El librero del barrio Peluffo será reconocido en la Ciudad de Buenos Aires

Dueño de la librería más antigua del país, Miguel Avila nació en Córdoba, pero adoptó a Cañuelas como su lugar en el mundo. Será declarado personalidad destacada en la Legislatura porteña. Una historia viviente que repasa con El Ciudadano.

Interés general 05/10/2023 Leandro Barni
Página 10
Avila, en la puerta de su librería ubicada en Alsina al 500. El 10 de octubre será reconocido en CABA.

El martes 10 de octubre, Miguel Avila (75 años) será distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura. Será en la biblioteca Esteban Echeverría del Palacio Legislativo porteño por iniciativa del diputado Roy Cortina. Se trata de un vecino del barrio El Peluffo, quien por estos días se muestra algo sorprendido por este reconocimiento como librero, un oficio que abrazó hace décadas y atravesó su vida hasta encontrarse al frente de la Librería de Avila, en Adolfo Alsina y Bolívar, frente al Colegio Nacional de Buenos Aires y la mística de la Manzana de las Luces. Según una investigación publicada por el escritor español Jorge Carrión, es la más antigua del mundo, pero el dato más ajustado a la realidad es que fue fundada en 1785. Sin dudas es la más vieja del país.

“Por momentos, el nombramiento de la Ciudad de Buenos Aires me resulta algo grande. Es un reconocimiento al trabajo, al libro, al librero, un lugar donde me crié y, aunque suene dramático, me salvó la vida. Empecé a los 13 años. Era un chico con algunos problemas como tantos, sin un hogar, algo pendenciero, callejero, hasta que entré a trabajar en una librería con mucho material de historia. No conocía a mi padre biológico, pero sí varios padres sustitutos que me fueron guiando y acompañando; entre ellos, Arturo Jauretche, quien casi me obliga a ir al colegio y fui al ‘Carlos Pellegrini’. También Fermín Chávez, Carlos Astrada, José María Rosa, y librero con mayúsculas Luis Lacueva”, recordó ante El Ciudadano.

Por fuera de su trabajo como librero, Avila también supo dedicar sus horas a la actuación, tanto en televisión como en teatro, y en ese ámbito encontró a otro de sus padres sustitutos, Carlos Gandolfo.

Viandas horizontal

“A mí me queda por decir gracias a la vida, que me ha dado tanto. Me dio el libro; una familia con unos hijos y una mujer maravillosa con el producto mayor que es el nieto, Ulises. Me dio un caudal de amigos de toda la vida y eso es muy importante. Además, ya descubrí mi lugar en el mundo, que es Cañuelas y sobre todo, el barrio Peluffo”, agrega.

-¿Qué significa esta ciudad para usted?
-Es donde está nuestra casa, los vecinos, desde la confitería hasta el mecánico o la peluquería. Yo subo a mi camioneta, agarro la autopista y cuando entro en la Ruta 3, ya siento que estoy en el hogar que hice con el arquitecto Carlos Moreno, quien me creó el proyecto de una casa colonial de la Pampa húmeda con mirador para el malón, de la cual queda un exponente en Luján. Es toda una sensación en el cuerpo y eso es impagable. Es tener el sentido de la solidaridad entre nosotros, entre los vecinos, de estar comunicados, ayudarnos ante alguna emergencia... Bueno, esas son cosas impagables, así que estoy re feliz de haber encontrado este lugar, de vivir en Cañuelas.

Avila
Avila en su hábitat. En el centro porteño es posible encontrar libros de todos los tiempos.

-Nació en Córdoba, ¿se siente algo cañuelense?
-Sí, me siento como si hubiera nacido acá. Todavía hay un trato pueblerino que me conmueve, tal vez porque nací en un pueblo. Les pido permiso para que me dejen entrar, porque son duros los cañuelenses, no dejan entrar a cualquiera. Pero, bueno, creo que me han dejado entrar un poquito, yo me siento de Cañuelas, absolutamente.

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