Fueron combatientes, tienen marcas de la guerra y sienten en carne propia el olvido
Lucharon en Malvinas y volvieron a la Argentina con el dolor a cuestas. Son Luis Regner, Horacio Acosta, Eduardo Gallardo y Daniel Garavaglia. Los veteranos visitaron la redacción de El Ciudadano y contaron su experiencia en las Islas.
Ninguno volvió a Malvinas, pero siempre reviven las escenas, reconocen lugares con fotos y videos emblemáticos de la guerra. Además, participan de encuentros con ex compañeros y siguen reconstruyendo conmovedoras historias de vida en estos 40 años.
El después de la guerra, contada por algunos de sus protagonistas que tuvieron que dejar Cañuelas para aventurarse a un destino de riesgos y que los marcaría de por vida, es impactante.
Un puñado de los hombres que estuvieron en el conflicto armado recordó lo que pasó, sobre cómo pesó el conflicto bélico en su ser. ¿Qué quedó de Malvinas? ¿Qué resonancias? ¿Qué ecos y rencores? ¿Qué pasó cuando volvieron a Cañuelas?
Los veteranos Luis Regner, Horacio Acosta, Eduardo Gallardo y Daniel Fernando Garavaglia visitaron la redacción de El Ciudadano.
–Llegó otro 2 de abril, ¿es uno más o por ser un aniversario de cuatro décadas es diferente?
Acosta: –A medida que pasan los años es una mella más notoria en la mente y en el cuerpo. Se siente un poco más, porque hay un poco de olvido; como parte de varios factores, inclusive de la gente. Además, esperaba otra cosa que esos shows programados por el Gobierno en Tecnópolis y La Usina. Es la gesta de Malvinas o lo que luchamos nosotros para que las islas no se olviden.
Regner: –Se pierde la figura de lo que fue la guerra y lo que se conmemora. No es solo traer gente. Es un día de conmemoración a los caídos. Hubo mucha gente que perdió la vida en la tierra, en el mar y otros que se suicidaron.
–Y hasta otros que perdieron la vida por el coronavirus, ¿verdad?
Regner: –Así fue con nuestro ‘Luisito’ Mario (fallecido el 10 de abril de 2021). En la época más dura nos enterábamos de veteranos afectados. ‘Luisito’ era un pulmón nuestro. El año pasado no pudo estar en nuestra vigilia porque ya empezaba a tener los síntomas del Covid.
–Hace años que ustedes dan charlas en las escuelas, ¿cómo se prepararan para ese contacto y hablar de algo que pasó hace tiempo y en un lugar alejado?
Gallardo: –Hay que explicar muchas cosas. Yo arranqué en abril de 1983, en el patio de la Escuela 6 de Máximo Paz. Estaba todo todavía muy fresco y era más fácil hablar. Lo hice uniformado. Pero fue algo que no repetí durante casi 20 años. Me llamé a silencio y no fui a ningún lado cuando empezó la ‘desmalvinización’. Volví de la Antártida y me recluí. Además, me peleé con varios de la Armada.
–¿Alguno regresaría de visita a las Islas?
Acosta: –No. Tuve la oportunidad. Los trámites que exigen, como la prohibición de usar la bandera argentina, de lugares restringidos por las fotos, el pasaporte; no. Por eso no fui.
Garavaglia: –Yo lo haría a modo de recordar los lugares que transitamos como integrante de Infantería de Marina y porque estoy bien de salud. La cuestión de los papeles lo veo por un aspecto político y diplomático.
Gallardo: –Fui a Malvinas saliendo de la Antártida. Llevamos a las Georgias comida y a Malvinas, combustible, correo, ropas y comida. Llevé las famosas ‘donaciones del pueblo argentino’ con el barco Bahía Paraíso. Me gustaría ir para ver algunas cosas puntuales. No me gustaría mostrar papeles como si estuviera entrando a otro país. Eso sería algo fuerte.
Regner: –Lo haría para hacerlos sentir algo molestos. Porque cuando se saca boleto para allá, averiguan si sos veterano de guerra y te lo hacen sentir.
–¿El regreso al continente, a Cañuelas, fue difícil?
Gallardo: –Tuve que mentir para buscar trabajo. Fue un golpe muy grande ser marcado. Estaba orgulloso de decir en el curriculum que era veterano de guerra. Después de unos años, solo ponía mi oficio. Empecé en el Aeropuerto, en 1986.
Regner: –Nos bajaron del avión y nos llevaron casi a las patadas al regimiento. Nos prohibieron hablar de Malvinas y nos sometieron a un test psicológico. Nos pagaron un sueldo de guerra. Así se empezó a ver veteranos limosneando o con la venta callejera. No conseguías laburo y así fue por varios años.
Garavaglia: –Todos sabían que era veterano, pero no lo puse por escrito. Por una tía que trabajaba con el médico Egito conseguí un lugar en La Serenísima.
Acosta: –En el Molino Cañuelas necesitaban gente para la caldera y me presenté por mi experiencia en el ferrocarril. Durante una entrevista salió lo de Malvinas y me bocharon.
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