Nazareno Colombo, hijo de tigre

Deportes 16 de marzo de 2022 Por Lic. Matías Folgueira
“Mi papá me aconseja y me pide que tenga los pies sobre la tierra”, cuenta el jugador de Defensa y Justicia, que sigue el camino de su padre, el popular ‘Lalo’, uno de los símbolos de Cañuelas FC. El sueño de jugar la Copa Sudamericana.
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Nazareno Colombo festeja el gol que le marcó a Banfield, en la cancha del Taladro.

El apellido Colombo si­gue teniendo protagonismo en el mundo del fútbol. En particular, en la Primera División. Sin ir más lejos, Nazareno, hijo de ‘Lalo’, forma parte del plantel del Defensa y Justicia que dirige Sebastián Beccacece, pero su rol en el equipo va más allá. Se ha convertido en una pieza clave para el ‘Halcón’. 

Subcampeón en el certa­men anterior como escolta de River Plate, en la actua­lidad integra el selecto lote de animadores de la Copa de la Liga Profesional. 

Y como si eso fuera poco, Colombo marcó uno de los goles con los que Defensa y Justicia derrotó (3 a 2) al Banfield de Diego Dabove, ex arquero de Cañuelas FC. 

Mano a mano con El Ciu­dadano, Colombo dice: “La verdad que esperamos estar entre los principales prota­gonistas del torneo porque trabajamos todos los días para eso. Por suerte, hace tiempo que las cosas nos vienen saliendo y se nota el trabajo y el esfuerzo que venimos haciendo. Esperá­bamos este presente porque es lo que queremos y por lo que trabajamos”. 

–Marcaste uno de los goles en la victoria ante Banfield, el primero que lograste convertir en este torneo. ¿Qué significado tiene en lo personal? 

–Estoy muy contento, es algo que estaba buscando y este fue el primero con esta camiseta. Además, fue un gol que sirvió para que el equipo siga en el lote de los de arriba. 

–Actualmente, Defensa es el segundo equipo más goleador del fútbol argen­tino, pero también, el que más goles sufrió. ¿Cómo corrigen ese déficit? 

–Estamos muy conscien­tes de que somos uno de los equipos que más goles reci­bió y hay que mejorar. Pero también creo que en varios de los goles que recibimos fuimos perjudicados o tu­vimos mala fortuna y hasta hemos tenido goles en con­tra. No obstante, estamos trabajando para mejorar eso. Los delanteros están pasan­do por un gran momento por lo que si nosotros logramos mantener el arco en cero, ellos pueden llegar a conver­tir en cualquier momento. 

–Desde que Beccacece llegó al club, el equipo cambió y todo parece in­dicar que encajás perfecto en ese mecanismo. 

–Defensa tiene una idea distinta a la que tiene Estu­diantes, mi ex equipo. Por suerte, me pude adaptar rápido a lo que me pide el técnico como así también a mis compañeros siempre tratando de mejorar y de seguir aprendiendo todos los días. En este club se aprende todos los días. 

–¿En Defensa y Justicia se juega con menos presión que en Estudiantes? 

–La verdad que me lo tomo de la misma manera. Es cierto que cuando estuve en Estudiantes no pasába­mos por un buen momen­to, ahora esta realidad me agarra un poco más grande y con un poco más de expe­riencia y eso hace que lo esté disfrutando. 

–Jugaste para la Se­lección Nacional juvenil logrando dos títulos en el exterior; fuiste sparring de la Selección Mayor en Ru­sia 2018 y actualmente es­tas afianzado en Defensa. ¿Cómo sigue la historia? 

–En este momento, mis objetivos están relacionados con los del equipo. No estoy pensando en el futuro, sino en el presente y en relación a este torneo con Defensa. Tenemos muchas metas y muchas competencias, como la Sudamericana, por ejemplo, y estoy muy enfo­cado en eso pensando en lo que pase en este semestre. 

–¿Ansiás jugar la Suda­mericana? 

–Sí, totalmente, tengo muchas ganas de que co­mience. La Sudamericana va a ser mi primera expe­riencia internacional y tengo muchas ganas de que llegue ese momento. Pero a la vez pienso en lo inmediato que es el torneo local y la cabeza esta puesta ahí. 

–El hecho de que tu papá haya sido futbolista y sea técnico, ¿te ha ayudado en tu carrera? 

–Si, obviamente. Me cuenta sus experiencias, me aconseja y hace que tenga los pies sobre la tie­rra. También siempre está diciéndome lo que puede pasar. Todo esto me ayuda y mucho. 

–¿Sigue tus pasos bien de cerca? 

–Tanto él como toda la familia me acompañan y eso para mí es muy importante. 

–Toda tu familia pater­na es de Cañuelas, ¿venís seguido para estos pagos? 

–En cuanto me hago de un tiempito y puedo voy a Cañuelas a visitar a la familia. Cada vez que voy, nos junta­mos a comer un asadito y si bien no son muchos los mo­mentos que pasamos juntos, cuando lo hacemos tratamos de pasarla bien.

nazareno y lalo colombo

Lalo Colombo, padre y guía de la criatura

Leonardo Colombo es el padre de Nazareno, el pibe que se ha convertido en un pilar de Defensa y Justicia. 

El Ciudadano entrevistó nuevamente a ‘Lalo’, aun­que en este caso con el fin de hablar de su hijo. 

–¿Cuándo te diste cuen­ta de que Nazareno podía convertirse en futbolista? 

–Siempre, de chiquito, fue muy apasionado por el fútbol. Cuando yo jugaba en Gimnasia y Esgrima de Entre Ríos, él tenía dos años y medio y con esa edad ya conocía a todos los clubes que enfrentaba por la camiseta y sabía los núme­ros hasta el 16, justamente por las camisetas. Todo el tiempo miraba y hablaba de fútbol. Nunca le incul­qué que fuera futbolista ni lo presioné comprándole botines y pelotas, el fútbol estaba ya en él. Hoy está en Primera tras hacer una ca­rrera con mucho sacrificio, el camino es difícil y no es para muchos. 

–¿Qué fue lo que te hizo llegar a esa conclusión? 

–Las ganas que siempre tuvo. Incluso, a pesar de que en la época de divisio­nes inferiores hubo varios años en los que jugó poco; a veces, ni siquiera en la Liga jugaba. Pero siguió porque estaba convencido de lo que quería. Hoy, por suerte, está muy bien y pudo lograr lo que quería. 

–Olvidate que sos el padre y hablás como al­guien que fue futbolista y que es técnico, ¿cómo describirías a Nazareno? 

–Para la posición en la que juega es muy técnico y a veces le tendría que salir, ser un poco más malo. De hecho, casi no comete faltas y a veces son necesarias para cortar una jugada. Pero no está en él eso, le gusta jugar y cabe recordar que comenzó a jugar como vo­lante. Técnicamente es muy bueno, lo cual es valorable para el fútbol de hoy donde muchos equipos quieren o buscan salir jugando. 

–¿El momento de mayor felicidad deportiva que te ha dado Nazareno hasta el momento? 

–Felicidad me da verlo cada vez que entra a una cancha. Ahora tengo la posi­bilidad de verlo en Defensa y Justicia y, la verdad, el primer partido fue muy emocionante. A uno se le vinieron muchas cosas a la cabeza como el sacrificio de la mamá, el mío y el de la hermana para acompa­ñarlo, por ejemplo. Cuando convirtió con la Selección Argentina en el Sudamerica­no fue otro momento lindo, al igual que cuando logró su primer gol. No obstante, creo que el día del debut es algo especial. 

-¿Se disfruta o se sufre viendo jugar a un hijo? 

-Me emociono al verlo y sufro mucho, me pongo nervioso porque quiero que le salga todo bien. La ca­rrera del jugador es superar momentos y convertir todo en aprendizaje 

–Más allá de los habi­tuales consejos que se­guramente le das todo el tiempo, ¿existe alguno que remarcas especialmente? 

–No le doy tantos con­sejos, pero sí hablamos mucho de fútbol. Por ejem­plo, cuando lo veo jugar en la cancha, no por la tele, charlamos y le comento lo que me pareció bien y lo que creo que debe corregir. Es un chico muy abierto, escucha y mira jugadores que le gustan que juegan en su posición y va corrigiendo e incorporando cosas todo el tiempo. 

–Dentro del ambiente del fútbol, ¿crees que a Nazareno se le han abierto puertas por ser tu hijo? 

–Estoy convencido que no se le abrió ninguna puerta por ser hijo mío, se ganó todo él. Lo que sí pasaba en un primer momento es que lo relatores se referían a él como “el hijo de Lalo Colombo”. Pero eso pasa cada vez menos porque ya tiene muchos partidos y ya es él mismo. Cuando fue a Estudiantes, en este club a mí ni me conocían. Diferen­te hubiera sido el panorama si se hubiera presentado en Quilmes, por ejemplo, lo cual no significa que se le hubieran abierto puertas, pero tal vez se hubiera aso­ciado el apellido.

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