En un emotivo encuentro, el Papa Francisco recibió un pañuelo de la Casa de la Mujer de Máximo Paz

La nieta de Esther Ballestrino, secuestrada, torturada y asesinada en la dictadura militar, está al frente del espacio que alberga a las víctimas de la violencia de género. “No aflojen, conserven la memoria de lo que han recibido”, sostuvo el Pontífice.

Interés general13/08/2024 Leandro Barni
pañuelo
El Papa Francisco durante la audiencia con Anita Fernández, quien le regaló un pañuelo de la Casa de la Mujer de Máximo Paz.

“No aflojen, conserven la memoria”, fueron las palabras del Papa Francisco luego de sostener un pañuelo violeta con letras blancas de la Casa de la Mujer de Máximo Paz, entregado por Ana Fernández, hija y nieta de víctimas de la última dictadura militar. Su abuela, Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, era amiga del Jorge Bergoglio y en 1977 fue secuestrada, torturada y asesinada en uno de los ‘vuelos de la muerte’. Por ese y otros crímenes fueron condenados Alfredo Astiz y otros dos represores. 

El encuentro privado ocurrió en el segundo piso de la residencia de Santa Marta, el hotel para eclesiásticos donde vive Francisco en el Vaticano. Y se produjo mientras sigue abierto el escándalo por la visita que diputados libertarios le hicieron a un grupo de genocidas, entre ellos el propio Astiz, Carlos Guillermo Suárez Mason y Antonio Pernías, en el penal de Ezeiza.

Como tuvo carácter privado, no lo difundió el Vaticano y se conoció a través de un comunicado del Instituto Espacio para la Memoria y del relato de la propia Fernández, quien le habló de la Casa y de la Agrupación del Frente Máximo Paz. El pontífice se mostró conforme que dicho espacio lleve el nombre de Esther.

Como se recordará, la Casa de la Mujer se trata de un espacio para la residencia temporal y la contención de mujeres que hayan sido víctimas de violencia de género. Fue inaugurada el 14 de marzo de 2018 y su nombre recuerda a Ballestrino, maestra, bioquímica y activista desde su juventud en Paraguay.

El Papa conocía a Esther desde los años 50, cuando trabajaron juntos en un laboratorio. Doctora en bioquímica, ella era jefa de un joven Bergoglio, quien entonces se desempeñaba como personal técnico, recién egresado de la escuela secundaria.

La nieta, de 46 años, se fue del Vaticano con la sensación de haber recibido “un mensaje fundamental”, político y personal.

“No aflojen, conserven la memoria de lo que han recibido, no solo de las ideas sino de los testimonios. Ese es el mensaje que les doy en este día”, dijo Francisco, de acuerdo con el video que se difundió. Para el Instituto, se trató de “una respuesta a la ofensiva contra la memoria”.

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