La vocación incansable de una voluntaria de Cañuelas que se movilizó por Bahía Blanca
Un camión y varias camionetas llegaron a la ciudad del sur de la Provincia de Buenos Aires por iniciativa de un grupo de jóvenes encabezado por Valentina Hansen, de 25 años. En 72 horas juntaron ayuda para los damnificados de la trágica inundación. La historia de la chica solidaria.
En el medio de la desolación que rodea a Bahía Blanca y otras localidades de esa ciudad tras el devastador temporal, emerge una persona con el hilo de la solidaridad: Valentina Hansen, de 25 años, oriunda de Cañuelas, quien logra articular una impresionante red de apoyo para socorrer a los damnificados.
Su historia no es una anécdota aislada, sino la culminación de un compromiso con el prójimo, una vocación de servicio que la impulsa a actuar en diferentes rincones del mundo y ahora, de manera especialmente sentida, en suelo bonaerense.
Desde hace siete años, Valentina dedica parte de su tiempo y energía al voluntariado, un camino que la ha llevado desde su ciudad natal hasta el continente africano, demostrando que la necesidad no conoce fronteras ni distancias. Su activismo no se limita a un proyecto puntual, sino que se manifiesta en la colaboración simultánea con diversas organizaciones, una red que se expandió a cinco entidades en el último año y medio.
“En el 2022 estuve de voluntariado cuatro meses en África y desde que volví en el 2023 en adelante ya empecé a trabajar con mucho más hincapié en organizaciones argentinas”, explicó Valentina a El Ciudadano.
La reciente iniciativa en favor de Bahía Blanca es un claro ejemplo de su capacidad para organizar y movilizar recursos. Con el apoyo de la desarrolladora Tierra de Oportunidades, ubicada en el kilómetro 65 de la Ruta 205, Valentina logró coordinar una colecta de donaciones que superó todas las expectativas.
Un pequeño equipo, liderado por su entusiasmo y organización, logró reunir una cantidad impresionante de artículos de primera necesidad: 98 colchones, 50 frazadas, 81 trapos de rejilla, 862 pañales, 8891 unidades en total, 221 kilos de alimentos no perecederos, 4789 litros de agua envasada y 3500 litros de lavandina, entre otros elementos.
El llamado a la solidaridad fue lanzado el miércoles 12 y la recepción de donaciones se extendió hasta el sábado siguiente. Así, un camión de Transporte Guarnieri, de gran capacidad, se completó con las donaciones, y lo complementaron vehículos medianos y pequeños para asegurar la correcta distribución de la ayuda.
El camión partió el sábado por la noche, realizó una parada de descanso en Olavarría, donde esperaba la llegada de un equipo de voluntarios que viajaron el domingo temprano para participar en la entrega de las donaciones en Bahía Blanca.
La magnitud del desastre no se circunscribe únicamente a la ciudad bahiense, sino que se extiende a las localidades aledañas. Consciente de esta realidad, Valentina y su equipo se propusieron alcanzar al mayor número de personas posible, sin distinción ni prejuicio.
“Creo que acá la perspectiva que hay que tomar es que hay que ayudar a la mayor cantidad de gente que se pueda sin mirar quién ayuda, que hace la gente que la está pasando mal. Entonces hay que pensar en eso más que nada”, enfatizó la joven voluntaria.
Su conexión con Bahía Blanca se remonta a un viaje realizado en noviembre, donde participó en un evento organizado por una ONG local llamada Junior Chamber International (JCI). Desde entonces, mantiene contacto constante con la comunidad bahiense, ofreciendo su apoyo y colaboración. Al surgir iniciativas como la de Fundación CIR y la Cruz Roja, Valentina inicialmente se dedicó a difundir la información, buscando ampliar el alcance de la ayuda.
Posteriormente, al contactar con la JCI encontró una oportunidad para canalizar la ayuda de manera efectiva. Esa organización, según explicó Valentina, se encuentra realizando un relevamiento exhaustivo, casa por casa, para identificar las necesidades más urgentes y alcanzar a aquellos que no están siendo atendidos por otras organizaciones.
“La idea es llevar todo a la JCI, que es esta organización, y en base a eso que ellos dispongan de lo que estuvieron viendo porque nadie mejor que ellos va a saber a dónde llevarlo. Entonces la idea fue llevar quizás a la gente que más lo esté necesitando en este momento y así lo hicimos el domingo pasado”, detalló Hansen.
La JCI se encarga de distribuir personalmente las donaciones, garantizando que la ayuda llegue directamente a las familias más afectadas, basándose en el relevamiento detallado que habían realizado.
Se estima que este grupo cañuelense regrese a Bahía pero ya con un plan asistencial. “Además de ayudar con algunas necesidades básicas de la población, como hicimos, nos dimos cuenta de que hay personas que han perdido sus herramientas de trabajo. Por eso, vamos a colaborar con la JCI para diseñar otra iniciativa y también para reparar lo que fue destruido”, puntualizó Valentina, la voluntaria de Cañuelas que es un ejemplo.
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