Desde Cañuelas, con destino a la solidaridad: el alma del tren que nunca se detiene
Vecinos de nuestra ciudad fueron a San Juan y Córdoba para asistir a miles de personas. Quiénes son los voluntarios y por qué hacen cientos de kilómetros para atender a otros. El Tren Solidario lleva mercaderías, prendas de vestir, medicamentos, juguetes, entre otros elementos.
En lo que va del año, ya se realizaron varios viajes; el tren que parte de las distintas terminales ferroviarias, según el destino, ha transportado a gente de Cañuelas y lleva mucho más que vagones llenos de donaciones. LLeva consigo historias, emociones, abrazos postergados y un grupo de personas que entienden que la solidaridad no necesita escenario ni micrófono: solo una causa, un destino y el deseo genuino de estar para el otro.
Estas cruzadas, como las denomina la organización del Tren Solidario, tanto las ‘programadas’ que se realizan al menos 3 veces por año como las ‘emergencias’, que asisten en catástrofes aunque no siempre pasen por Cañuelas, cumplen un rol crucial. En los dos viajes realizados a Bahía Blanca debido a una emergencia por una catástrofe natural, y en los de Zárate-Campana, el tren viajó sin pasajeros, pero con miles de donaciones provenientes de distintas comunidades, como la de Cañuelas.
Desde Tren Solidario aclaran que los pasajeros no solo participan en los viajes programados, sino que, cuando se trata de viajes de emergencia, también colaboran recolectando donaciones en sus respectivas comunidades.
En Cañuelas, alrededor de 40 comercios se suman a esta cruzada solidaria, demostrando una vez más cómo la comunidad local se involucra activamente en el apoyo a quienes más lo necesitan.
El Tren Solidario no es un tren cualquiera. Es una iniciativa que combina la pasión ferroviaria con la vocación social, y que une localidades distantes del país con un mismo propósito: asistir a comunidades vulnerables, especialmente en zonas donde el tren ya no llega, pero donde la esperanza sigue esperando.
Historias de pasajeras
En febrero, el tren tuvo como destino Caucete, en la provincia de San Juan. Hasta allí viajaron varios cañuelenses convocados por Horacio León, referente local del proyecto. Luego, en junio, hubo otra formación para Río Tercero, en Córdoba, y también participaron vecinos de nuestra ciudad como pasajeros para llevar las donaciones que son toneladas.
La periodista Claudia Moyano decidió sumarse movida por una razón tan profunda como íntima: “Mi mamá tiene un fuerte lazo con esa ciudad, y en mi infancia viajar a San Juan en tren era parte de nuestras vivencias familiares. Mi papá fue ferroviario, y hoy está jubilado. Volver a hacer ese recorrido fue un viaje de emociones encontradas”, confiesa.
Para Claudia, el Tren Solidario fue más que un acto de ayuda. Fue un ritual de reencuentro con su propia historia. “Elegí subir a ese tren no solo para ayudar, sino para honrar una parte de mí. El tren es memoria, pero también es futuro. Donde llega el tren, llega la dignidad”, afirma.
El espíritu del proyecto, que ya lleva más de dos décadas en funcionamiento, se sostiene con el aporte silencioso de voluntarios como Viviana Peñaloza, que también conoció la propuesta gracias a Horacio León. “Durante mucho tiempo no podía viajar por trabajo, pero siempre ayudaba como podía. Hasta que un día pude ir. Y fue increíble. Uno no se imagina todo lo que se siente hasta que lo vive”, asegura.
Viviana, dedicada a tareas de maestranza, recuerda las actividades realizadas en Caucete: entregas de alimentos, ropa, útiles escolares, juegos con los niños. Pero sobre todo, recuerda lo invisible: “Lo que uno da, más allá de lo material, es la presencia. Escuchar, abrazar, estar. Y eso también es necesario”.
Para Marisa Dottori, una empleada de comercio, la experiencia se convirtió en parte de su vida. Su vínculo con el Tren Solidario también nació en casa, gracias a su esposo Horacio León, apasionado del mundo ferroviario. “No es que nos sobre nada, pero sentimos que podemos llevar adelante esta ayuda. En Cañuelas la gente se suma. En mi casa recibimos, lavamos y preparamos las donaciones que luego se cargan en los vagones”, relata.
Además de los viajes a otras provincias, el grupo también colabora con merenderos locales. “En muchos lugares se necesita, pero también en el propio barrio. Me siento bendecida de poder ser parte de esto”, dice Marisa, quien también colabora en tareas organizativas de los viajes.
El Tren Solidario es, en esencia, un acto colectivo de humanidad. Un vagón que no transporta mercancías, sino vínculos. Una locomotora que no corre contra el tiempo, sino a favor de la empatía. Y Cañuelas, con su comunidad comprometida, es una de las estaciones de partida que mantiene encendida esa llama.
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