Policiales Leandro Barni 11/08/2023

Abuso en el Colegio Santa María: condenaron al capellán a 3 años de cárcel

Carlos Bareuther fue hallado culpable del ataque sexual a una menor de edad. El juez desestimó el planteo de otra de las denunciantes. "Que este cura no tenga paz y que Dios se encargue de él", dijo la madre de la víctima. La pena no será en prisión.

El sacerdote y su abogado, Horacio Velaz, este viernes durante la setencia.

El cura salesiano Carlos Gabriel Bareuther, que se paseaba por los patios escolares del Colegio Santa María con el mate y el termo en la mano, fue sentenciado el mediodía del viernes a 3 años de presión condicional por ‘abuso sexual simple agravado por ser ministro de culto’. Se probó que el religioso atacó a una adolescente de 14 años, llamada Rosario, cuando se encontraba oficiando como capellán del centro educativo que tiene dos sedes en Cañuelas. 

Los cargos contra Bareuther se iniciaron en abril 2018, con la denuncia por abuso de una estudiante menor de edad, quien se encontraba cursando el bachillerato en la sede conocida como la ‘la quinta’ del Santa María, ubicada en las afueras del centro urbano. A esta acusación se sumó otra estudiante, Priscila de 16 años, quien dijo haber sido ultrajada por el cura en el mismo predio. 

Los padres de Rosario, Patricia Martínez y Cristian Francisco emocionados tras el fallo.

El proceso concluyó esta jornada y, dada las características de los delitos que se analizaron, no se pudieron escuchar los testimonios de las víctimas que entonces eran menores de edad cuando fueron a declarar ante el Tribunal Oral Criminal N°1 de La Plata. Una de las chicas refirió que en un aula para diversos destinos, en la calle Mosconi entre Córdoba y Tucumán, fue toqueteada en las piernas, cola, cuello y su zona genital por el religioso. En tanto, otra chica más grande juró que fue manoseada por el entonces capellán del colegio en su sede de Lara entre San Martín y Del Carmen.

Al acusado lo acompañó media docena de personas, todos de avanzada edad, entre familiares y algún sacerdote, además de su abogado particular Horacio Gustavo Velaz, quien no quiso hacer declaraciones a la prensa. Pasadas las 13.30, el juez Hernán De Castelli leyó el veredicto y la sentencia, no así los fundamentos. El magistrado aplicó el beneficio de la duda sobre la segunda denuncia y por ello resolvió la absolución del católico. 

La condena aplicada no lo priva de su libertad, pero lo obliga a fijar un domicilio, someterse al Patronato de Liberados, debiendo presentarse de manera bimestral en la delegación que corresponda y evitar contacto con la víctima. Por otro lado, deberá someterse a un examen genético en el banco de abusadores.

El acusado siguió la lectura de los cargos con un gesto estupefacto, manteniendo la mirada en el juez, mientras que su abogado no cruzó sus ojos con su defendido. Al término del veredicto, permanecieron varios minutos en la sala de audiencias orales del primer piso. Sus seguidores se retiraron a un ambiente común de los Tribunales de la calle 8, entre 56 y 57. El cura, junto a su letrado, prefirieron evitar las cámaras y salir por una puerta lateral hasta llegar a la calle. 

Los abogados Juan Fontana e Isidro Dignarain, que representaron a una de las víctimas, se mostraron conformes con la pena, a pesar de que habían pedido el doble de años. “Se trataba de un hecho muy grave. Y la pena fue para uno de los delitos, ya que el juez no llegó a creer en los dichos de la otra víctima. Es probable que la defensa del sacerdote apele el fallo porque estaban muy disconformes. Y la otra chica también puede presentar un recurso de interpelación porque el testimonio de nuestra defendida fue contundente y puede apelar”, comentaron los profesionales en diálogo con El Ciudadano

Por otro lado, los padres de Rosario se enteraron minutos después de la condena y se abrazaron entre lágrimas, cuando se enteraron del resultado. Minutos más tarde, llegó la madre de Priscila y también estaba conmovida, pero por el resultado negativo que resultó la denuncia de su hija. 

“Ahora voy a ver cómo se lo digo a Rosario. Siempre confié en que íbamos a llegar a una condena y lamento que no le hayan creído a la otra nena. No quisiera estar en el lugar de ellas. Que este cura no tenga paz en estos tres años y que Dios se encargue de él, pero que no entré más un colegio y que no tenga contacto con chicos”, reflexionó Patricia Martínez, madre de Rosario, con las 80 fojas de la sentencia entre sus manos. 

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