Carlos Alberto Biangardi: memorias de un ex juez activo hace casi medio siglo en Cañuelas

Fue el magistrado más joven de la provincia de Buenos Aires. Abogado y docente, a los 71 años sigue trabajando en su local de la avenida Libertad. Una vieja disputa, anécdotas de una década al frente del Juzgado de Paz y mucho más para contar.

Interés general19/01/2025 Leandro Barni
Foto Página 12
El juez Biangardi, en la actualidad, con su saco y su corbata como siempre.

En Cañuelas, donde las calles aún conservan un aire de nostalgia y comunidad, la figura de Carlos Alberto Biangardi es recordada con respeto y admiración. A sus 71 años, el ex juez y padre de tres hijos, evoca con claridad sus diez años al frente del Juzgado de Faltas de Cañuelas, un lugar donde las tensiones políticas y los cambios legislativos convergieron en un entorno marcado por la necesidad de la ley y el orden.

Biangardi llegó a Cañuelas en un contexto complejo, enmarcado por la tirantez entre el intendente Ernesto López Freire, monseñor Gatti y el director de El Ciudadano, Juan Carlos Iturralde. “Nunca supe los motivos de esos desencuentros, pero tanto el cura como ‘Pecheque’ Iturralde siempre fueron muy cordiales conmigo”, recuerda con un tono reflexivo, mientras su mirada se dirige hacia el horizonte, como si buscara en el pasado las respuestas que nunca obtuvo.

Su senda en la magistratura comenzó de manera sorpresiva para él mismo. A los 26 años, fue designado juez de Paz por el Ministerio de Gobierno bonaerense, convirtiéndose en el magistrado más joven de la Provincia en asumir tal responsabilidad. “Me habían dicho que estaba siendo considerado para el cargo de secretario, no para juez. Pero, ante la escasez de candidatos en Cañuelas, se abrió la convocatoria”, menciona en voz baja y serena. Fue mediante el Decreto provincial 1314 del año 1979 que su vida dio un giro significativo. El Ciudadano se hizo eco de su designación, resaltando que “esta nueva jerarquía judicial es un aporte más al progreso de la ciudad”.

El Juzgado, ubicado en la esquina de San Martín y Lara, donde hoy se levantan las instalaciones del Polo Policial y la UFI N°2, era un espacio compartido con el Registro Civil, Rentas y el Juzgado de Paz. En aquel entonces, la sala era amplia y, junto a ella, Biangardi contaba con un pequeño despacho. Con el tiempo, esa sala se subdividió para acoger audiencias y secretarías, reflejando un crecimiento en la actividad judicial local.

“Al principio, nuestra competencia era limitada”, asiente Biangardi. “Tuvimos que trabajar estrechamente con el juez camarista Gualberto Lucas Sosa y el diputado provincial Luis Almar para lograr que se ampliara nuestra base de operaciones. Con el tiempo, logramos convertirnos en un juzgado con competencias casi equivalentes a las de un juez de primera instancia”, agrega. 

Esta misión no fue sencilla, ya que la Justicia civil y comercial de entonces no abarcaba el trato de daños y perjuicios, ni quiebras. Sin embargo, su persistencia de casi una década condujo a una evolución que benefició a la comunidad. Renunció al juzgado local en el invierno de 1990 y siguió como abogado en el distrito, donde alquila una oficina en Libertad, casi esquina Basavilbaso. 

Biangardi, hijo de un abogado y miembro del Tribunal de Trabajo de Bragado, su pueblo natal, se forjó una carrera que lo llevó a desempeñarse no solo como juez, sino también como docente en una maestría de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de La Plata. El sentido del deber y la gestión diaria lo llevaron a viajar de lunes a viernes desde La Plata a Cañuelas, primero en colectivo y luego en su propio auto.

En la actualidad, con una trayectoria de 35 años como abogado en nuestra ciudad, se desplaza en micro y en combi. Al descender en la parada donde funcionó el restaurant ‘Los 5 Hermanos’, comienza una caminata que se puede extender por casi una hora por la avenida Libertad, durante la cual se detiene a saludar y compartir anécdotas con antiguos habitantes de la zona. “Creo que soy uno de los abogados más grandes de edad en actividad que sigue yendo a Cañuelas”, reflexiona, mientras ajusta su estricto saco y corbata, y su maletín parece hacerse parte de su propia identidad.

Foto Página 12 abajoDe izquierda a derecha. Ordenanza, José Díaz;  oficial de Justicia, Alcides Ponce; administrativa, Alicia Ascastelli; juez de Paz de Cañuelas, Carlos Alberto Biangardi; administrativas, Isabel Lujea Mellado y Sara Tomeo de Eheravide.

La transformación de Cañuelas, a lo largo de las décadas, ha sido evidente para Biangardi, quien presenció el crecimiento exponencial de la población y el aumento en la cantidad de profesionales del Derecho en la región, que estima en alrededor de cien. “Haber estado al frente del juzgado fue una experiencia que me dio una inserción diferente a la de ser simplemente un abogado. La relación con la comunidad, el conocimiento de sus problemáticas, me permitió entender mejor el alcance de la Justicia”, añade, consciente de que su rol ha trasciendido las paredes del despacho y ha influido en la vida de muchos ciudadanos.

Finalmente, Biangardi menciona la repercusión que tuvo la publicación del libro editado por El Ciudadano sobre los veteranos de Guerra de Malvinas locales en su reconocimiento dentro de la comunidad. “Ese libro tuvo un impacto importante en mí, es un trabajo bien local que ha potenciado mi visibilidad”, concluye, con una apreciación genuina por las historias que comparten sus compatriotas y el valor de la memoria colectiva.

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