Murió el Padre Virginio Isottón y fue despedido entre lágrimas, cantos y oraciones

El sacerdote, con más de 40 años de ministerio y 25 al frente de la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza, falleció a los 72 años. En 2011 fue absuelto en una causa iniciada en Cañuelas por presunto abuso, tras más de una década de investigación. En 1993 fue designado párroco local.

Interés general11/08/2025Leandro BarniLeandro Barni
cura en el Vaticano
Padre Virginio Juan Isottón (Padre Ginio), durante una visita al Vaticano hace una década.

La comunidad de la parroquia Santuario Nuestra Señora de la Esperanza, en Virrey del Pino, despidió este domingo 10 al padre Virginio Juan Isottón, conocido afectuosamente como “Padre Ginio”, quien falleció a los 72 años tras una larga enfermedad. Con más de cuatro décadas de ministerio y 25 años al frente de la parroquia, el sacerdote fue recordado por su entrega pastoral, su cercanía con los fieles y su compromiso con los más necesitados.

La despedida comenzó a las 8 de la mañana, con la llegada de sus restos al templo ubicado en Volta y Andrés Vesalio, kilómetro 38 de la Ruta 3. A las 8:30 se celebró la primera eucaristía y, durante toda la jornada, cientos de vecinos, familias y miembros de comunidades cercanas participaron del velatorio. La misa de despedida, presidida por el obispo de Gregorio de Laferrere, monseñor Jorge Martín Torres Carbonell, se celebró a las 16 y culminó con una procesión por las calles del barrio. Fiel a su voluntad, sus restos serán cremados y depositados en el santuario.

Nacido en La Tablada, Isottón ingresó a la congregación de los Oblatos Diocesanos en 1984. Tras formarse en el seminario de La Plata, inició su servicio pastoral en distintas parroquias de la diócesis. En 1993 fue designado párroco en Cañuelas, donde permaneció hasta 1999.

Los hechos que se le imputaron a Isottón fueron ese año cuando era el cura de la parroquia Nuestra Señora de Fátima, ubicada en barrio San Esteban de nuestro partido. Estaba allí desde 1993. Y debió dejar la localidad tras ser denunciado por presunto abuso deshonesto de tres menores durante confesiones previas a la comunión.

La causa, que generó un fuerte impacto en la comunidad cañuelense, se tramitó durante más de una década. Según la acusación, el sacerdote sentaba a las niñas en sus rodillas y les hacía caricias en piernas, brazos, espalda y besos en el cuello.

Isottón siempre sostuvo que nunca tuvo intenciones impropias. En 2011, la jueza María Florencia Butiérrez lo absolvió, al considerar que no se probó la existencia de un delito y que los hechos podían interpretarse como un “exceso de cariño” malinterpretado en un “pueblo eminentemente conservador”. Las presuntas víctimas declararon que el sacerdote nunca les dijo ni insinuó nada inapropiado.

Tras el cierre del caso, Isottón continuó su labor pastoral en Virrey del Pino, donde permaneció hasta sus últimos días. Allí fue reconocido como un referente espiritual y social, impulsando actividades solidarias y acompañando a los fieles en distintas etapas de sus vidas.

En el 2017 tuvo un breve interinato en la parroquia Nuestra Señora del Carmen. 

La comunidad, que lo consideraba un pilar, lo despidió entre lágrimas, cantos y oraciones. “Su partida deja un vacío enorme, pero su ejemplo de servicio y fe seguirá vivo”, expresó uno de los laicos que lo acompañó en sus últimos años.

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