Mario Alegre: “Que me traten de ídolo es un mimo al alma”

Deportes 22 de abril de 2022 Por Jonatan Pedernera
El ex defensor de Cañuelas FC, emblema del Ascenso en la C y la D, volvió al ruedo para ofrecer su granito de arena en las escuelas de fútbol municipales. El ‘Negro’ habló con El Ciudadano y anunció un acuerdo con Uribe para jugar en la Liga de Lobos.
Mario Alegre foto grande
El que acompaña a Mario Alegre en la foto es Carlos Medina, el DT que lo hizo debutar.

Hay nombres que ocupan un espacio de privilegio a lo largo del tiempo. Es el caso de Mario Alegre, defensor aguerrido de Cañuelas, quien se retiró en el 2013 tras una rotura de peroné de la pierna derecha por un choque en un partido ante Juventud Unida, pero sigue vigente.

El central, eterno número 2 para la hinchada, está presente en uno de los murales del estadio Jorge Arín, en el acceso principal de Uruguay y Del Carmen, y figura en los libros como uno de los ídolos más queridos en el club con 339 partidos en el lomo. El símbolo del ‘Rojo’, que realizó Inferiores en Nueva Chicago y Tristán Suárez, pegó la vuelta a la ciudad a los 39 años, pero desde otro lugar.   

“Cuando dirigía en Cañuelas, teníamos a un tipo que laburaba toda la noche y venía a practicar casi sin dormir. A mí no me gustaba mucho, pero era nuestro capitán y había que cuidarlo porque los fines de semana estaba entero y se brindaba al máximo por los compañeros”. El que habla sobre Alegre, cuando rememora su pasado en el Ascenso, es Sergio Rondina, actual entrenador de Central Córdoba de Santiago del Estero, también con historia en el ‘Tambero´, donde hizo sus primeras armas como técnico en 2006.

Entonces, el defensor era un estandarte en el plantel. 

Y sí, no fue fácil mantenerse a flote durante ¡15 años! en el club cuando en la C y la D no había buenos sueldos y, en algunos casos, había que poner el pecho para zafar de la desafiliación: en un momento de crisis, con una formación plagada de juveniles, algunos dirigentes barajaron la chance de afiliarse a la Liga de Lobos. Aun así, Mario se convirtió en uno de los jugadores más queridos de los últimos tiempos por su entrega en la cancha, fue elegido entre los mejores zagueros durante algunas temporadas y se metió en la historia grande del ‘Rojo’.  

–Sos uno de los ídolos más queridos, ¿qué te genera eso?  
–Es un mimo al alma y quiere decir que algo bueno habré hecho, je. Hay muchos chicos que estaban en la tribuna cuando yo defendía la camiseta y hoy me invitan a jugar junto a ellos y conocen sobre mi carrera, es una sensación hermosa.  

–¿Cómo era la rutina entre en el fútbol y el trabajo?  
–Yo trabajaba en la pollería Cresta Roja, en Ezeiza, de 21 a 5 de la mañana. Llegaba a mi casa, me tiraba un ratito y me iba a los entrenamientos, que comenzaban 8.30. En esa época, en la D y la C los sueldos eran muy bajos, no eran divisiones profesionales, y yo tenía que mantener a mi familia. Muchos técnicos no estaban de acuerdo con esa vida, pero a la hora de entrenar corría a la par de todos los chicos y los días de partido me quería comer la cancha. 

–¿Cómo ves al club ahora?  
–Y... en mis comienzos, en 1999, se practicaba a la tarde y había un entrenador para 50 chicos. Hoy, cada categoría tiene dos o tres entrenadores, hay instrumentos para trabajar, un estadio modelo, un campo de juego espectacular y una cancha de césped sintético disponible para los días de lluvia, ¡todo un lujo!  

–¿También jugaste en Uribelarrea?  
–Sí, fue un paso fugaz en 2008. Me peleé con los gerenciadores de Cañuelas y me fui a Argentino de Merlo, estuve entrenándome ahí, pero no pude arreglar el tema del contrato y gracias al dirigente Damián Fantache cerré con Uribe, en la Liga de Lobos, donde estuve seis meses. Tengo un gran recuerdo del club, que ya me anotó para jugar este campeonato.  

–Tuviste a varios técnicos en Cañuelas, ¿cuál fue el mejor? 
–Sí, me dirigieron muchos entrenadores, experimentados e interinos, en épocas muy complicadas para el club. Para mí, el mejor fue Carlos Medina, con el que debuté y con el que conseguimos uno de los primeros logros importantes para la institución en 2000. Y también tengo los mejores recuerdos de Rondina. Me pone muy contento ver que hizo una gran carrera en el fútbol argentino, siempre mantuvo la humildad y se muestra tal como era con nosotros. 

–¿Qué tenía de especial el ‘Huevo’? 
–Y... siempre fue un adelantado. Cuando llegó a Cañuelas tenía a un veedor y seis personas acopladas al cuerpo técnico. En ese entonces, en las categorías bajas del Ascenso, no era común, no se veía en ningún equipo que se filmen los entrenamientos y los partidos. Por eso, siempre repito que no me sorprende que haya llegado a un lugar respetado entre los mejores técnicos del país. 

–¿Cómo se dio tu llegada a la Municipalidad?  
–Llego de la mano de Adrián Monod, uno de los encargados de Deportes. Cuando arrancaron con la iniciativa fueron a una escuelita cerca de mi trabajo, en la ruta 205, y después de hablar me hicieron llegar la propuesta para acoplarme al grupo de trabajo. Pudimos acomodar los tiempos y no lo dudé.  

–¿De qué se trata el proyecto?  
–Consiste en fomentar la práctica de deportes en lugares que no cuentan con los suficientes medios. Mediante la Municipalidad, buscamos acercarnos a los barrios para que los chicos tengan su propio espacio, un rincón para desarrollar actividades deportivas. También pensamos en los padres, que a veces no disponen de dinero para viajar y llevar a sus hijos a un club. Además, se dieron muchos casos de jugadores que llegaron a planteles profesionales, hasta la Primera División, y surgieron de las canchitas municipales. Esos ejemplos nos motivan a intentar que cada vez más jóvenes se inclinen a la actividad. 

–¿Te picó el bichito para dirigir?  
–Todavía no porque es algo que lleva mucho trabajo y demasiado tiempo. Hay que estudiar demasiado y estar encima de todo porque las competencias son cada vez más exigentes. Por el momento, no.

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