Maniataron a dos mujeres en el asalto a una inmobiliaria

Dos delincuentes irrumpieron en CIMA, ubicada sobre Florida entre Libertad y Lara. Redujeron a las dos martilleras públicas que trabajan allí, se llevaron tres notebooks, teléfonos, el DVR del sistema de cámaras y unos 5 mil dólares. Investigan si los ladrones estudiaron la rutina del comercio.

Policiales05/12/2025Leandro BarniLeandro Barni
Cima
Frente de la inmobiliaria , en la calle Florida, donde dos delincuentes armados redujeron a las empleadas y robar

Dos hombres ingresaron con calma en la inmobiliaria CIMA, haciéndose pasar por clientes, antes de transformar la escena en un asalto planificado.

Sabrina Klink, martillera pública y una de las víctimas, contó que los individuos entraron tranquilos, con un guion ensayado. “No entraron gritando ‘es un robo’. Se hicieron pasar por clientes, miraron alrededor, vieron que estábamos solo nosotras dos y ahí cambiaron.  El más joven sacó un arma y empezó todo: dame la plata, la plata”, relató.

Uno de los ladrones, según la descripción, rondaba los 25 años; el otro, unos 40. Los dos actuaron a cara descubierta, aunque más tarde intentaron cubrirse con barbijos cuando ya era demasiado tarde: ambas empleadas los habían visto claramente.

A Sabrina la redujeron de inmediato. “Me ataron manos y pies con precintos que ellos mismos trajeron. Me apretaron tanto que las manos me quedaron de otro color”, recordó. A su compañera, en cambio, no la inmovilizaron, pero sí la obligaron a ir al baño, donde ambas terminaron encerradas.

Los delincuentes no perdieron tiempo. Exigieron dinero, aunque esa hora del día no suele haber grandes sumas disponibles. Aun así, lograron llevarse unos 5 mil dólares, además de tres notebooks, teléfonos celulares, anillos, cadenas  y el DVR donde quedaban registradas las cámaras internas.

El comportamiento de los ladrones sugiere que no se trató de un robo al voleo, sino de un golpe preparado. Los hombres sabían que el primer día del mes suele ser un momento de movimiento económico en inmobiliarias por el cobro de alquileres, aunque ese supuesto no se cumplió esta vez.

También sabían que debían llevarse el DVR, el dispositivo donde queda registrada la señal de las cámaras. “Eso para mí fue lo más raro: sabían exactamente qué buscar. No revolvieron demasiado, levantaron lo que estaba a mano y fueron directo al DVR”, comentó Sabrina.

Durante los minutos que estuvieron dentro, cargaron en una mochila todas las notebooks que encontraron, además de teléfonos y otros dispositivos electrónicos. En ningún momento pidieron joyas ni pertenencias personales. “Por eso no creo que fueran profesionales. Si vinieran a buscar algo puntual, no te dejan otras cosas de valor a la vista”, opinó la víctima.

Para Sabrina, el impacto emocional fue incluso mayor que el robo. “Yo no soy de acá originalmente, pero siempre sentí que Cañuelas era tranquila. Ayer me cambió la perspectiva. Sentí vulnerabilidad, más siendo mujeres y estando solas”, reconoció.

El episodio deja además un daño colateral importante: gran parte del trabajo de la inmobiliaria está digitalizado y dependía de las computadoras robadas. “Ahí teníamos documentación, contratos, registros… todo. Es un golpe muy duro”, lamentó.

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Los sospechosos, captados por cámaras urbanas, caminaron por la vereda de enfrente antes del asalto. 

El tercer cómplice y las cámaras de la calle

Aunque los ladrones se llevaron el DVR interno, no contaban con otro detalle: la cuadra de Florida entre Libertad y Lara está repleta de cámaras urbanas. Las de la vereda de enfrente, según fuentes policiales, captaron los movimientos previos y posteriores del asalto. Allí se ve a los dos delincuentes caminar, vigilar, volver sobre sus pasos y finalmente entrar a la inmobiliaria, mientras un tercer hombre los esperaba en un vehículo.

Ese registro permitirá determinar la patente del auto y establecer si los sospechosos son de la zona. Para Sabrina, es casi seguro que no lo son. “Si pasaran caminando por la calle, vos los parás. No encajaban con la gente que uno ve todos los días. Venían camuflados, pero mal. Uno de ellos con campera de cuero y no estaba ese día para una prenda así. También uno de ellos se cambió la visera. Raro todo”, dijo.

Tras el robo, llegó rápidamente personal policial y la división científica, aunque no lograron levantar huellas útiles. La fuerza trabaja ahora con las grabaciones municipales, que resultan clave.

La principal hipótesis apunta a una banda que merodeó durante días el local, identificó horarios y puntos ciegos del sistema de seguridad. “Uno se da cuenta tarde de que te estuvieron mirando. Y pasa gente todo el tiempo, uno no piensa mal…”, reflexionó la víctima.

Pese a la angustia, Sabrina mantiene la esperanza: “Confío en que algo va a aparecer. Que las cámaras de la calle hayan captado las caras nos da un poco de fe.”

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