Por falta de recursos y escasez de donaciones, cerró un comedor comunitario de Margarita Barrientos

Es el que estaba en Los Pozos, en las afueras de Cañuelas, donde se abastecía a 80 familias. "No podemos abrir mañana y, al día siguiente, no tener comida para la gente. No funciona así", afirmó la reconocida referente barrial, que tiene cada vez más demanda en Los Piletones.

En medio del frío invernal y la creciente demanda de alimentos, la crisis de los comedores se agravó.

El comedor comunitario que funcionaba en el barrio Los Pozos, en las afueras de Cañuelas, y que estaba bajo la coordinación de la referente social Margarita Barrientos, cerró sus puertas debido a la falta de recursos y la escasez de donaciones.

La fundadora del reconocido comedor Los Piletones en CABA describió un panorama alarmante en el que crece la demanda de alimentos, pero los comedores y organizaciones sociales luchan por mantenerse a flote. "No quiero ni aparecer para responder preguntas sobre cuándo vamos a abrir nuevamente, me pone mal pensar en la situación de los chicos y de la gente grande que depende de nosotros", expresó Barrientos a El Ciudadano y reconoció el esfuerzo que puso en mantener los comedores en funcionamiento, aunque no ha sido suficiente debido a la drástica disminución de las donaciones.

Las personas que solían asistir ya han sido informadas de la situación, y si logran conseguir algo de mercadería, se intenta abrir las puertas. "Pero no podemos jugar con la necesidad de la gente", advirtió Barrientos. Y, con preocupación, agregó: "No podemos abrir mañana y, al día siguiente, no tener comida para las familias. No funciona así. No es correcto abrir por un tiempo y luego cerrar cuando ya no tenemos los recursos".

A su vez, Barrientos subrayó: "Cada vez tenemos más gente en el comedor. Todos los días vemos caritas nuevas: familias, jóvenes, abuelos". Y detalló que en Los Piletones se sirven más de 4.000 almuerzos y cenas diarias, así como aproximadamente 3.600 desayunos y meriendas. Sin embargo, la situación es cada vez más difícil, con un incremento de personas en situación de calle, lo que obliga a Barrientos a adaptar el espacio para brindar refugio. "Tuve que hacer una pieza grande para poner a los abuelitos que están en la calle con este frío. Tenemos un hogar para ellos, pero no alcanza", expresó.

Además, la dirigente social advirtió sobre el impacto de la falta de apoyo institucional. "Estamos pasando un momento muy difícil. La gente dejó de ayudar. No tenemos las necesidades cubiertas, tenemos que pelear cada olla que se cocina por día. Además de cerrar el comedor de Cañuelas fue también el comedor en el barrio Manzione, en Añatuya, provincia de Santiago del Estero, donde dábamos de comer a 420 personas", lamentó. Barrientos señaló que las autoridades locales, provinciales y nacionales no brindan la asistencia necesaria para poder mantener los comedores, lo que ha generado un clima de incertidumbre.

El comedor de Los Pozos fue abierto el año pasado en la calle Luzuriaga al 300 y se llamaba ‘Thiago Andres’.

El comedor de Los Pozos fue abierto el año pasado en la calle Luzuriaga al 300 y se llamaba ‘Thiago Andres’, en homenaje un nieto de 3 años de Margarita, fallecido durante un accidente doméstico en Los Pozos.. Y en algunas fechas especiales como Navidad y Año Nuevo, Margarita recordó que pudieron servir pollo y hubo pan dulces. La dirigente social supo vivir algunos años en Los Pozos, donde tiene alguno de sus doce hijos. Y para el año 2016, en Santa Anita, cerca de Ruta 3, tuvo otro espacio para dar de comer a chicos.

"Nosotros no hacemos política con la gente. Cuando se vacían las ollas y quedan familias sin comer, damos la cara", aseguró Barrientos, quien también explicó la angustia de aquellos que se ven obligados a recurrir a estos comedores por primera vez: "Muchas veces se sienten humillados. Son personas que siempre trabajaron y nunca pensaron que iban a tener que venir a pedir un plato de comida", indicó.

La situación de los comedores sociales no es aislada. Según Barrientos, otros comedores también han tenido que cerrar sus puertas por la falta de recursos y apoyo. "La ayuda que reciben del Gobierno de la Ciudad (de Buenos Aires) no tenemos problemas. Hay lugares que ya no pueden sostenerse y vienen a pedirnos ayuda a nosotros, pero nosotros tampoco tenemos suficiente", expresó.

El cierre del comedor de Cañuelas, que atendía a unas 80 familias en situación de vulnerabilidad, es un reflejo del creciente desafío que enfrentan las organizaciones sociales en el país. "Es muy difícil. Sabemos de la necesidad de la gente, pero no podemos hacer más. Nos pone muy mal no poder darles la comida que necesitan y que venían de Santa Anita, la Garza Mora y de Los Pozos", concluyó Barrientos, quien sigue luchando por mantener la actividad de Los Piletones ante la caída de colaboración tanto de la sociedad como de las autoridades.

 

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