Historias Mínimas: No todos somos Miguel de Güemes
Los estereotipos signan a las personas y sucede con distintas comunidades. La visita de Claudio Agrelo a Cañuelas nos dejó una semblanza del valiente general salteño.
Hace muy pocos días terminó la semana de Tiempo de Gauchos y Cañuelas se vistió de gala con las tradicionales pilchas y bailó y cantó nuestra música folclórica. Gozamos de la visita a grandes artistas. Tuve la oportunidad de entrevistar a Claudio Agrelo quien, en su profunda sabiduría, me contó una increíble historia que me gustaría compartir.
Desde “La Gitanilla” de Cervantes en adelante, se determina que el “ser” gitano se lleva en la sangre. En este sentido existiría un gen gitano, el cual no podría mudar de aires. Esta milenaria comunidad sufre el estereotipo que los relaciona con la mentira, el hurto, la estafa y la marginalidad en todo su esplendor. La discriminación que se le hace a nivel mundial está relacionada a un puro desencuentro lógico y pensamiento racista.
No obstante, los argentinos en el mundo también somos vistos y entendidos como ventajeros, astutos, agrandados y otros adjetivos similares. Los estereotipos funcionan y determinan a comunidades enteras: los gallegos brutos, los tanos tramposos, los franceses sucios, los latinoamericanos narcos, etc. La literatura y luego el cine ayudaron y ayudan muchísimo, y es más, los podríamos relacionar directamente con la formación de modelos que, con el tiempo, van pasando de la ficción a la realidad y quedando intactos en el imaginario colectivo.
José Hernández en el Martín Fierro plasma en sus versos a la figura de Picardía, quien es un sinvergüenza, un atorrante que tuvo que hacerse camino en una sociedad difícil que lo discriminaba y le cerraba las puertas. Este viejo que alguna vez fue niño encontró en la trampa un atajo para lograr sus objetivos. Si Fierro se convirtió, según la crítica literaria de Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones en el “ser” nacional, Picardía sería su complemento ideal. Fierro representa la templanza, la valentía de enfrentar y modificar su destino, el conocimiento del mundo que lo rodea a través de la contemplación y luego la reflexión sobre su crimen; Picardía es la contra figura que se abre camino al andar siempre con un truco en la manga. Ambos por tener problemas con la justicia son enviados al fortín a extinguirse junto al indio.
Pero esta historia tiene un antecedente que también habla muchísimo de cómo somos los argentinos. Como dije al principio, Claudio Agrelo sacó a la luz un episodio de nuestra historia que quedó, seguramente, como estampa de nuestro pueblo. Martín Miguel de Güemes no era militar y defendió la patria montado a caballo y encabezando un ejército de gauchos que formaban la temible montonera del norte. No era militar, por tal motivo no tenía estrategias ni tácticas de guerra como sí tenían otros líderes como San Martín, por ejemplo, que se había formado en la milicia. Güemes tenía picardía criolla de sobra, y esto era lo que desorientaba a los ejércitos españoles que seguían la batalla con el libro en la mano.
Agrelo cuenta que, en una de la batallas por la independencia y protegiendo el tan anhelado norte argentino, Güemes mandó soltar una tropilla de potros en el territorio que estaba dominado por los españoles. Los potros fueron previamente tusados, sus colas fueron cortadas y hasta los cepillaron para que parezcan caballos de andar. No estaban domados esos potros, y aquí es donde aparece la picardía del General. Los “godos” los vieron y capturaron, los llevaron a sus corrales y le pusieron las monturas, cuando los quisieron montar… ¡flor de golpe se dieron los jinetes!... No solamente la pérdida de tiempo que les causó Güemes con esta travesura gaucha, sino que también, muchos jinetes inexpertos resultaron quebrados o mal heridos por los porrazos.
Aquí encontramos, quizá, la astucia y la picardía que con el tiempo determinó al “ser” argentino. Pero como digo en los primeros párrafos, los gitanos no todos son estafadores, los gallegos no todos son brutos, y los argentinos, no todos somos Martín Miguel de Güemes.
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