Oscar Silva: “Hay payadores jóvenes y talentosos”

Interés general 02 de agosto de 2023 Por Leandro Barni
Representante del folclore local con un amplio recorrido, le abre paso a las nuevas generaciones. Su opinión de la actividad y los talleres de formación que convocan aprendices. “Mi hijo improvisa en la sobremesa”, dice en charla con El Ciudadano.
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Oscar Silva con el chacarero cantor Carlos Ramón Fernández. Celebró el Día del Payador.

Algunos lugares de la Provincia de Buenos Aires, por unas horas se convirtieron en un enclave paisano. Criollos de boina o sombrero, corbatín al cuello y botas, otros con alpargatas, mezclados con gente de prendas comunes, cruzaron comentarios y saludos. Son los cultores del verso improvisado que en distintos distritos participaron del encuentro de recitadores que se realizó para festejar el Día Nacional del Payador. 

El año pasado fue convocado el único payador que tiene Cañuelas, Oscar Silva, de 66 años, a un Encuentro de Payadores Rioplatenses que se realizó en el Teatro Argentino de La Plata. 

El arte inmemorial del versificador repentista tiene su larga tradición local en la payada criolla, construida en décimas acompañadas por milonga como forma distintiva aunque no única. El origen se pierde en el tiempo. 

Por iniciativa del museo de Motivos Argentinos ‘José Hernández’ y de los payadores e investigadores Víctor Di Santo y José Curbelo, el 23 de julio fue instituido en la Provincia de Buenos Aires como Día del Payador. La fecha se eligió  porque corresponde a la primera payada de la que se tenga registro entre un argentino, Gabino Ezeiza, y un uruguayo, Juan de Nava. Lo oficializaron con decretos del Poder Ejecutivo provincial de 1986 y 1991 y una ley del Congreso Nacional de 1992.

Desde cuestiones universales y el mundo rural, son temas del payador. El tono puede ser de seriedad, de cierta solemnidad, pero no excluye el humor y hasta la picardía. “El payador improvisa en el momento, después el recitador es el que dice versos hechos”, diferencia el cañuelense. 

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Jineteadas, festivales, centros tradicionalistas, clubes y salones,  encuentros locales y regionales, todos esos espacios fueron frecuentados por Silva, quien asegura que la payada sigue teniendo vigencia. Contra la perspectiva de una supuesta extinción, se prolonga en un recambio generacional. “Este aniversario lo pasé en casa. Y cada vez hay más payadores jóvenes y talentosos. Acudir también a las convocatorias se ha hecho difícil. Cada zona casi que tiene su representante. Tengo dos hijos músicos. Pablo, uno de ellos, improvisa en la sobremesa algún verso, pero no de manera profesional. Hay mucha juventud y seguramente el canto del payador será bien representado en personas con ansias y fuerzas”. 

Silva recorrió el país y parte de Sudamérica con su oficio. Tiene siete grabaciones entre cassettes y CDs, con temas suyos y de otros autores. Aprendió a payar de pequeño mientras juntaba animales en el campo de la Guardia del Juncal. 

Sobre la idea de un arte en retirada, comentó que hay lugares donde se coordinan bajo el formato taller de formación que convocan aprendices con sus expectativas y recorridos diversos. “Es una modalidad la de estos talleres, hay en Monte, en La Plata y en las provincias. Es un tema discutido también. Algunos colegas dicen que es para llevar una maquina rota para reparar y el payador, desde que tengo uso de razón, nace, después se pule como cualquier cosa. Los que quieren pueden acudir a un taller de payadores, pero algunos están toda una vida y no pueden expresarse arriba de un escenario, donde hay que combinar con la guitarra, los tonos, los versos sobre la marcha. No cuestiono a estos talleres”. 

Sin preocuparse porque no fue convocado por el Día del Payador, explicó: “No quiero a esta altura asumir compromisos y horarios. No me vuelvo loco si no me llaman. En agosto viajo a Santiago del Estero para festejar los 65 años del payador quichua Lázaro Moreno y hacer un encuentro con quince payadores. Además, estoy dedicado al cuidado de una nieta”. 

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