El lado B del captor de la Escribanía Lamarca

Héctor Sierra vivía en una casa quinta de Ruta 3 ocupada desde hacía décadas. Llevaba una vida como un indigente. Tras su detención por el episodio con la notaria de la avenida libertad, el dueño recuperó la vivienda.

Policiales10/10/2020El CiudadanoEl Ciudadano
Lamarca

Héctor Daniel Sierra, de 59 años, el hombre que demandó una hora y media de tensión en pleno centro con fuerzas especiales de la policía y que mantuvo amenazada con cuchilla a la escribana Julieta Mathieu Lamarca, estaba ocupando una casa que no lo pertenecía, desde hacía décadas, la que ahora fue recuperada por su dueño.  
Un investigador del caso reveló algunos detalles desconocidos del hombre: dijo que vivía como un indigente y en una casa quinta que no le pertenecía. Lo rodeaban autos abandonados, basura y todo ello en medio del campo. 
El hombre vivía solo y no tenía parientes ni descendientes por la zona. En su Uruguay natal quedaron las dos hermanas. Sierra pasaba gran parte del día en esa casa ubicada en Ruta 3 casi kilómetro 50, a la altura de la curva de Mercedes Benz, en Marcos Paz.  
Un vocero consultado por este semanario señaló que el detenido “era un hombre metido” como le dijeron en la zona que habitaba. “Nunca tuvo problemas. Se escuchaba que decía que sus hectáreas tenían que ver con los jesuítas o algo así, pero nunca se mostró agresivo”, explicó.  
El aspecto de Sierra era de una persona común, pero su modo de vivir se asemeja a la de una persona que vive en situación de calle. Hacía varias décadas que habitaba la casa de donde salió en la mañana del 18 de agosto con destino al centro cañuelense y armó un suceso policial.  
Una vez que terminó encarcelado por cometer una toma de rehén, que lo llevaron a una cárcel psiquiátrica, y de los primeros estudios mentales; los investigadores locales están convencidos que el hombre no llegó a comprender la criminalidad de sus actos.  
Los testigos refieren que “estaba como sacado” y recuerdan que pedía la presencia del gobernador y que afirmaba que se había curado del coronavirus con yuyos de su quinta.  “No sé si llego al final del día, ¡estoy jugado!”, lanzó en una de las tantas frases mientras amenazaba con herir a cuchillazos a la profesional, en un ataque que nadie pudo prevenir, ni siquiera las personas de la zona rural que apenas lo ubicaban


Leandro Barni – [email protected]

Te puede interesar
Lo más visto
AA2

Narcóticos anónimos: historias de lucha y esperanza

Leandro Barni
Salud10/07/2025

La asociación internacional tiene una sede a la vuelta de la parroquia de Cañuelas. Sus miembros admiten a todo tipo de persona. En las reuniones se busca reconstruir lazos y reforzar la voluntad de sus participantes, que pelean contra las adicciones. Crudos testimonios recogidos por El Ciudadano.