El femicidio del barrio Libertad: “Sabíamos de su maldad"
El juicio por el asesinato de Mónica Ríboli va llegando a su etapa final. Patricia, su madre, recuerda el calvario que vivió su hija en la charla con El Ciudadano. Jonathan Rodríguez, padre de sus nietos, está en el banquillo acusado de ser el autor material.
“La estuve pasando muy mal en el juicio. Hubo situaciones que no fueron cómodas y malos modales. Hubo una gran falta de respeto. Además, tuve que escuchar acusaciones o señalamientos del abogado de Jonathan que dijo que no cuidé a mi hija. Se hicieron once denuncias, entre el Juzgado de Paz de Cañuelas, la Comisaría de la Mujer y Fiscalía. A ella la acompañé y pedimos ayuda”.
Patricia, 49 años, es la madre de Mónica Ríboli, asesinada en su casa del barrio Libertad. A la salida del juicio oral que se lleva adelante contra Jonathan Rodríguez, su ex yerno, habla con El Ciudadano.
La mujer, que se desempeña como cocinera en el hospital Marzetti, cuenta de su hija: “Ella tuvo tres hijas con Jonatan, que tienen 14, 12 y 9 años. Mónica estaba viviendo conmigo y ellos se conocieron en mi casa”.
Y destacó que una semana antes del hecho delictivo, Mónica le pidió que vivieran juntas. “Teníamos miedo que él le haga algo. Estaba en un departamento chico del centro y me fui a su casa cuando la Justicia desalojó a Jonathan. Creía que así podía cuidarla, ayudarla, pero la asesinó. Fueron un montón de pedidos de ayuda y pocas las palabras de apoyo en ese momento”, asegura.
“Y si bien ambos no respetaban la medida perimetral, había hijas en común. Las chicas querían estar con su padre y entonces ella lo dejaba verlas. Hoy están confundidas y dolidas. No hablan de él. Sabíamos de su maldad, pero de ahí asesinarla, delante de las nenas, no entra en ninguna cabeza. Ella hizo todo a su alcance, pero las denuncias que no fueron suficientes para que lo detengan antes”.
Mónica colaboraba en la Sociedad de Fomento del barrio Libertad, en la pileta municipal de esa barriada y en el Jardín N° 914. Y hacía trajes infantiles y repostería, todo ello para contar con ingresos económicos. “Trabajó en parrillas y cocinas, las cuales tuvo que dejar porque Jonathan le hacía escenas de celos. La iba a buscar y la maltrataba en público. Así no podía mantener un trabajo. Y en su casa hacía costura”, relató su madre.
Sobre las características personales de Mónica dijo que “tenía una autoestima muy alta y positiva. Era luchadora y trabajadora. La conocían mucho en el barrio y hacía un montón de tareas de forma gratuita. Fue una de las primeras en tener un puesto como emprendedora en la plaza Belgrano. Y como hija, una gran compañera y compinche. Por algunos años fue la única nena de mis hijos. Además, mi sostén, ayudaba en la casa, cuidaba a sus hermanos cuando eran chicos, ayudaba en la casa. Siendo madre, cuidaba a su hermana para que yo pudiera ir a trabajar. Cuando la mataron estaba con mi nena más chica. Yo me encontraba trabajando en un geriátrico de Cañuelas”.
Sobre el comentario que hizo el imputado al cerrarse los alegatos, indicó: “Es un cínico, un hombre muy malo. Cuando fue preso, a los tres meses quiso casarse con una cañuelense, pero un juez no lo autorizó. Ahora anda con otra chica de nuestra ciudad. Jamás me llamó ni pidió ver a las nenas. Tuve dos audiencias en La Plata por la custodia provisoria de ellas para su educación y él no hizo nada al respecto”. Y siguió: “Se burló de mí, de mí familia. Las lágrimas y las palabras que usó delante de los jueces son mentiras. Y no hay ningún arrepentimiento. Quiero Justicia por mis nietas. A mí me arrancaron todo”.
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