Educación Por: El Ciudadano 27 de abril de 2020

La lectura se concentra en casa en tiempo de pandemia

El taller de Claudia Cortalezzi, de la Biblioteca Popular Sarmiento, ante el coronavirus se trasladó a las plataformas. Una alternativa.

La lectura por la pandemia del coronavirus y el cierre de todas las salas donde se llevaban los talleres y maratones de escritura, parecen confinarse al ostracismo por completo. Pero las nuevas tecnologías son el aliado ideal para días de encierro. En esta nueva realidad no faltaron las alternativas en la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento, donde tomaron la posta y encontraron nuevas maneras de seguir a distancia. La opción ya está disponible y varios de sus alumnos ya se sumaron a los talleres.
El taller de lectura de Claudia Cortalezzi se convierte en una oportunidad para encontrarse con sus alumnos y continuar con las clases.
Desde la irrupción del confinamiento, “yo ya daba algunas clases virtuales, y la cuarentena hizo que también las presenciales pasaran a ese formato. Seguimos tallereando, pero conectados por Skype, compartiendo los textos por Drive. El método es el mismo: corregimos, mientras charlamos de las correcciones y de literatura. Y nos vemos las caras. No es igual, pero se acerca bastante. Lamentablemente no todos tienen acceso a una buena señal de internet, o no se amigaron todavía con las plataformas virtuales. Se notan las ausencias, sobre todo en el taller de la Biblioteca Sarmiento de Cañuelas, que bautizamos “La Pandilla del Malbec” –el nombre es una historia para otro día–. Es mi taller más numeroso, un hermoso grupo humano; de los catorce o quince habituales ahora se conectan a veces ocho, a veces menos. ¡Vuelvan, los extrañamos!”.
“Una de las buenas cosas que dejará esta pandemia, creo que vamos a pensar más en el otro, que se va a ver más solidaridad. No sé si es solo –opina la escritora– una expresión de deseo, pero eso es lo que pienso”.
La tallerista consultada por este medio dijo que “mi impresión personal es que estamos ante un enemigo invisible, y que esto es grave. Aunque contamos con la herramienta de quedarnos en casa. No es fácil, pero se puede buscar algo que nos guste hacer, y hacerlo, para pensar menos en lo que nos rodea y así proteger nuestra salud que es lo más importante que tenemos. También pienso que va a ser más largo de lo que dicen –ojalá me equivoque–, y que hay que cuidarse y cuidar al otro, familiar, amigo, vecino”.
“De mis talleres –estoy con unas catorce o quince clases semanales, entre individuales y grupos–, solo una persona escribió sobre el tema de la peste, un cuento con una mirada distinta, desde el humor. Los demás o están corrigiendo lo que ya tenían escrito, o crean algo dentro de la ficción. El taller es el espacio donde pueden/podemos pensar en otra cosa, la literatura nos permite corrernos un poco de la realidad”.
A diferencia de lo que uno podría pensar sus alumnos no están escribiendo sobre la peste y, también, sobre esta nueva realidad planetaria que desconocíamos por completo. “Con respecto a las lecturas, nadie me comentó que estuviara  leyendo algo sobre el tema”.
Las convivencias con las amenazas del COVID-19 se asemejan a algo bastante pasable. Como responde Cortalezzi a El Ciudadano, “estoy en mi casa, con mi marido y mis dos hijos. Desde que arrancó la cuarentena, no salí. Hago las compras por WhatsApp en los negocios cercanos, y nos traen la mercadería. Estar ocupada hace llevadero el aislamiento. Doy talleres de lunes a sábado; y seguimos, con Fabián Rossini, avanzando en los proyectos de nuestra editorial Luvina. Además limpio, lavo, cocino, ordeno la casa. En ratos libres, me encuentro de manera virtual con mi mamá o chateo con la familia. También, poco y hasta donde puedo, trato de participar en los grupos literarios, hay mucha actividad en las redes. Y no dejo de reunirme con mis amigas; mantenemos la rutina, mismo día, misma hora, aunque cada una desde su casa. Y siempre que puedo leo. Todavía no me organizo con los tiempos y las tareas para seguir con la novela que estoy trabajando”.
El aislamiento, según esta autora y editora, favorece bastante al taller con más producción. “A muchos sí, algunos están aprovechando la cuarentena para adelantar una novela o un libro de cuentos. Y aunque no todos se pueden aislar de lo que pasa para dedicarse a escribir, no dejan de reunirse: conectarse con el taller es como salir de casa a hacer algo que nos gusta. Casi todo se están escribiendo por iniciativa propia, otros se ponen a escribir para traer textos al taller. Pero vengo escuchando que cuesta concentrarse en la lectura”, concluye.
En su taller están atentos a otras cosas, no sólo a lo trazado por la pandemia. “Cuando arrancamos cada clase charlamos de cómo está cada uno con esta situación de aislamiento, pero enseguida pasamos a lo que nos interesa, y por un rato el COVID-19 desaparece. No desperdiciemos este tiempo libre. Desde lo literario, no es tan difícil: hasta se puede hacer ficción con anécdotas de estos días”, finalizó.

Leandro Barni
leandrob@elciudadano.com.ar

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