‘El largo camino a casa’ capta la reintegración de pacientes del hospital ‘Dardo Rocha’
Se trata de un audiovisual con internos psiquiátricos que dejaron el manicomio de Uribelarrea y muestran la vida cotidiana en una vivienda. Figura en YouTube, fue producido con el personal del nosocomio y se difunde el nuevo programa de casas de convivencia.
El hospital ‘Dardo Rocha’, reconocido por su extensa historia en el tratamiento psiquiátrico, ha dado un paso audaz hacia su 'desinstitucionalización' con el lanzamiento de un nuevo programa de casas de convivencia. Este proyecto -el cual ya ha sido publicado en este medio- ahora tiene una extensión de ese trabajo con un documental que titularon "El largo camino a casa", el cual muestra esta alternativa al encierro hospitalario, facilitando la reintegración de personas con trastornos psiquiátricos a la comunidad mediante viviendas donde puedan recuperar su autonomía y ejercer derechos básicos que por años les fueron negados.
La iniciativa comenzó hace un par de años con la apertura de las primeras dos casas de convivencia, donde los pacientes externados del hospital son acompañados en su proceso de adaptación a un entorno más independiente. "Documentar este cambio nos parecía crucial", señala uno de los responsables del proyecto, quien también destaca la creación de la productora interna ‘Mente en Blanco’, conformada por trabajadores del hospital. "Queremos dejar registro de lo que hacemos, no solo para nosotros, sino también para otros centros que estén implementando políticas similares", agregan los que están al frente del programa.
Con recursos mínimos -un celular y una notebook de un plan educativo federal- el equipo produjo un documental de 40 minutos que narra la experiencia de los pacientes al mudarse a estas casas. "El video muestra a los pacientes externados llegando con sus mochilas, listos para mudarse, y descubriendo su nuevo hogar", explican.
El documental plasma momentos cotidianos que para muchos resultan triviales, pero que para estos pacientes representan logros significativos: encender una luz, preparar una comida, o simplemente abrir una canilla, algo que deben 'reaprender' tras años en instituciones donde estas tareas se simplificaban al pulsar un botón.
Otro de los desafíos del proyecto del Dardo Rocha ha sido romper con las viejas costumbres y el lenguaje infantilizador. Durante décadas, los pacientes fueron conocidos como "los chicos del Dardo Rocha", aunque muchos de ellos superan los 60 años. "Decirles ‘chicos’ es infantilizarlos. No son infantes, son personas adultas con vidas e historias complejas, incluso con necesidades y deseos propios, como su sexualidad", señalan los encargados del programa.
Este cambio de mentalidad es parte del proceso de 'desinstitucionalización' y reintegración. "No se trata solo de mudar a los pacientes a una casa, sino de implementar un dispositivo que funcione, donde ellos puedan ejercer su autonomía", explican. Los usuarios de estas casas cocinan, se hacen la cama, asisten a talleres, practican deporte y van a la escuela, como cualquier otra persona.
El enfoque del hospital ha evolucionado en sintonía con la visión contemporánea sobre la persona disminuida. "La discapacidad ya no se define como una limitación personal, sino como un desafío convivencial para la comunidad", explican desde el equipo del hospital. Este cambio de paradigma implica que la integración de las personas con discapacidad debe ser vista como un reto compartido, donde la sociedad tiene el deber de crear espacios inclusivos.
En la Argentina, el 80% de las discapacidades diagnosticadas corresponden a impedimentos intelectuales, y el proceso de reintegración social de estas personas es dinámico y complejo. "Cada paso es un desafío, pero el objetivo es claro: brindarles la oportunidad de vivir de la forma más independiente posible, fuera de los muros del hospital".
A pesar de algunos temores y dudas iniciales, los vecinos de estas casas han demostrado una gran apertura hacia los nuevos residentes. El hospital continúa evaluando cuidadosamente a los pacientes que pueden beneficiarse con esta transición, teniendo en cuenta sus capacidades de convivencia y autonomía. Actualmente, unas 50 personas siguen internadas en el hospital de Uribe, mientras que se han abierto nuevas casas en Uribelarrea y en Cañuelas, la última ubicada en Olavarría y Moreno, cada una con capacidad para cinco pacientes y con apoyo hospitalario las 24 horas, toda la semana.
La elección de los futuros residentes implica una evaluación rigurosa y la colaboración de diferentes especialidades médicas. "Los pacientes con mayores daños necesitan un nivel de apoyo que, por ahora, excede nuestras posibilidades presupuestarias", advierten. Sin embargo, el compromiso del hospital es claro: avanzar gradualmente para que más personas puedan hacer este "largo camino a casa".
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