veces por semana, hasta pescando. “Pasó poco tiempo y sigue siendo un dolor para todos, los hijos y los nietos. Es un año y parece que fue ayer. Lo que quiero es justicia y son ellos los asesinos los que hoy están adentro. Está todo probado. Falta el juicio y que tengan su merecido. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro”.   
Lejos de un tono de venganza o de críticas al poder judicial, afirma: “La sociedad está enferma y con ellas muchas familias que están mal. Las cárceles abarrotadas. Y cuando empezó la pandemia, estas personas estaban adentro por drogas. Y al estar todo abarrotado, los soltaron con una domiciliaria, pero sin pulsera, sin nada. Sueltan a un drogadicto que sale para matar para consumir. Salieron desesperados por buscar y le tocó a Mirta. Fue una ruleta rusa, un destino horrible para ella y la familia. Hizo un desastre esa basura. La única arma que tenemos es la Justicia”.  

“Bien al alma” 
Desde entonces este vecino no se detuvo con las peñas de amigos, la pesca, bicicleta, la paleta, la familia, la militancia, el trabajo en Anses, inclusive el cementerio. “Toda la vida me lo inculcaron. Si bien el alma no está ahí, pero hay una parte de ella ahí. Sí me hace mal, me hace bien también. No es fácil. Sigo creyendo en Dios pero a veces uno reniega. No puede ser que te hagan esto. No hay explicación que valga”, cuenta con nuevas lágrimas.      
Responde también que evita las noticias de los hechos policiales en la TV. “Soy parte de eso. Pensé como todos que nunca me iba a tocar y menos acá en Cañuelas, encima con chicos de familias conocidas. Este chico Quinteros lo conocía desde nene. La madre vino a darme el pésame el día de la marcha de Mirta en la puerta de casa y ella resulta que no sabía que su hijo era partícipe del crimen. Con el chico ese tuve un pequeño incidente de tránsito hace años y lo terminé llevando al hospital. Las vueltas de la vida hicieron que después mate mi mujer con un loco drogadicto”, dice.  
Y con este dolor de una tragedia a cuestas reconoce todavía que, en Cañuelas, “podés seguir andando. Van a pasar cosas. Hay gente que no conocés porque creció mucho la ciudad. No me resigno tampoco a lo que me tocó; no es natural. Quién iba a pensar que me iba a pasar esto a mí de toda la vida de acá. Es un momento de reflexión y de seguir adelante. Tengo todo, menos lo que se me llevaron”. Con su estilo y ejemplo casi de un maestro, ‘Chajá’ remata que podría estar de vuelta acompañado por otra mujer: “Necesitás con quien estar los últimos años de tu vida. Busco cosas que me hagan bien al alma. Mis hijos tienen su familia. Uno busca una compañía. Estoy abierto al amor y sin dejar una historia espectacular como la que tuve. Siempre bromeo que estoy más cerca del arpa que de la guitarra”.  


Leandro Barni – [email protected]

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