Un maestro mayor de obra fue asaltado en su vivienda, peleó con el ladrón y terminó con seis puntos de sutura
Guillermo Acosta, de 45 años, estaba junto a su hermano cuando un intruso irrumpió en su casa del barrio Buen Pastor. El delincuente se alzó con dinero en efectivo, pero se produjo un forcejeo y el empleado municipal sufrió un golpe en la cabeza. El testimonio en El Ciudadano.
Durante la madrugada del viernes pasado, la tranquilidad del barrio Buen Pastor se vio brutalmente interrumpida. Guillermo Acosta, un vecino de 45 años, maestro mayor de obras y empleado municipal, fue víctima de un violento robo en su domicilio ubicado sobre la calle Independencia, entre Olavarría e Irigoyen. Un delincuente, aparentemente solo, ingresó por el fondo de la propiedad, forzando una puerta que conecta la galería con la cocina. En cuestión de minutos, la vivienda familiar se transformó en el escenario de una lucha cuerpo a cuerpo.
Acosta relató que había compartido la cena con su hermano y se disponía a acostarse. “Habíamos terminado de cenar, lavé los platos y cuando me dirigía a la habitación escuché como una explosión. Fue cuando rompió la puerta del fondo con una barreta. Apenas entró, lo vi cerca del pasillo que lleva a los dormitorios”, contó a El Ciudadano. Entonces, sin dudarlo, intentó enfrentar al intruso, pero recibió un violento golpe en la cabeza que le provocó una profunda herida. “El médico me dijo que si el golpe me daba de lleno me rompía el cráneo”, explicó. Terminó con seis puntos de sutura, un corte en la mano y un profundo susto.
El delincuente —delgado, con capucha y de unos 30 años— buscaba dinero. Así lo dejó en claro durante toda la secuencia. “Dame la plata, loquito, que ustedes tienen plata. Dámela”, repetía con insistencia. Acosta lo describe como agresivo, decidido, y con un objetivo puntual. “No se llevó otra cosa que el efectivo. Estuvo adentro unos 30 minutos, revolviendo todo y exigiendo más plata. Me sorprendió la violencia. Hacía mucho que no escuchaba un robo así en Cañuelas y menos en este barrio”.
Luego del primer golpe, su hermano despertó y, para evitar mayores agresiones, le entregó más dinero. Sin embargo, eso no bastó para calmar al atacante. Volvió a amenazar y comenzó otro forcejeo, en el que Guillermo intentó evitar que escapara. “Capaz que hice mal en intentar no dejarlo ir, pero no quiero que este tipo siga entrando a casas y lastimando gente”, reflexiona. El ladrón finalmente escapó hacia una esquina, entre plantas y sombras, presumiblemente hacia un vehículo que lo aguardaba a pocos metros.
Tras la huida, Acosta, desorientado y con la cabeza inflamada, comenzó a sentir las consecuencias del golpe. Aunque no perdió el conocimiento, sufrió mareos, aturdimiento y dolores que lo acompañaron durante todo el viernes. En el hospital Marzetti le realizaron placas radiográficas por precaución, pero no fue internado.
La causa fue caratulada como “Robo” y está siendo investigada por la UFI Nº 2 de Cañuelas. La víctima agradeció la rápida intervención policial, aunque lamentó que las cámaras de seguridad del barrio no lograran registrar al delincuente por sus ángulos reducidos.
“Esta casa es de mis padres, tiene más de 60 años, y jamás vivimos algo así”, dijo con seriedad. “No somos gente de plata. Somos laburantes. Hacemos planos, obras, y cada propietario maneja sus pagos. No somos empresarios, solo vecinos de toda la vida”, agregó.
Tras el hecho, decidieron instalar una alarma y sensores de movimiento. Las rejas también serán reforzadas. Aunque las heridas físicas empiezan a sanar, la sensación de vulnerabilidad aún persiste. “Hasta que me vi lleno de sangre, no sentí el dolor. Ahora, cada vez que apago la luz, pienso si va a volver”, concluyó Guillermo.
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