Femicidio en el Barrio Libertad: piden cadena perpetua para el acusado
Jonathan Rodríguez está siendo juzgado por la muerte de Mónica Ríboli. El fiscal, de acuerdo a la evidencia, asegura que el albañil golpeó y la estranguló a su ex mujer. Sus abogados insisten en la hipótesis del suicidio y desestimaron a la perita psiquiátrica.
Jonathan Rodríguez, acusado de ser el autor material del femicidio de Mónica Ríboli, la noche del 9 de septiembre de 2019, podría terminar preso de por vida. Al menos, ese fue el pedido de la fiscalía, cadena perpetua por golpear y estrangular a su esposa en el jardín de la vivienda que la víctima habitaba en la calle Castro Barros 242, en el barrio Libertad.
La solicitud de condena fue impulsada por el fiscal de juicio Lucas Domski en base a informes de pericias de morgue y un trabajo de una criminalística, además de evidencia física “contundente”, según la parte acusatoria, para desacreditar la versión de imputado que afirma desde la muerte de su ex pareja, que fue producto de "un suicidio".
Para el representante del Ministerio Público Fiscal, las evidencias clave fueron el cable que se usó para el delito, el ADN del imputado en ese objeto, los cortes en una mano y los surcos que tenía la víctima, como también la presencia física del acusado en la casa que ocupaba Mónica cuando se produjo la muerte de la vecina, oriunda de Quilmes.
Según el fiscal, a partir de exámenes de laboratorio, la víctima tenía cortes en la mano en la mano hábil, los cuales no hubieran sido posibles por una autoagresión. Para llegar a ese tipo de lesión se requiere de mucho control con la mano y no podían provocar un suicidio, porque eran muy superficiales, muy marcados y a distancia.
Además, afirmó que el acusado estaba en la casa cuando se produjo el hecho, previo a una discusión. Se afirmó en lo que dijeron las hijas de ambos.
A su turno, el defensor Jorge Merechori con la asistencia de Felipe Esquivel, rechazó el pedido de condena, a la que calificó de “aberrante” y explicó el porqué.
“Todo se manifiesta en la violencia de género de ambos, sobre la cual se venían cuestionando y con problemas de familia, con denuncias, las cuales no llegaron a ninguna condena y lo toman como base, pero que no sirven para encausar esta situación que es un homicidio. Nunca mi ahijado procesal ha tenido violencia corporal sobre Ríboli. Solamente, y manifestado por un hermano y la madre, demuestran una situación familiar de violencia, pero eso no le puede caber como un homicida. Se basan en la perito y psiquiátra (Verónica) Gordon, que ha dejado mucho qué desear. Le hizo un estudio a mi cliente por denuncias, haciendo un direccionamiento y dejando de lado el suicidio de la víctima, demostrando un montón de equivocaciones, de dudas entre suicidio y homicidio, hasta montar una escenografía”.
La defensa también señaló, casi sin pausa en su alocución, y elevando la voz: “Hubo un mal accionar de los peritos que enviciaron los informes y las evidencias en el lugar del crimen, que contaminaron la escena”. Y luego se refirió a la obesidad de la víctima. “Con dos kilos, a un centímetro del piso y por arriba de la tiroides se produce una asfixia, que según el tiempo lleva a la semi muerte o muerte. La víctima tenía un surco hacia arriba de la tiroides. La contextura física de esta mujer, la distancia a la que fue encontrada, fue letal”.
Sobre la presencia de su defendido en la casa donde ocurrió la muerte de Mónica, rescató los dichos de una testigo. Una mujer dijo haber visto a Jonathan en una pensión esa noche. Incluso, recordó que lo vio durmiendo y que el albañil no había escuchado los llamados de su teléfono celular. Y lo vio alejarse con su moto.
Luego, el letrado reconoció que ambos violaban la restricción perimetral que tenían, pero que era ella la que transgredía esa medida. Siguió enérgico el letrado: “Ellos tenían peleas, ¿pero ¿por qué hablar de un homicidio y desvirtuar el suicidio? Al otro día, Jonathan fue a declarar lo que vivió en la fiscalía, lo real de ese momento, pero quieren cuestionar su testimonio. Él no la tocó (transcurrido el hecho), quien lo hizo fue la madre, con un policía para sacar el cuerpo. Ella le sacó el cable”.
“La historia clínica de Ríboli habla por sí sola. Ya en agosto de 2017 tuvo un intento de autoeliminación, de similares características en el hecho. Y le indicaron que debía ser asistida con una terapia porque era una paciente de riesgo. La retiró su madre, pero sin el tratamiento psicológico. En 2018, Mónica siguió con inconvenientes de salud mental, con dificultades con su pareja. Ya avisaba que estaba por efectuar lesiones o la autoeliminación. Pero nadie le dio bolilla, hasta que llegamos al día del hecho”. Las palabras del letrado provocaron un silencio en la sala.
El abogado dejó trascender que Jonathan todavía sigue enamorado de Mónica y subrayó: “Si bien tenían esos confrontamientos de pareja, como tiene cualquiera, nunca le levantó la mano”. Entre el público estaba una novia del acusado que asentía con la cabeza cada frase del abogado defensor y el Rodríguez consumió toda una jarra de agua de la que se servía en un vaso de plástico amarillo.
Tras los alegatos, los jueces le dieron la última palabra al albañil, quien señaló, nervioso: “Que se haga justicia por las tres nenas que no vi más, por la familia, por Patricia (madre de Mónica que siguió el juicio), su hija. Soy inocente, estuve a disposición de la justicia desde el primer momento, cumpliendo con la ley. No entorpecí nada, me quise acercar a Patricia por mensajes, nunca me quisieron escuchar ellos. Quiero justicia y tranquilidad para la familia y mis hijas”.
La lectura de la parte dispositiva de veredicto será el lunes, según dispusieron los jueces Ernesto Domenech, Santiago Paolini y Andrés Vitali del Tribunal Oral Criminal III de La Plata.
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