Cómo fue la jornada Shorthorn en la cuna de la raza, con productores y técnicos de Cañuelas

La cabaña La María Trinidad, en Cañuelas, fue escenario de una jornada Shorthorn que combinó capacitación técnica, intercambio profesional y una fuerte carga simbólica: el encuentro se realizó en la región considerada la “cuna” de la raza en la Argentina, donde comenzó la transformación ganadera más profunda del siglo XIX.

La actividad, que fue organizada junto a la Asociación Argentina de Criadores de Shorthorn, convocó a criadores, productores y especialistas interesados en genética y productividad.

El evento se desarrolló en tierras que remiten directamente al origen de la raza en el país. Allí prevalece la figura del pionero británico John Miller (1787-1843), quien marcó un antes y un después en la ganadería nacional desde su histórica estancia La Caledonia.

Miller introdujo la raza entre 1823 y 1826, aunque algunos registros lo sitúan hacia 1836, al célebre toro “Tarquino”, de Shorthorn, el primer reproductor pedigrí inscripto en el Herd Book inglés que pisó suelo argentino. Su descendencia alcanzó una notable adaptación y fue conocida como “tarquina”, dando origen tanto a una rama orientada tanto al engorde como a otra destinada a la producción lechera.

Charlas técnicas y genética Shorthorn
La jornada comenzó con la bienvenida de los dueños de casa, quienes repasaron el trabajo de la cabaña y la importancia de realizar el encuentro en un territorio clave para la historia de la raza.

Luego, el ingeniero Aníbal Pordomingo abrió el programa de disertaciones con una exposición sobre los efectos híbridos del cruzamiento con Shorthorn, focalizada en rendimiento y calidad carnicera. Explicó cómo la raza puede aportar mayor productividad, más carne y un nivel superior de marmoleo, atributos cada vez más demandados en los mercados internacionales.

Más tarde, el ingeniero Daniel Musi profundizó en los avances del mejoramiento genético, analizando el paso de la selección fenotípica tradicional a las herramientas de ADN y sistemas de evaluación modernos que permiten acelerar el progreso genético en los rodeos.

Posteriormente, los participantes compartieron un almuerzo que facilitó el intercambio en un ambiente relajado.

Y, finalmente, se realizó un recorrido por los rodeos Shorthorn, donde los visitantes pudieron observar de cerca la genética de la cabaña y su esquema de selección y manejo.

Una familia, cuatro razas y un proyecto que no deja de crecer
La historia ganadera de Javier Picco comenzó en 1997, cuando la familia adquirió su primer campo en la zona de Darregueira, en el partido de Puán. Con los años se sumaron nuevas tierras en Bordenave y Cañuelas, y el proyecto tomó forma bajo la marca Cabaña La Trinidad. 

El primer paso fue la raza Angus, base del rodeo argentino y eje central de la cabaña, donde producen unos 100 toros por año. Luego, llegó Shorthorn, una decisión que también conectó con la tradición de Cañuelas.

“La Shorthorn es parte de nuestra historia local y nos generaba mucha afinidad”, señala Picco. En Bordenave y Darregueira también hay un grupo de productores que trabaja con esta raza, lo que favoreció el intercambio técnico y genético.

La familia Picco abrió las puertas de su establecimiento para la realización de charlas de capacitación.

Además de comprar animales destacados, la cabaña realizó una fuerte inversión en embriones y en genética de excelencia, especialmente a partir del rodeo puro de la familia Landívar. Ese trabajo les permitió obtener grandes campeonatos en Azul, Palermo y Bolívar, en un circuito de exposiciones donde la competencia es intensa y la genética nacional está en constante evolución. Este año, La Trinidad se llevó el Gran Campeón Macho Shorthorn en Palermo.

La expansión de la firma continuó con Murray Grey, una raza australiana muy valorada por su rusticidad y eficiencia en ambientes con fuertes variaciones térmicas. Los resultados comerciales fueron inmediatos: cada toro o ternero que producen se vende rápidamente, sobre todo en zonas cálidas donde demuestra gran adaptación. El cuarto paso fue Wagyu, donde la cabaña incorporó un pequeño rodeo puro para avanzar hacia novillos premium destinados a mercados gourmet.

El sistema productivo se basa en la cría, con recría sobre pasto natural y reservas estratégicas de sorgo, trigo o cebada según cada zona. En Bordenave conviven campo natural y pasturas perennes como agropiro, panicum y llorones. Venden terneros de 190 a 220 kilos y reproductores de Angus, Shorthorn y Murray Grey, y en los últimos años retuvieron muchas hembras para poblar los campos adquiridos.

Picco destaca una mejora en el contexto ganadero: precios más firmes para el ternero, un dólar competitivo y una mayor demanda internacional de carne. Sin embargo, subraya que el sector necesita previsibilidad para sostener inversiones de largo plazo.

La Trinidad es, ante todo, un proyecto familiar. Su esposa administra las finanzas del grupo y sus hijas, aunque estudian otras carreras, participan en exposiciones y decisiones productivas. Para 2026 planean realizar su primer remate propio y este año incorporaron más de cien embriones de Murray Grey desde Inglaterra y Australia, una señal del rumbo que toman.

“Nos sentimos cómodos en esta actividad. La conocemos, vemos oportunidades y vamos a seguir invirtiendo”, resume Picco.