Mila Montenegro avanza en su sueño de ser bailarina clásica

Desde hace tres años es parte del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón que forma danzarinas de excelencia a nivel internacional y a medida que aumenta la exigencia ella crece en calidad. Anhela recorrer el mundo con la danza.

La casarense con su profesor Javier Abeledo.

Es un camino arduo, de hecho las compañeras de la casarense Mila Montenegro llegan a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) desde distintas provincias del país para cumplir un deseo: recibirse en la carrera de Danza del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC) para, quizás, integrar luego el Ballet Estable de la mítica institución.
Para llegar al objetivo se deben cursar ocho años y luego realizar un curso de perfeccionamiento, así indica el plan de estudios del ISACT. Aunque es posible que a partir de los 15 años alguna estudiante sea elegida, por cualidades personales y técnicas, para integrar el cuerpo principal de baile del Colón o que alguna compañía extranjera seleccione a una joven y la lleve a recorrer el planeta.    
Mila recién tiene 13, comenzó a los tres con acrobacias y gimnasia rítmica; a los nueve se preparó mejor y veía mucho ballet. A pesar de obtener medallas y reconocimientos, incluso del mismo Julio Boca, le costó ser aceptada en el Instituto. Tras algunos rechazos, más que nada por su edad, ella y su familia decidieron convocar al profesor Javier Abeledo –recibido en el ISACT– que la preparó un año completo para una nueva prueba que finalmente se dio a finales de 2017 y que superó con creces. 
Una vez aceptada inició años intensos de estudio escolar, entrenamiento físico y técnico. En el plano educacional cursa el secundario en el Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea) que cuenta con 16 materias, sumadas a las cinco del teatro, pero era la única forma de no perder tiempo debido al viaje diario desde Vicente Casares a CABA. El Instituto tiene un convenio con el Ejército y por ello puede acceder a esta posibilidad. Cabe aclarar que esta modalidad educativa está más avanzada al sistema escolar tradicional.
En una charla con El Ciudadano, Mila Montenegro describió cómo fueron sus primeros años en el ISACT, “los primeros cuatro años son iniciales, a partir del cuarto es más complejo y de quinto a octavo tiene que ver con la participación en las presentaciones u obras. Estudio clásico, música, francés, danza argentina, historia de la danza –a partir de cuarto–, anatomía. Me levanto 7:30 y tengo distintas clases, según el día, hasta las 12. Después estudio algo y tengo las clases con el profesor hasta las 20. Toda la semana es así”.
El Teatro Colón es una de las construcciones más reconocidos en el ámbito lírico, por su arquitectura y sonoridad, a nivel mundial y con el devenir de los años Mila practicó en varias oportunidades en el mismo –el edificio del ISACT queda a unas cuadras– por lo que se acostumbró a ‘estar’ en su escenario; por ello con la frescura de la juventud relativizó “estoy consciente de que es uno de los más importantes pero ahora es como normal. Primero fue una gran ilusión poder entrar al teatro, las clases con los profesores, pero ahora es como que me acostumbré. Lo primero que me llamó la atención cuando entré para ver una obra fue el escenario y decía ‘yo quiero estar ahí, no importa cómo pero quiero estar’. Después me enteré de las audiciones y empecé a probar”.
La pandemia mermó las horas de viaje pero no la interpelación de la niña que aún en la virtualidad de su casa continúa con su rutina. Desde hace un tiempo la familia tenía una habitación adecuada para el entrenamiento que cuenta con un piso de madera flexible, una barra, espejos y demás objetos de la práctica diaria. Los cambios pandémicos los encontró preparados y los profesores siguen todo por la aplicación Zoom. “En la pandemia ha logrado un gran avance en lo físico y en lo técnico”, destaca su mamá Gabriela.  
Todavía falta mucho para la culminación de la carrera de Mila y las dificultades económicas se sienten. Si bien el paso por el ISACT es solventado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hay materiales y elementos que se deben renovar constantemente y aún la joven no cuenta con algún sponsor o apoyo local, aunque sí es representante de una marca de ropa para bailarines.      
La rutina, la exigencia, la economía no parecen ser barreras y los sueños de la casarense se mantienen firmes; quiere bailar en el Royal Ballet de Londres –Inglaterra–, en el Ballet de la Opera de París –Francia– o en el American Ballet Theatre de Nueva York –Estados Unidos–. También desea conocer a la bailarina María Khoreva del Ballet Mariinski de San Petersburgo –Rusia–, “me encanta, es una inspiración ser como ella”, transmitió Mila y agregó: “nunca sentí presión porque me encanta lo que hago, es como que me libera por decirlo de alguna manera. Cuando bailo es como que se me olvida todo y te sentís distinta, más cuando interpretás un papel porque te metés en el personaje. Me encanta interpretarlo y bailar en un teatro. Soy muy de teatro y nunca me pongo nerviosa”. Para verla se la encuentra en su Instagram @montenegro.mila83  


Mila en uno de los shows para los residentes del Hogar San José.


Lic. Marcelo Romero – marcelo@elciudadano.com.ar

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